La mala imagen republicana, un freno para su candidato
SALISBURY, CAROLINA DEL NORTE.- A pesar de su buen desempeño en el debate presidencial, si Mitt Romney aspira a superar al presidente Barack Obama tendrá que aprovechar todas las oportunidades que se le presenten en las próximas cuatro semanas. Y el Partido Republicano que él lidera no le está prestando gran ayuda.
Debido en parte a la posición intransigente de la convención republicana en ciertos temas clave y a la impopularidad del ex presidente George W. Bush, la imagen del Partido Republicano está en uno de los puntos más bajos de los tiempos modernos. Ahora, Romney empezó a tomar distancia de algunas de las políticas de su partido, al enfatizar sobre todo que no tiene intenciones de rebajarles los impuestos a las personas de altos ingresos.
Tal vez sea una jugada inteligente, según dicen los militantes republicanos de regiones donde cada vez es más difícil vender la marca de su partido. Cuando se les habla a los votantes independientes, "es más importante tratar de venderles a Romney" que las políticas republicanas, dijo Jordan McSwain, de 19 años, que realiza alrededor de 800 llamadas telefónicas por semana para los candidatos republicanos desde Salisbury, en el centro de Carolina del Norte.
Muchos votantes indecisos le dicen que "los republicanos trabaron toda la labor de Washington", dijo McSwain, aunque él les recuerde que durante los dos primeros años de mandato de Obama los demócratas controlaron el Congreso.
Las últimas encuestas revelan las dificultades que afronta el Partido Republicano. Una encuesta de CBS y The New York Times realizada el mes pasado mostró que el 49% de los adultos tenían una opinión favorable del Partido Demócrata, y un 36%, negativa. En el caso del Partido Republicano, la ecuación se invertía: el 43% opinó favorablemente, contra un 55% que lo desaprobó.
En parte, se debe a que son más los estadounidenses que se consideran a sí mismos demócratas. La última encuesta de AP-GfK reveló que el 31% de los adultos se consideran demócratas; el 22%, republicanos, y el 29%, independientes. Cuando se presiona a los votantes independientes a manifestar hacia qué lado se inclinan, la mitad lo hizo por los demócratas, y el 37%, por los republicanos.
Las buenas mediciones del Partido Demócrata tampoco son para jactarse. Pero para Obama la identificación partidaria no tiene mayor relevancia, porque los votantes pueden juzgar sus cuatro años de gobierno.
Como Romney es menos conocido, se ve obligado a apoyarse en la "marca republicana". Sus esperanzas tal vez descansen en lograr distanciarse de los aspectos menos populares de su partido, sin perjudicar la recaudación de fondos de campaña y el apoyo de los republicanos de base. Entre esos aspectos impopulares se cuenta la intransigencia de los republicanos del Tea Party en el Congreso, en especial en lo referido a los impuestos y al gasto público.
En los últimos días, Romney dijo que no piensa reducir la carga impositiva de las familias de altos ingresos, aunque sigue pidiendo una rebaja del 20% del impuesto federal a las ganancias. Afirma que esos cambios mantendrán la carga tributaria general en el mismo nivel.
En tanto, las encuestas muestran un significativo apoyo al pedido de Obama de aumentar los impuestos de los hogares con ingresos superiores a los 250.000 dólares al año.
Ahora que Romney habla con entusiasmo de una política impositiva que no implique una rebaja neta, quedó en mala posición frente a muchos congresistas republicanos, que aseguran que una reducción de los impuestos a los grandes ingresos alentaría la creación de empleo.
Brian Nick, un consultor republicano, dijo que ninguno de los dos partidos "tiene buena imagen", debido a los constantes enfrentamientos partidarios. Sin embargo, según Nick, en los estados más peleados los demócratas muchas veces sacaron ventaja al pintar a todos los republicanos como más interesados en la pureza partidaria que en la solución de los problemas de la gente.
"Los demócratas suelen ponerles a todos los republicanos la etiqueta del Tea Party, para así intentar vincularlos con la ortodoxia más estricta", dijo Nick.
Más daño aún le hace a la marca republicana la opinión de la gente sobre los dos últimos ex presidentes de ambos partidos. Sólo uno de cada cuatro norteamericanos tenía una opinión favorable de Bush cuando abandonó la presidencia, según Gallup. Su imagen mejoró un poco, pero está muy por debajo de la del ex presidente Bill Clinton.
Traducción de Jaime Arrambide
Charles Babington
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