El experto argentino-israelí, que en los años 80 participó del milagro israelí de derrotar la inflación, analizó con LA NACION los efectos del conflicto en el corto y largo plazo
El especialista argentino-israelí Leonardo Leiderman tiene el hábito de mirar la economía con un pie puesto en la coyuntura y otro en el largo plazo. Esa habilidad hizo que a mediados de los años 80 el gobierno del entonces primer ministro israelí Shimon Peres lo convocara para lo que él denomina la “segunda parte” del milagro israelí cuando era esencial, tras haber bajado bruscamente la inflación del 500% anual al 18%, seguir achicando ese índice y cimentar el logro en el largo plazo.
Este exasesor del Banco Central de Israel, nacido en Córdoba, es hoy profesor emérito de la Eitan Berglas School of Economics de la Universidad de Tel Aviv, y en congresos y conferencias analiza la situación económica mundial y el impacto de la Guerra en Ucrania con esta doble visión de las transformaciones globales que ocurrirán en el corto y largo plazo. Con esa mirada, en una entrevista con LA NACION desde Israel, analizó 2023 como un año difícil para la economía del planeta, “del que surgirá un mundo totalmente diferente del que conocimos hasta ahora”.
—¿Qué consecuencias económicas tendrá la Guerra en Ucrania en el corto plazo, digamos el año próximo?
—La economía mundial está sufriendo dos shocks, uno directo que es el encarecimiento de las materias primas, petróleo, gas, fertilizantes, y el precio de los alimentos. Un segundo efecto es indirecto: el aceleramiento de la “desglobalización”. Europa Occidental es la zona más afectada con su gran crisis energética. Lamentablemente, el mundo tuvo una baja inversión en energía en las últimas décadas, y todo se agravó con la guerra y la reducción de las exportaciones de Rusia y Ucrania. Esto llevó a una suba dramática en la inflación, que en la zona Euro llega ya al 10% anual Se trata de una inflación como la que hubo en el 1973—74, producida por el aumento de los costos y no por la demanda. Frente a la inflación, los bancos centrales no tienen otra alternativa más que subir sus tasas de interés, o sea ejercer una política restrictiva, y el efecto inmediato es una caída en el consumo, los precios de acciones, bonos y el sector inmobiliario en casi todos los países. En resumen, el 2023 va a ser un año difícil. En Estados Unidos no va a haber recesión, en Israel tampoco, pero el crecimiento será inferior al esperado. En tanto Europa ya está en recesión y el presidente del Bank of England anunció que la economía inglesa sufrirá de recesión en los próximos dos años. Parafraseando a Álvaro Alsogaray, en vez de “hay que pasar el invierno”, diríamos “hay que pasar 2023″. La esperanza sería que en la segunda mitad del 2023 o a comienzos de 2024 la situación se estabilice.
—¿Cuáles serán las consecuencias económicas de la guerra en el largo plazo?
—Todo se ha complicado por la guerra fría en la que entraron Estados Unidos y China. En lo geopolítico, ha surgido un mundo bipolar, donde el eje China-Rusia-Irán enfrenta a Estados Unidos y sus aliados. Además, la desglobalización se caracteriza por una concentración de los países de Occidente en sus propios intereses nacionales y no tanto en los regionales. Eso es un territorio fértil para movimientos políticos populistas y nacionalistas, tanto de derecha como de izquierda. Por otra parte, hay una caída en el comercio internacional. Tomemos por ejemplo la industria automotriz alemana. Ellos decidieron cambiar su modelo de negocio y depender menos de las importaciones de componentes y materias primas de otros países, especialmente en Asia y Europa Oriental, para reducir su vulnerabilidad frente a eventuales shocks en el futuro que puedan afectar la cadena de abastecimiento global. El resultado es mas autonomía, pero sin duda que los costos de producción de autos, y a lo mejor la inflación, serán más altos. A ese fenómeno lo llamamos la “localización”. Por supuesto que la globalización no desaparecerá por completo, seguirá manifestándose, por ejemplo, en ámbitos como internet o las comunicaciones.
