Francia: prevén que el proceso de "desconfinamiento" durará meses
PARIS – En pleno confinamiento, los franceses deberían comenzar desde ya a pensar en el "desconfinamiento". Un proceso que, a falta de vacuna, podría durar meses. Incluso hasta fin de año. Ese fue el mensaje que comenzó ayer a destilar el gobierno francés, que estudia varios escenarios posibles.
"Es un combate largo, difícil, que implicará malas noticias y decepciones", reconoció ayer por videoconferencia con la Asamblea Nacional el primer ministro francés, Edouard Philippe.
Frente a tantas incertidumbres e incógnitas planteadas por un virus que nadie sabe cómo controlar, el ejecutivo francés se niega a evocar el fin de la crisis sanitaria actual, pero se prepara a absorber el shock durante largas semanas, incluso meses, esperando una vacuna.
En un país confinado oficialmente hasta el 15 de abril, pero donde la inmensa mayoría espera con temor una prolongación, la cuestión del fin de esas medidas excepcionales todavía está en debate. Philippe calificó ayer esa decisión de "infinitamente compleja", recordando que "no existe precedente" ni "método probado": "Hay elementos que actualmente no conocemos", subrayó, evocando por ejemplo la ausencia hasta el momento de "tratamientos eficaces".
La principal preocupación gubernamental es un resurgimiento de la enfermedad. China, donde apareció el coronavirus, Hong Kong y Singapur están viviendo esa experiencia: una nueva ola epidémica puede aparecer en caso de levantamiento mal controlado de las medidas de restricción. "Es el problema de la estrategia del confinamiento: a la salida, tendremos sin duda una escasa inmunidad en la población con un riesgo real de reactivación de la epidemia", explica Simon Cauchemez, epidemiólogo en el Instituto Pasteur.
#Déconfinement[R] Plusieurs hypothèses étudiées selon Edouard Philippe: [R] un déconfinement régionalisé[R] un déconfinement sujet à une politique de tests[R] un déconfinement en fonction de classes d'âge#COVID?19#Covid19pic.twitter.com/HTNtU9NFda&— Guillaume Daret (@GuillaumeDaret) April 1, 2020
Desde hace varios días, la conclusión de los estudios realizados por los mejores especialistas de Harvard o del Imperial College de Londres angustian a todos los gobiernos del mundo. Sus autores explican que las medidas de estricto confinamiento deberían ser prolongadas para hacer bajar la presión sobre los sistemas de salud. Pero que el regreso a las actividades económicas debe hacerse en etapas lentas, acompañadas de tests para aislar cada nuevo caso y toda su cadena de contactos. Una estrategia "a la surcoreana".
Francia, en todo caso, no está segura de tener los medios para hacer frente a esa opción: el gobierno espera realizar 50.000 tests clásicos y 30.000 rápidos por día a fines de abril (contra 12.000 actualmente), y llegar a los 100.000 diarios en junio. Pero los tests de serología, que permiten identificar a las personas inmunizadas, todavía no existen.
Sin embargo, existe una Incógnita suplementaria: como el virus apareció en diciembre en China, aún se ignora cuánto tiempo dura la inmunidad en los infectados. ¿Unos meses, dos años? "Tratamos de imaginar escenarios menos difíciles que el confinamiento total. Todos tienen implicaciones concretas y desagradables: ¿tendremos que mantener las escuelas cerradas? ¿Continuar con el teletrabajo?", reflexiona Cauchemez.
Más directo, Mircea Sofonea, investigador de la universidad de Montpellier, afirma: "Todas las modelizaciones predicen que un levantamiento precoz del confinamiento reactivaría la pandemia a menos que se disponga del testeo sistemático, en las fronteras y en la población, durante uno o dos años. Será muy costoso".
La otra posibilidad sería apostar a la inmunidad de grupo. Pero es probable que el sistema sanitario, en la mayoría de los países, no resista al flujo de enfermos.
Otros expertos estudian la idea de un "confinamiento diferencial", posible gracias a los tests serológicos. Como el virus mata menos a los menores de 50 años, se podría imaginar un confinamiento durable para las personas mayores de 70 años, con un levantamiento progresivo de los otros, a fin de que la epidemia circule en esos sectores más resistentes de la población hasta alcanzar progresivamente el 60% de inmunizados.
Para evitar esas medidas radicales, no faltan los especialistas que preconizan la utilización de barbijos para todo el mundo, el tiempo que sea necesario, como acaban de decidirlo algunos países del este de Europa, aunque nadie es capaz de asegurar su eficacia.
Por fin, en su intervención, Edouard Philippe también evocó ayer el método del tracking voluntario a través de celulares a fin de luchar contra la epidemia. El procedimiento, utilizado en países como Singapur, está prohibido en Francia, país con una rigurosa legislación sobre la protección de las libertades individuales. "Quizás se podría utilizar sobre la base de una aceptación voluntaria. Pero todavía carecemos de instrumento legal", explicó el primer ministro.
En las empresas, avanza la idea de un trastorno durable de la actividad: "Es totalmente ilusorio imaginar un retorno a la normalidad hasta que no tengamos una vacuna", reconoce Philippe Guibert, director en International SOS, una firma especializada en crisis sanitarias.
En el gobierno, la perspectiva de exigencias demasiado complicadas para las pymes o muy difíciles para la población provoca escalofríos en momentos en que los sondeos muestran un derrumbe de la confianza en Emmanuel Macron. "Hagamos lo que hagamos, nos haremos demoler", reconoce una fuente del palacio del Elíseo. "Por el momento, hay que seguir administrando la urgencia: obtener tests, fiables y en suficiente cantidad", agrega.
El Estado acaba de comprar 1000 millones de barbijos, muchos en el extranjero, que no están destinados, sin embargo, a la población. ¿Llegarán a tiempo? La respuesta a esa incógnita parecía trivial anoche, cuando los 65 millones de franceses se preguntaban si acaso, por culpa del Covid-19, tendrían que vivir para siempre confinados.
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