Preocupa a EE.UU. la influencia de China en América latina
WASHINGTON.- La influencia china crece cada día en la Argentina, Brasil, Venezuela y el resto de América latina y representa una "preocupación" para el desarrollo de la democracia y los derechos humanos en el continente, coincidieron ayer los máximos funcionarios del Departamento de Estado y del Pentágono para la región.
"La influencia china en la región es hoy mínima, pero es creciente y no es para minimizar. Es un punto a analizar si puede influir negativamente en las políticas de derechos humanos", admitió el secretario adjunto para la región del Departamento de Estado, Roger Noriega, al declarar bajo juramento ante una comisión del Congreso.
A su lado, el máximo referente del Departamento de Defensa para América latina, el subsecretario adjunto Roger Pardo Maurer, afirmó estar "preocupado por la presencia en aumento de China en los países de la región" y destacó que Estados Unidos debe "estar alerta" ante "ciertas actividades chinas".
Ambos funcionarios testificaron ayer ante los miembros del Subcomité para el Hemisferio Occidental -el nombre que aquí usan para aludir a la región- de la Cámara de Representantes del Congreso, durante el debate sobre "la influencia de China en América latina".
El debate se concentró con especial énfasis en las relaciones chinas con Venezuela y Cuba, pero por momentos la Argentina y el presidente Néstor Kirchner fueron protagonistas, como también los acuerdos que los chinos sellaron en 2004 en Buenos Aires, Brasilia y Santiago de Chile.
Temor de desestabilización
"El precio de la democracia podemos decir que a veces es la vigilancia. ¿Y sabe qué me preocupa? El avance de un régimen totalitario como el chino en la región", explicó el presidente de la subcomisión, el republicano Dan Burton, al interrogar a Noriega.
"¿Cree que la Argentina o Brasil o Venezuela pueden pasar de la democracia a otra forma de gobierno? Le recuerdo que esos tres países tienen líderes de izquierda que, apoyados por China, podrían llegar a querer desestabilizar la región", explicó.
Noriega negó esa posibilidad. "La presencia china no es un sinónimo de desestabilización", comentó, y recordó el argumento que una y otra vez repite la Casa Blanca al aludir a Kirchner, Luiz Inacio Lula da Silva o el uruguayo Tabaré Vázquez.
"La clave es que esos líderes fueron elegidos democráticamente y, además, promueven o aplican medidas económicas y reformas sociales pragmáticas. Sólo hay un par de países que son la excepción", sostuvo, en alusión a Cuba y Venezuela.
"Hay que medir la intervención china por las alianzas que teje en la región, pero tenemos alianzas y trabajamos con los brasileños, uruguayos y argentinos", explicó, al refutar el planteo de Burton.
Noriega descartó además que China sea "hoy una amenaza militar" en América latina y afirmó "desconocer" si la colaboración militar china con Cuba termina de algún modo en Venezuela.
Alarma encendida
"Puede ser que China no represente una amenaza hoy, pero si hay algo para admirar de los chinos es que piensan a largo plazo", le advirtió el demócrata Robert Menéndez. "Quizás alguien debe sonar la alarma antes que todo esto se vaya de las manos, ¿no cree?", inquirió.
Pardo Maurer tomó la posta. "Debemos estar alertas, en especial por las posibles actividades que desarrolla China en la región en las áreas de inteligencia, comunicaciones y guerra cibernética", detalló. "Alentamos a otros países del hemisferio a que revisen de cerca esas actividades que podrían posiblemente ser usadas en contra de ellos y de Estados Unidos", dijo.
LA NACION lo consultó luego sobre qué países ingresaban en el alerta. "Todos, pero en particular los más cercanos a Estados Unidos, no así la Argentina, Brasil o Uruguay", explicó.
Noriega también comparó los "beneficios" de los lazos comerciales existentes entre los países americanos con los "inconvenientes" de los acuerdos de China con la Argentina, Brasil, Chile y Cuba.
"Las inversiones chinas a menudo son préstamos que a su vez requieren que los trabajos sean hechos por empresas chinas; además, los economistas sospechan que con esas inversiones China sería más competitiva en el mercado global, pero a expensas de las economías de América latina, y, finalmente, las inversiones chinas se concentran en materias primas, más que en actividades con valor añadido que generen más empleo y potencien las habilidades laborales", enumeró.
Burton recordó que las importaciones chinas desde América latina crecieron de US$ 3000 millones en 1999 a US$ 21.700 millones en 2004, mientras que sus exportaciones a la región subieron de US$ 5300 millones a US$ 18.300 millones en el mismo período.
"La creciente presencia de China no necesariamente constituye una amenaza para los intereses de Estados Unidos", replicó Noriega. "Pero somos muy conscientes de que los crecientes lazos económicos de China en la región incluyen una dimensión política", agregó.
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