—¿Y qué tienen de bueno y de malo la localización o la globalización desde un punto de vista económico?
—Lo bueno de la globalización es que aumenta la eficiencia en el uso de recursos y resulta en un mayor PBI nacional y mundial. Cada país se especializa en aquello en lo cual tiene una ventaja comparativa, o sea lo que puede producir mejor y a más bajo costo, y crecen sus exportaciones. Por ejemplo, Taiwán tiene ventaja en producir semiconductores, Argentina, productos del agro, Israel, servicios de high—tech. Lo negativo de la globalización económica fue que los gobiernos no se preocuparon en redistribuir los grandes beneficios del proceso, y como resultado de eso aumentó la desigualdad. Hubo sectores que se beneficiaron mucho y otros que no. Y es así que el descontento popular fue subiendo. De pronto, Inglaterra decidió avanzar con el Brexit, y Trump comenzó a hablar de “America first”. En cuanto a las ventajas de la localización, lo más importante es que reduce la vulnerabilidad frente a shocks externos. Si Alemania logra producir más energía, dependerá menos del gas de Rusia. Por eso, los hacedores de política de Occidente se están volcando ahora hacia la localización, tratando de desconectarse de todo lo que tenga que ver con el bloque de China y sus aliados. Esto va resultar en mayores costos de producción y un menor nivel de crecimiento.
—En cuanto a cambios políticos ¿cuáles son las consecuencias globales de la guerra en Ucrania?
—El mundo se está reorganizando en un nuevo orden, y debido a esta guerra y la gran rivalidad entre Washington y Pekín, hemos entrado en una segunda guerra fría, que es de esperar no termine en una tercera guerra mundial. Además, es preocupante y frustrante ver cómo un dictador, Putin, esta causando tantas atrocidades y sufrimiento humano, mientras el resto vemos esto en vivo y en directo. Así, ante la coyuntura, también en lo político en todo el mundo avanzan los líderes con propuestas de corto plazo.
—¿Cuál es el problema del “cortoplacismo” en lo político?
—Las soluciones de corto plazo sirven para apagar incendios, con un efecto negativo en el mediano y largo plazo. Las necesarias reformas estructurales en educación, en el mercado laboral, en lo social, se siguen postergando así año tras año. Los políticos terminan teniendo pocos incentivos para invertir en el futuro, en proyectos cuyos beneficios se verán recién después de las próximas elecciones. Para eso, se necesitarían líderes con gran apoyo político interno, visión y liderazgo, que piensen en las futuras generaciones. Pero es difícil encontrarlos hoy en día.
—¿Qué ventanas de oportunidad se abren para la Argentina en esta situación?
—La Argentina tiene que resolver antes que nada su gran crisis política y económica interna que resulta en una pérdida de credibilidad y de confianza en las autoridades. Esperemos que luego de las elecciones del año próximo, el gobierno que se establezca implemente un plan de estabilización que abarque todos los desequilibrios que existen. En el corto plazo, hoy en día hay en el mundo una gran escasez de productos y materias primas que la Argentina produce y puede exportar. Esta es una ventana de oportunidad para el país. Pero si al mismo tiempo no se dan incentivos lógicos y racionales a los exportadores, no veo cómo se puede tomar ventaja de esta situación.
—En resumen, ¿cómo definiría al mundo que se abre a partir de la Guerra en Ucrania?
—La situación económica inmediata va a ser dura. Además, el mundo ha entrado en una etapa de guerra fría, bipolarización, suba del populismo y nacionalismo. Es difícil ser optimista en este contexto, pero hay que tener en cuenta que el mundo ya pasó por grandes shocks en el pasado y pudo continuar la vida después de ellos, como en las guerras mundiales o el 11 de septiembre de 2001. Como dijo el gran líder Winston Churchill…“El éxito no es definitivo y el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el coraje de continuar”.
En 7 preguntas es una serie de entrevistas a especialistas para entender los temas más relevantes del escenario global de la mano de quienes más los conocen. Podés acceder a todas las notas en este link.
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