La lucha por la sucesión de Lula
El 3 de octubre del presente año se conocerá al sucesor de Luiz Inacio Lula da Silva, que el 1º de enero de 2011 dejará el poder luego de ocho años de su ejercicio. Las candidaturas aún no han sido oficializadas, pero hace más de un año hay dos candidatos que están en boca de todos: ellos son Dilma Rousseff, por el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y el opositor gobernador de San Pablo, José Serra, por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Dentro de la oposición, la candidatura de Serra a la presidencia por el PSDB quedó allanada luego de que Aécio Neves -gobernador del estratégico estado de Minas Gerais- anunciara públicamente su desistencia de disputar una interna con el gobernador paulista, siendo ahora sólo una cuestión de tiempo hasta que Serra formalice su candidatura.
En el caso del oficialismo, Rousseff, que ocupa la cartera de la Casa Civil -una suerte de jefatura de gabinete por su importancia estratégico-política–-ha sido la única obsesión de Lula para su sucesión en el Planalto, sin admitir ninguna otra posibilidad. Los candidatos naturales para la sucesión presidencial por el oficialismo hubieran sido el ex hombre fuerte de Economía, Antonio Pallocci, o el ex ministro de la Casa Civil José Dirceu, pero ambos estuvieron involucrados en procesos judiciales y debieron abandonar el poder durante el primer mandato de Lula, dejando a un lado sus aspiraciones presidenciales.
Otros candidatos menores son Ciro Gomes (Partido Socialista de Brasil) y Marina Silva, ex militante del PT y actual integrante del Partido Verde. Cabe destacar que ambos fueron ex ministros de Lula. Silva cuenta con el apoyo de Heloísa Helena, una dirigente ubicada a la izquierda del PT y que se presentó en el 2006 bajo el Partido Socialismo y Libertado con un magro resultado electoral. Gomes, mientras tanto, se encuentra coqueteando con la gobernación paulista -a la que Lula le ofreció todo su apoyo- o mantenerse firme en su aspiración presidencial.
El interés de Lula de sacar a Gomes de la carrera presidencial obedece a que éste, además de ser un candidato competitivo, comparte el espectro ideológico de Rousseff y le arrebata varios votos. A su vez, Lula necesita un candidato fuerte en el mayor distrito electoral brasileño para sumarle votos a su candidata y menguar el impacto de lo que hoy sería un claro triunfo de Serra en tierra paulista.
Ambigüedad. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que tuvo un rol clave en la redemocratización de Brasil en 1985 con la elección de Tancredo Neves (quien no llegó a asumir y fue reemplazado por José Sarney tras su repentino fallecimiento), actualmente es el partido con mayor cantidad de legisladores, municipios y estados en la política brasileña.
Llama la atención que no presente ningún candidato presidencial, pero ello es motivado por una ambigüedad estratégica del partido: apostar al mismo tiempo por la suerte de Serra y la de Rousseff, ubicándose así en uno de los partidos ganadores. Ya hubo una pseudo-escisión dentro del partido, donde una facción minoritaria manifestó su apoyo al gobernador paulista, mientras que gran parte del partido apoya la candidata de Lula: algo similar sucedió en las elecciones del 2006, donde el partido se dividió entre Lula y Alckmin.
La vicepresidencia, un cargo estratégico en Brasil. La lógica del sistema multipartidista hace del cargo del vicepresidente un lugar estratégico en Brasil. En el oficialismo hay una certeza: el acompañante de Rousseff provendrá del PMDB. Lula sabe que su apoyo es imprescindible para imponer a su candidata, y por ello el PT ya firmó un preacuerdo electoral con el PMDB donde le ofreció secundar a Rousseff.
El principal nombre que se baraja es el del actual presidente de la Cámara Baja, Michel Temer, mientras que también se habla de Henrique Meirelles, el presidente del Banco Central, que recientemente se afilió al PMDB. Para secundar al opositor PSDB, en cambio, se evalúan dos alternativas. Una se ubica dentro del PSDB, representada por el gobernador mineiro Aécio Neves, mientras que la otra alternativa sería algún candidato del partido Demócrata, el principal aliado del PSDB.
El "modelo Lula" contra el "modelo Cardoso". Todo indica que el oficialismo buscará que el electorado escoja entre el modelo Cardoso y el modelo Lula. Mientras que el primero supone la estabilidad económica obtenida con el Plan Real, el segundo le añade un sesgo social, con los renombrados programas como el Hambre Cero o Bolsa Familia. Cabe señalar que esta comparación es sumamente superficial, ya que uno no podría haber acontecido sin el otro.
Serra entiende perfectamente el juego de Lula, y para ello adoptó una estrategia consistente en mantener un perfil extremadamente bajo, donde no sólo escogió no confrontar públicamente con Lula, sino que en sus pocas declaraciones públicas dejó entrever que mantendrá y ampliará aún más las políticas sociales de la gestión actual.
El medio ambiente, uno de los ejes centrales del debate político. Hasta el momento, Marina Silva no es una candidata competitiva para la sucesión presidencial, pero su irrupción a la carrera por el Planalto sacudió la agenda de todos los candidatos, donde debieron incorporar a la fuerza un debate que tiene mucho peso en Brasil: la cuestión ambiental. Ex compañera del asesinado militante ambientalista Chico Mendes, Silva tiene una destacada trayectoria en dicha materia, y también marcó su presencia en la última Conferencia del Clima en Copenhague, pero en representación de ONG´s.
La candidatura que más puede verse perjudicada ante este debate es la de Dilma Rousseff y su Programa para la Aceleración del Crecimiento, más conocido por sus siglas, el PAC. La ambiciosa propuesta de Rousseff, que muchos interpretan como una carta de presentación de la candidata de Lula para la sucesión presidencial, comprende un ambicioso proyecto de obras de infraestructura a lo largo y ancho de Brasil. El problema es que esta suerte de industrialización express no siempre contempla el impacto ambiental, y sus obras son muy criticadas en este aspecto. En contraposición, Silva apuesta por el desarrollo sustentable.
Más allá de quién logre la presidencia, esta elección encaminada a una opción entre el PT y el PSDB supone una buena noticia para el fragmentado sistema de partidos brasileño: significaría que los dos proyectos políticos que cuentan con mayor experiencia político-administrativa y liderazgos consolidados -que además han administrado exitosamente al Brasil y cuentan con una buena consideración en la sociedad- continuarán al frente del Ejecutivo brasileño.
- El autor es analista político de Brasil
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