Seis meses sin la amenaza terrorista
SAN SEBASTIAN.– Las voces de políticos, fiscales, escoltas y víctimas que sufrieron de una forma u otra el terrorismo de ETA coinciden en que se vive con más "tranquilidad" desde que hace algo más de seis meses la banda anunciara el cese definitivo de la violencia. Pero falta algo: la disolución y la entrega de armas.
Para muchos, supuso un "alivio" que la sociedad vasca haya podido recuperar la normalidad, aunque hay quienes reconocen que tras más de una década con escolta hay costumbres que no se pueden cambiar de un día para otro.
Fueron muchas mañanas revisando la parte de abajo del auto o ideando nuevas rutas para llegar a casa a comer bajo la amenaza constante de un atentado.
"Hasta que ETA no desaparezca y podamos vivir en paz y libertad no podremos hacer una vida normal", dice Ramón Gómez, vocero municipal del Partido Popular en el ayuntamiento de San Sebastián, de 36 años. Los últimos 15 vivió al resguardo de los escoltas.
El político conservador reconoce que en estos últimos seis meses la sociedad vasca "indudablemente vivió más tranquila sin la amenaza de muerte de ETA". En su caso, volvió a subirse a la moto –que tuvo que vender para comprarse un auto en el que entraran los escoltas– y de vez en cuando pasea solo o con sus hijos, algo que hace un año era impensable para él.
El fiscal jefe del País Vasco, Juan Calparsoro, vivió con alivio los últimos seis meses. El anuncio de ETA del cese definitivo de la violencia supone para este hombre –al que le tocó bregar desde los tribunales en los años duros del terrorismo– una "tranquilidad y una alegría" extensible, según dice, a toda la sociedad vasca y española.
"La situación actual es de un cambio a mejor, algo evidente y que creo que se consolidará, tengo esa esperanza. Pero también sé que habrá dificultades", explica Calparsoro.
Por su parte, Mari Mar Blanco, hermana de Miguel Angel, asesinado por ETA hace 15 años, asegura que su vida es "prácticamente la misma" que hace seis meses, pero reconoce que vive con "más tranquilidad, aunque acompañada de dos escoltas". Uno de los cambios que observó es que "la sociedad vasca está más animada a acercarse a una víctima, antes había temor a hablar con ellas".
Los escoltas que protegieron durante décadas a políticos, empresarios, jueces y periodistas se encuentran ahora en una situación de "incertidumbre laboral". Santiago Fontenla, presidente de la Asociación Vasca de Escoltas, explica: "Sabemos que hay cinco millones de desocupados, que somos uno más, pero también pensamos que fuimos escudos de la libertad, y que existe esa deuda moral con los escoltas privados".
En el ámbito empresarial, el nuevo tiempo sin ETA se vive tapado por la lucha contra la crisis. Sin embargo, fueron muchos años en los que los empresarios vascos sufrieron la extorsión de ETA. La clase empresarial aún lo recuerda.
"Durante años vivimos momentos duros, cuando nuestra convivencia familiar se vio rota por aquellas cartas que nos llegaban llenas de amenaza, de chantaje", recordó Eduardo Junkera, presidente de Egile Corporation, con sede en Mendaro, Guipúzcoa.
Antonio Elorza y Isabel Landa López