Informarse bien y tomar las medidas correctas, las armas contra el nuevo virus
Hay alarma frente a un nuevo virus y la pregunta es: ¿cuál es el riesgo que corre el mundo? ¿Y yo? ¿Y mi familia? ¿Qué debo hacer? ¿Quién me protegerá?
En las últimas décadas vivimos en alerta de una pandemia de proporciones catastróficas: nuevos agentes han pasado de sus huéspedes naturales al ser humano y se han familiarizado con este nuevo huésped estableciendo la transmisión entre personas. Así ha pasado con el VIH/sida, los transmitidos por mosquitos y otros insectos, los que causan enfermedades hemorrágicas y los que se transmiten por vía respiratoria.
Para cada uno de ellos el comienzo ha sido dramático, hasta que la ciencia ha logrado acelerar la identificación del agente causal, luego un método de diagnóstico, un buen manejo de los enfermos y, finalmente, una forma de prevenir y de curar evitando nuevos casos y muertes.
Las razones de la adaptación y propagación de estos nuevos agentes infecciosos son múltiples (crecimiento y densidad de la población, urbanización acelerada, hacinamiento, transporte internacional, invasión de espacios ecológicos y concentración masiva de cría de animales, entre otras).
A esta realidad se suman la explosión de la comunicación y la diseminación global de las noticias. El público se siente protagonista desde el primer minuto, la película se desarrolla frente a sus ojos en cualquier punto en que se encuentre y los rumores circulan a mayor velocidad que el virus, algo que la ciencia no ha podido superar aún.
Los psicólogos sociales y comunicadores estudian cómo se conforma la percepción del riesgo. Esta temporada invernal, Estados Unidos ya lleva 8000 muertes, pero no parece que genere pánico. A eso se suma la desconfianza: de las autoridades sanitarias, de los intereses de los laboratorios, de las manipulaciones políticas y comerciales.
De esta mezcla surgen decisiones personales y nacionales de lo más diversas y, por lo tanto, poco efectivas. Se requiere fortalecer los mecanismos de consenso y coordinación de acciones para ser más eficientes, no malgastar recursos y lograr la mayor protección de la población.
Los 194 países que conforman la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidieron actualizar las viejas normas y aprobaron el Reglamento Sanitario Internacional, que se activó con la pandemia de 2009 y con el Ébola. Incorporaron la recogida de rumores en las redes sociales y su verificación, y un aparato de vinculación entre las autoridades sanitarias, los laboratorios, las productoras de vacunas y medicamentos, las sociedades científicas y los medios de comunicación.
Además, un comité de expertos analizan los datos y recomiendan la identificación del riesgo y las medidas de prevención y control, y tratan de obtener la mayor protección con la menor interrupción de la vida cotidiana, el transporte y el comercio, que afectaría de manera negativa a la sociedad en su conjunto.
El nuevo coronavirus fue identificado en diciembre pasado en China, pero posiblemente venía ya circulando no solo en la vida silvestre, sino también en la población, hasta que hizo su eclosión. Cada día se conoce más y mejor, aunque aún no está el panorama completo.
Su efecto letal parece ser bajo y en personas con factores de riesgo, como adultos mayores y con enfermedades crónicas. Es posible que se incorpore como uno más de los virus respiratorios de alta difusión universal.
A medida que pasan los días, y mientras avanza aceleradamente el desarrollo de una vacuna y un tratamiento adecuado de los afectados, fuera de China, los países han tomado medidas individuales, algunas perjudiciales, como la suspensión de las clases, las cuarentenas mal definidas o los cierres de fronteras.
Ayer, la OMS identificó el nuevo coronavirus como una emergencia de salud pública internacional y emitió recomendaciones precisas para la población, los científicos y las autoridades sanitarias. Eso es de suma importancia para poder trabajar todos en la misma dirección, con los mismos criterios, y para generar la confianza colectiva.
Sin prisa, pero sin pausa, debemos mantenernos informados de fuentes veraces y confiables y adoptar las conductas recomendadas, y además educar y compartir con aquellos que nos rodean para llevarles la calma necesaria para adoptar las medidas realmente protectoras.
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