NUEVA YORK.- "No tuve miedo, y no creo que puedas ser una persona miedosa para participar de un programa así". Ian Haydon tiene 29 años, es especialista en biotecnología y comunicación. Ahora, también se enorgullece al ser voluntario de un estudio clínico que lucha por conseguir el fin de la pandemia del coronavirus con una vacuna.
Aplicó al estudio sin mucha expectativa. Recibió la confirmación del laboratorio Moderna, y desde mediados de marzo es un sujeto de estudios de la ciencia. Todo su camino, sus dudas y sus certezas, Ian Haydon lo habló en una entrevista telefónica con LA NACION.
La primera fase fue superada con prometedores resultados. Un atisbo de esperanza generalizada se encendió cuando el estadounidense laboratorio Moderna anunció estar listo para pasar a la segunda instancia de pruebas en humanos en lo que es el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus .
Los efectos del Covid-19 han puesto al universo de los científicos en una carrera sin precedentes. La Organización Mundial de la Salud tiene registro de más de un centenar de vacunas en un proceso de desarrollo e investigación, con un total de 8 ya testean sus procutos en personas. Esos voluntarios, individuos que son sujetos sometidos a la experimentación de la ciencia, son parte de la esencia del trabajo que significa desarrollar un sistema de inoculación para luchar contra enfermedades.
En el caso de Haydon, una suma de factores clave fueron los necesarios para que decidiera participar del programa. En los últimos días del mes de marzo, el joven recibió a través de un amigo una búsqueda del laboratorio Moderna para participar de un estudio que apuntaba al desarrollo de una vacuna en Seattle, la ciudad en la que vive. Se inscribió, y a los pocos días su teléfono sonó.
"Realmente no pensé que me fueran a llamar, pero se dio", contó Haydon a LA NACION. Junto a otros 44 voluntarios, el joven se presentó en las instalaciones del centro médico Kaiser Permanente, ubicado al noroeste del país. Un formulario de consentimiento de más de 20 páginas -que incluyó reconocer que podría haber riesgos-, una batería de estudios médicos y genéticos, y la promesa de evitar tener hijos durante el programa, fueron algunas de las condiciones necesarias para ser parte del proyecto.
"Desde el principio he sentido que estoy en buenas manos. Los científicos y los expertos de la salud realmente han sido increíbles profesionales", señaló Haydon, y subrayó: "No percibo que lo que esté haciendo sea ni un poco riesgoso, sino un paso necesario para el desarrollo de lo que es una vacuna".
El primer pinchazo llegó el 8 de abril. Sin grandes efectos secundarios más allá de un poco de malestar en el brazo en las horas después de haber recibido la inyección, Haydon pasó por una serie de controles que incluyeron una extracción de sangre todas las semanas hasta recibir la segunda y última dosis de la vacuna.
El trabajo es en equipo. Del otro lado del país, en Bethesda, Maryland, científicos del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), recibien la información procesada en Seattle para analizar la sangre de Haydon -y del resto de los participantes- en busca de señales positivas, en busca de que la vacuna genere respuestas en su sistema inmunológico.
Con el paso de los días y el control exhaustivo de los participantes, la primera señal de optimismo se hizo real: Moderna, la compañía estadounidense fundada en 2010, un laboratorio ciertamente joven comparado con los otros gigantes que trabajan en el desarrollo de vacunas, anunció que en las próximas semanas entraría en la segunda fase de pruebas en humanos. El grupo de voluntarios testeados pasará de ser integrado por 45 personas a centenas para tener certeza de la seguridad y efectividad del producto.
Según comentó Haydon a este medio, todos los 45 participantes -quienes recibieron la misma vacuna en distintas dosis- presentaron casos de seroconversión, lo que significa la aparición de anticuerpos. Ocho de esos voluntarios, además, presentaron anticuerpos neutralizantes, lo que permite al cuerpo reconocer al virus y bloquear su ingreso en células sanas, y lo que los científicos esperan conseguir en la mayoría de los participantes.
Ahora, sólo queda esperar para el joven especialista en biotecnología, y dejar al equipo de científicos avanzar. "Son sólo dos pinchazos, después de eso son sólo controles semanales que luego se irán diluyendo. El proceso toma, más o menos, un año", detalló Haydon, quien recibe un promedio de 100 dólares por cada visita el centro médico.
¿Puede una persona abandonar un proyecto semejante? Sí. "Somos voluntarios, nadie nos obliga a nada", explica el joven, quien sí remarca que el laboratorio pide que, antes de renunciar, una persona se acerque una última vez al centro médico para un último control general.
En tiempos de pandemia en los que el temor y la incertidumbre se volvieron grandes protagonistas, la familia de Haydon infla el pecho de orgullo por el voluntariado del joven. "Me han apoyado mucho desde el primer momento, la verdad. En especial mi novia, quien vive conmigo", dijo. Al ser consultado por qué es lo que piensan sus amigos, el joven estalló en risas: "Mis amigos científicos están, definitivamente, un poco celosos". Y añadió: "Creo que todos piensan como yo, que sin dudas este era un camino interesante que recorrer".
Un optimismo cauto
Pese a la esperanza que generó el comunicado de Moderna, los pronósticos de los especialistas toman la información con cautela. El laboratorio no tiene en su haber, hasta ahora, ninguna vacuna patentada. Y si bien esta primera fase mostró óptimos resultados, todavía queda un largo camino por delante. De darse el éxito de los científicos, el objetivo ahí sería producir la vacuna a gran escala y en tiempo récord.
Con la luz verde de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), en los próximos días se dará comienzo a la fase dos de este estudio clínico. Esta etapa no sólo aumenta la cantidad de gente que recibirá las inyecciones, sino que amplía el rango etario, que hasta ahora estaba limitado a voluntarios en buen estado de salud de entre 18 y 55 años. De continuar con resultados favorables, la fase 3 -que significaría la prueba en miles de personas- comenzaría en el mes de julio. Frente al mejor de los pronósticos, según los expertos, la vacuna aún así tardía muchos meses en ser producida a gran escala.
"Por supuesto que se siente bien ser parte de un movimiento que da un poco de esperanza; cruzo los dedos para que esta vacuna pruebe ser efectiva, y que muchas otras también lo sean. El mejor resultado sería el desarrollo de múltiples vacunas contra este virus porque eso significaría que más personas podrían recibirlas", concluyó Haydon.
Más leídas de El Mundo
Los Faber-Castell. Las gemelas herederas de la familia noble que desde hace nueve generaciones es sinónimo de lápices
Revuelo en EE.UU. La ironía de Robert Kennedy Jr. sobre su parásito cerebral: “Me ofrezco a comer cinco gusanos más”
Eurovisión. Amenazas de muerte a la representante de Israel y pedidos de boicot: las protestas propalestinas enturbian un popular festival europeo