La economía de Biden enfurece a China, y está bien que sea así
El silencioso y sofisticado nacionalismo económico del presidente norteamericano ha resultado más eficaz que las medidas de Trump, que se llenaba la boca contra los chinos
NUEVA YORK.- En los últimos años, los republicanos han hecho una insistente campaña para pintar a los demócratas en general, y al presidente Joe Biden en particular, como “blandos” con China, en contraste con la supuesta dureza de su antecesor, Donald Trump.
Y uno de los pilares del argumento del Partido Republicano en contra de las políticas de Biden hacia China, a todo esto, era que su debilidad quedaba en evidencia en su reticencia a prohibir TikTok. Hoy ese argumento parece irónico, ya que Trump, que propiciaba esa prohibición, de pronto revirtió posición, y al parecer justo después de reunirse con un megamillonario aportante a las campañas republicanas que tiene una fuerte participación accionaria en esa red social controlada por los chinos.
Pero incluso antes de este marcado giro sobre TikTok, lo cierto es que mientras Trump adoptaba una línea xenófoba rayana con el racismo —por ejemplo, cuando intentó rebautizar el Covid-19 como “virus chino”— y les imponía aranceles inútiles comercialmente pero muy rendidores para la tribuna, en realidad nunca tuvo una estrategia coherente para hacer frente al principal rival de Estados Unidos. Por el contrario, y sin hacer tanta alaraca, Biden fue tomando calladamente una postura muy dura en materia de comercio internacional, y especialmente con China.
Desde hace un tiempo, vengo argumentando que el sofisticado nacionalismo económico de Biden es una gran cosa, en todo caso mucho más efectiva que las bravuconadas proteccionistas de Trump. De hecho, las políticas de Biden hacia China son tan duras que, aunque las apoyo, me inquietan un poco. Y si no me creen a mí, permítanme mencionar a alguien que sí parece estar de acuerdo conmigo: el gobierno chino.
China acaba de presentar una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por la Ley de Reducción de la Inflación que aprobó Estados Unidos y que, a pesar de su nombre, es en esencia un intento de luchar contra el cambio climático subsidiando la transición a una economía de bajas emisiones de carbono. China se quejó específicamente de los subsidios a los vehículos eléctricos que, según afirma, discriminan injustamente la producción que utiliza componentes de baterías de autos fabricados en China.
Honestamente, no la vi venir. La nueva política industrial de Estados Unidos favorece la producción nacional y —ya veremos si es así— podría violar las normas de la OMC. Pero entre todos los países, que sea justamente China la que se queja de los subsidios específicos, es de un descaro colosal.
China subsidia a sus empresas favoritas con ingentes sumas de dinero, mucho más que cualquier otra economía importante del mundo. Además, Pekín ha implementado sistemáticamente políticas discriminatorias con total descaro: durante varios años y hasta 2019, por ejemplo, las empresas no chinas tenían básicamente prohibido proveer de baterías de vehículos eléctricos a las automotrices chinas.
Tampoco está claro qué espera lograr China con esta denuncia. En 2022, la OMC dictaminó que los aranceles norteamericanos a las importaciones de acero y aluminio, impuestos durante el gobierno de Trump pero que el gobierno de Biden mantuvo, eran ilegítimos. La administración Biden respondió, de hecho, rechazando los argumentos de la organización.
El gobierno de Biden seguramente haría lo mismo para defender subsidios que no son simplemente un legado de Trump, sino más bien un elemento clave de su estrategia climática: un intento de que la transición hacia energías verdes sea políticamente viable, asociando esa transición a la creación de empleo. Las disposiciones de “compre norteamericano” pueden hacer que esta estrategia climática sea más costosa, pero sin ellas tal vez la Ley de Reducción de la Inflación jamás habría sido aprobada.
Exceso de capacidad
Los funcionarios de Biden han dejado en claro que no permitirán que las exportaciones chinas rompan ese vínculo entre política climática y creación de empleo. El miércoles, la secretaria del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, le advirtió a China sobre el “exceso de capacidad” en energía verde que está desarrollando como resultado de los subsidios. Teniendo en cuenta eso, cuesta imaginar que el gobierno de Biden acepte un fallo contra sus propios subsidios, incluso si China gana el caso en la OMC.
¿Cuál es, entonces, la verdadera intención del gobierno chino con todo esto? Supongo que en el trasfondo hay alguna estrategia en juego, aunque no se me ocurre cuál pueda ser. Tal vez la explicación más probable sea que los funcionarios de Pekín simplemente atacan —tal vez ante el reclamo de su propia élite empresaria de que hagan algo— porque están sintiendo el aguijón de las políticas de Biden.
Aunque en este momento el tema álgido son los autos eléctricos, las políticas de Biden van mucho más allá del tema de los subsidios. Estados Unidos también está impulsando la producción de semiconductores, en parte para reducir su dependencia de China. Y el gobierno de Biden ha impuesto límites estrictos a las exportaciones de norteamericana tecnología a China, con el claro objetivo de obstaculizar su progreso tecnológico en semiconductores avanzados y en informática.
Como dije, la política de Biden hacia China es tan dura que a mí, alguien que generalmente favorece un sistema basado en reglas, me inquieta un poco, aunque a diferencia de muchos economistas —quienes me parece que no entienden del todo hasta qué punto el mundo ha cambiado— yo creo que el enfoque es el correcto. Es comprensible que todo esto parezca enojar al liderazgo chino. Pero eso está bien: permite entrever que la estrategia de Biden está funcionando.
Vale la pena notar el contraste cuando hablamos de política interna. Trump hizo un gran espectáculo de su enfrentamiento con China, pero mientras fue presidente fue ineficaz, y no bien corrieron riesgo sus aportes de campaña, parece haberse olvidado de TikTok. Biden tal vez sea blando en las palabras, pero empuña el garrote con fuerza y decisión. O por decirlo de otra manera, en realidad Trump no es duro con China: se hace el duro para las cámaras de televisión. El que hace en serio ese trabajo es Biden.
Por supuesto que eso no impedirá que los republicanos sigan diciendo que Biden es blando con China. Pero no es cierto. Y con su denuncia ante la OMC, el gobierno chino está demostrando que sabe que eso efectivamente es así.
Traducción de Jaime Arrambide
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