Será necesario repetir el liderazgo del Papa
Es evidente que el nombramiento de Jorge Bergoglio como nuevo papa ha provocado una conmoción en nuestro país. Una gran expectativa se ha generado. Y esto también produce de aquí en más que los efectos de su liderazgo no pasarán inadvertidos. Personalmente creo que su liderazgo tendrá consecuencias tanto en el plano religioso como el marco social. En el plano religioso se vislumbran al menos dos cosas. La primera es un freno al proceso de desacralización de la sociedad que algunos sectores han pretendido imponer en nuestra nación. La respuesta masiva de los argentinos ante este nombramiento, no sólo de católicos, demuestra que esos intentos de pérdida de valores, de cambios en la educación, en los medios de comunicación, son generados por una pequeña minoría de nuestra nación. Que la inmensa mayoría de los argentinos creemos en Dios, y queremos vivir según valores y conceptos que compartimos prácticamente todos. Y que uno no tiene que pedir disculpas por ser alguien de fe, por vivir coherentemente con esa fe, y por opinar y participar activamente en los diferentes niveles de nuestra sociedad, no a pesar de nuestra fe, sino a causa de nuestra fe. La segunda cosa que en el plano religioso se vislumbra es la posibilidad cierta de un fortalecimiento de la Iglesia Católica en el mundo y en la Argentina en particular. Luego de varios años de pronunciado declive, tanto en el número de feligreses, en el número de vocaciones, en el nivel espiritual y aun moral, el liderazgo de Francisco hará que muchos católicos que estaban decepcionados con la Iglesia tengan una apertura nueva.
Sin embargo, esta posibilidad de fortalecimiento se verá confirmada en el tiempo, únicamente si los obispos y sacerdotes argentinos toman y reproducen las características del liderazgo de Bergoglio. Es decir, un corazón pastoral y cercano a la gente; una voz profética ante las injusticias sociales; una apertura humilde y práctica hacia las otras Iglesias cristianas; un diálogo fluido con las otras religiones; un perfil personal de despojo, humildad y respaldo moral; y sobre todo un compromiso con la evangelización centrada en Jesucristo y no meramente una "iglesificación".
De lo contrario, si los agentes pastorales no repiten el liderazgo de su Papa, toda la expectativa generada quedará focalizada únicamente en admiración hacia la persona de Francisco, pero no redundará en el fortalecimiento de la Iglesia Católica argentina.
Carlos Mraida
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