Un violento asalto en la puerta de su casa hace tres años convirtió a Lidia Mayta en capacitadora de defensa personal con técnicas de taekwondo para mujeres de la ciudad de El Alto
Los atacantes que querían robarle ya le habían colocado una soga al cuello, pero fueron espantados por sus vecinos. “Yo no sabía cómo defenderme, ahora trato de que otras mujeres pierdan ese miedo”, dice esta mujer originaria de Puerto Chaguaya, en la frontera con Perú. Lidia, de 56 años, tiene una pequeña tienda de artículos básicos en su casa en El Alto. Asistió primero a los cursos de “Warmi Power” (“warmi” significa mujer en aymara), un emprendimiento que capacita a mujeres en taekwondo para defenderse de la violencia, principalmente machista. Y luego se convirtió en mentora.
Bolivia registra cuatro homicidios por cada cien mil habitantes, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana del Estado. “No somos el país más inseguro de la región, pero sí somos un país violento contra las mujeres”, indica Lucía Vargas, integrante de la organización feminista Coordinadora de la Mujer. Ocho de cada diez mujeres, niñas y adolescentes en Bolivia han sufrido algún tipo de violencia al menos una vez en su vida, según datos gubernamentales.
En 2023 más de 51.000 mujeres denunciaron violencia, 39.000 de ellas relacionadas con parejas, esposos y concubinos como agresores.
Lidia Mayta asegura que Warmi Power la hace sentir “líder, activista y con fuerza para difundir los aprendizajes a otras mujeres”. Como líder indígena -es secretaria de Salud de su comunidad en Puerto Chaguaya-, Lidia fue invitada a unirse al equipo hace tres años para facilitar la comunicación con las mujeres que hablan en aymara.
Warmi Power, un proyecto de las profesoras de taekwondo bolivianas Laura Roca y Kimberly Nosa, ambas cinturón negro, fue lanzado en 2015. En sesiones que utilizan elementos de la terapia de grupo, todo tipo de mujeres aprenden el arte marcial. Regularmente se hacen talleres específicos para indígenas, muchas de ellas migrantes que además de violencia machista sufren la discriminación al llegar a la ciudad.
“La violencia no se resuelve con violencia, pero aprender a defenderse puede salvar nuestras vidas”, afirma Kimberly.
El padre de Laura le dijo que el taekwondo era solo para hombres, pero ella insistió y junto a Kimberly ya han capacitado a más de 35.000 mujeres en diferentes rincones de Bolivia. Marcelina Quispe, de 45 años, vende quesos en una zona comercial de la ciudad altiplánica. La historia de violencia de pareja de una amiga la llevó a inscribirse en los talleres de Warmi Power.
“Su esposo le dijo: ‘Te voy a enterrar en tu patio si me dejas’. Yo le he dicho que no tenga miedo, que no la vamos a dejar sola, y de ahí me vine a estos talleres porque nunca se sabe cuándo viene la desgracia”, contó Quispe.
Con información de AFP