Un nuevo escenario para el MAS, que buscará sacar partido de su estrategia de victimización
"No me quieren porque soy indio". "Las clases altas no me tragan". "No me perdonan porque nacionalicé los hidrocarburos". La histórica estrategia de la victimización que le rindió tantos frutos electorales en estos años al expresidente boliviano Evo Morales (2006-2019) sumó ayer un nuevo jalón con la "inhabilitación inapelable" de su candidatura a senador decidida por el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
"Esto es una instrucción de Estados Unidos. [...] Quieren procesarme, sentenciarme [...]. Pueden hacer lo que quieran conmigo, pero que no destrocen la democracia", pidió Evo ayer en Buenos Aires.
Pero todo indica que esta vez muy probablemente ya no será el expresidente quien coseche los frutos de su habitual estrategia. De aquí a las elecciones generales del 3 de mayo queda por ver si la fórmula del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce-David Choquehuanca, llegó a su techo con el 31,6% que le adjudican las últimas encuestas, o si aún tiene espacio para "enamorar" a las clases medias y altas, renuentes a dar esta vez su voto al MAS como en los tiempos en que el techo del partido alcanzaba el 64% de los sufragios.
El primer corsé de hierro en que quedó metido ahora el MAS es la decisión de legitimar o impugnar el proceso electoral.
Con su apoyo parlamentario sin objeciones para la conformación del nuevo TSE -que acaba de inhabilitar a Evo-, hasta la aceptación de excluir al exmandatario de la carrera presidencial, y luego la presentación de la fórmula Arce-Choquehuanca, el MAS aceptó las reglas de juego de un proceso que ahora terminó por sacar del medio al líder excluyente de la vida política boliviana de los últimos 14 años.
Por eso el TSE puso ahora una brasa caliente en las manos de Luis Arce. Si deja en pie su candidatura está legitimando el proceso que inhabilitó a su líder. Si la retira, deja fuera de juego al partido que tiene más apoyo en todo el espectro político boliviano.
Por eso, pese a las apelaciones que presentarán los abogados de Evo, todo parece indicar que la medida ya no tendrá vuelta atrás y el MAS aceptará a regañadientes la inhabilitación del expresidente.
El partido de Evo y las otras agrupaciones quedaron entonces frente a un nuevo escenario.
"No hay dudas de que la estrategia del MAS de poner a Evo como senador por Cochabamba, para que eventualmente fuera líder del Senado, tenía como objetivo colocarlo en línea directa en la sucesión presidencial. Pero ese camino se acaba de frustrar", explicó a LA NACION el analista político boliviano Jorge Dulón.
Y para Dulón, salvo sorpresas, Arce no está en condiciones de sumar voluntades para alcanzar el 40% de los votos y diez puntos de diferencia con el segundo candidato como para evitar un ballottage. Y, previsiblemente, toda la oposición se unirá para derrotar al MAS en la segunda vuelta del 14 de junio.
Por eso, en ese escenario, la estrategia masista en el próximo gobierno deberá correrse forzosamente al ámbito de la Asamblea Legislativa. "El MAS se va a convertir en una oposición muy poderosa en el Parlamento -comentó Dulón-. Van a ser la primera mayoría. Pero además, son un movimiento con mucha presencia en las calles y sus movilizaciones tienen suficiente poder como para paralizar o incluso hacer caer al próximo gobierno", afirmó.
Para el resto de los postulantes a la primera magistratura, también cambió el escenario a partir de ayer.
Cuando se confirmó que Evo ya no competiría por la presidencia, se reavivó el ego de ocho candidatos que vieron en Arce, exministro artífice del "milagro económico" boliviano, un aspirante al que se sentían en condiciones de enfrentar. Y así la oposición se dividió en casi una decena de aspirantes.
Pero las encuestas comenzaron a hablar y la realidad se impone.
Previsiblemente en los próximos días bajarán su postulación dos candidatos: el empresario santacruceño Luis Camacho, que lideró las protestas que terminaron con la salida de Evo y ocupa el cuarto lugar de los sondeos con un 9% de las preferencias, y el expresidente Jorge "Tuto" Quiroga (2001-2002), con apenas un 1,6% de intención de voto.
Hoy día las elecciones de mayo parecen haber quedado convertidas entonces en una carrera de tres. Arce por el MAS, el expresidente de centroizquierda Carlos Mesa (2003-2005), que salió segundo en los comicios de octubre pasado, y la presidenta Jeanine Áñez, que sorpresivamente dejó atrás su promesa original de ser una mandataria de transición y ahora sueña con quedarse en el Palacio Quemado hasta 2025.
Los sondeos muestran que Mesa y Áñez están prácticamente empatados detrás de Arce, con 17,2% y 16,5%,respectivamente. Pero aún resta un largo trayecto de dos meses hasta los comicios y el 45% de los electores está aún indeciso.
Lo cierto es que desde ayer Bolivia parece haber dejado definitivamente atrás -al menos por algunos años- el reinado del hombre que puso a uno de los países más pobres de la región en la senda del crecimiento. Pero que cometió el error fatal de creerse imprescindible.
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