Tirar la basura en Japón, misión casi imposible
YOKOHAMA.– Cuando hace poco el municipio de esta ciudad duplicó a diez el número de categorías de basura, entregó a los habitantes un folleto de 27 páginas acerca de cómo separar los diversos tipos de desperdicios. Entre lo más destacado incluyó instrucciones detalladas sobre 518 diferentes clases de residuos.
El lápiz labial figura entre los elementos incinerables. Los tubos de lápiz labial, “después de haber usado su contenido”, pasan a “metales pequeños” o plásticos. Hay que recurrir al centímetro antes de tirar una pava: si mide menos de 25 centímetros va a metales pequeños, pero si tiene más pasa a desperdicios voluminosos.
¿Las medias? Si se trata de una sola, es incinerable. Pero un par pasa a prendas usadas, aunque sólo si las medias “no están rasgadas y tanto la izquierda como la derecha combinan entre sí”. Hay que arrojar las corbatas en la categoría "ropa usada", pero sólo después de haber sido "lavadas y secadas".
"Fue muy difícil al principio", dijo Sumie Uchiki, de 65 años, cuyo pabellón comenzó a lidiar con las 10 categorías en octubre pasado como parte de un ensayo inicial. "No sólo no estábamos acostumbrados. Tuve que ponerme los lentes para leer para seleccionar las cosas correctamente", agregó.
Para los norteamericanos, que separan la basura en pocas categorías, Japón podría aportar un sabor anticipado de lo que vendrá. En una campaña nacional para reducir la basura y aumentar el reciclaje, los barrios, los edificios de oficinas, los municipios y las megalópolis están aumentando el número de las categorías de basura a veces a cifras que marean.
Ciertamente, Yokohama, que tiene 3,5 millones de habitantes, parece moderada en comparación con Kamikatsu, una localidad de 2200 habitantes en las montañas de Shikoku, la más pequeña de las cuatro islas principales niponas. Insatisfecha con las 34 categorías de basura que estableció hace cuatro años como parte de una campaña para reducir los desperdicios, Kamikatsu gradualmente fue elevando el número hasta 44.
En Japón, la campaña para seleccionar y reciclar tiene como objetivo reducir la cantidad de basura que se incinera. Y en un país de tierra escasa como Japón, hasta el 80 por ciento de los desperdicios es actualmente incinerado, en tanto que en los Estados Unidos un porcentaje similar termina en cinturones ecológicos.
El proceso de seleccionar y reciclar la basura, que es menos hostil con el medio ambiente, es más caro que depositarla en basurales, según los especialistas, pero es comparable en costo a la incineración.
Para Yokohama, el objetivo es reducir la basura incinerada el 30% en los próximos cinco años. Pero el objetivo del municipio de Kamikatsu es incluso más ambicioso: eliminar la basura para 2020.
En los últimos cuatro años, Kamikatsu redujo a la mitad la cantidad de basura incinerable y aumentó hasta el 80 por ciento sus residuos reciclados, según los funcionarios municipales. Cada hogar cuenta ahora un artefacto, subsidiado por el municipio, que recicla desperdicios crudos y los transforma en abono.
En la única estación de residuos donde los habitantes deben llevar su basura, 44 contenedores recolectan de todo, desde cajas de tofu hasta tubos fluoroescentes.
En los pueblos y pequeñas ciudades, donde se conocen casi todos, no separar la basura es algo inimaginable. En las grandes urbes, sin embargo, no todos acatan la medida y, quizá más que cualquier otro acto, seleccionar y separar los desperdicios adecuadamente es considerado una prueba de que uno es un ciudadano maduro y responsable. Los jóvenes, especialmente los solteros, son los más reacios. Y muchos se quejan de que los extranjeros simplemente no pueden -o no quieren- seleccionar su basura.
En Yokohama, después de que unos pocos barrios comenzaron con ese proceso el año pasado, algunos habitantes dejaron de arrojar sus desperdicios en su casa. Recipientes de basura en plazas y ciertos centros comerciales comenzaron a llenarse misteriosamente de basura no seleccionada.
También entran en acción los vigilantes de residuos, un ejército de voluntarios nipones con vista de lince que se ocupan de mirar el contenido de las bolsas y corregir a quienes se equivocan de recipientes.
Uno de los más tenaces es Mitsuharu Taniyama, de 60 años, que recorre su distrito todas las mañanas y las tardes en busca de basura mal seleccionada. Y deja mensajes de advertencia en los centros de recolección: "Señor Fulano o Mengano: usted no realiza bien el proceso de selección de la basura. Por favor, corríjalo".
Suele ponerse en contacto con sus oficiales de campo. En la esquina de una calle de casas grandes, donde las nuevas medidas entraron en vigor en octubre, Yumico Miyano, de 56 años, esperaba junto con otros vecinos.
Miyano dice que el 90% de la gente cumple con la medida, y agregó, para su sorpresa, que quienes más se resisten tienden a ser los intelectuales, como cierto profesor universitarios y un ejecutivo de Japan Airlines que viven cerca de ahí.
"El problema es el esposo; su mujer selecciona y separa la basura como corresponde", comentó un vecino.
Traducción de Luis Hugo Pressenda
Lejos del ideal nipón
Entre la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense se generan diariamente más de 12.000 toneladas de basura por día. Sin embargo, en el área metropolitana no existe un sistema integral de gestión de residuos que contemple el destino de los desechos desde su producción. Hasta el momento las administraciones públicas sólo han hallado respuesta a la disposición final con los rellenos sanitarios manejados por la Coordinación Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse).
Hace casi tres meses el sistema de recolección de basura se renovó en la Capital. Desde el 20 de febrero se encargan de recoger los residuos todos los días cinco empresas a las que se les paga por la calidad del servicio que prestan (sistema denominado "área limpia") y no por cantidad de toneladas recogidas, como antes, con lo que las autoridades creen que no se fomentará la producción de residuos.
Sin embargo, este nuevo sistema sólo incorpora la separación de la basura en origen para Puerto Madero, hoteles de 4 y 5 estrellas, edificios de más de 20 pisos y establecimientos públicos porteños. La obligación regirá apenas dentro de 90 días.
Pero la ciudad de Buenos Aires está todavía lejos de la pragmática japonesa que los nipones utilizan en todos los órdenes de la vida. También con sus residuos.