Un pueblo francés, entre el recelo y la prudencia por 200 repatriados
ISTRES, Francia.- En un operativo especial organizado por autoridades sanitarias, un avión con unos 200 franceses a bordo procedentes de la ciudad china de Wuhan, epicentro de la epidemia del coronavirus, aterrizó ayer en una base militar en Istres (sudeste), para ser sometidos a una cuarentena.
Los pasajeros, que irrumpieron en aplausos al aterrizar en suelo francés, fueron transportados a un centro de vacaciones en Carry-le-Rouet, en el que permanecerán 14 días confinados. Ninguno presenta por el momento síntomas de la enfermedad, que ya dejó 258 muertos.
Según el relato de algunos periodistas que fueron repatriados en el operativo, el viaje, de unas 12 horas, se desarrolló en calma, sin ninguna medida sanitaria particular, excepto la distribución de barbijos, que debían ser reemplazados regularmente por los pasajeros, después de desinfectarse las manos.
Los barbijos usados eran depositados en bolsas plásticas colocadas al pie de cada fila.
Según Sebastien Ricci, uno de los periodistas repatriados, la evacuación se había previsto hacía varios días, pero no tenían detalle del horario ni de cómo se llevaría a cabo.
Los pasajeros estuvieron acompañados durante todo el vuelo por médicos, enfermeros y socorristas.
Durante su período de confinamiento, serán objeto de vigilancia médica para asegurarse de que ninguno contrajo el virus.
"Cuando nos dijeron que íbamos a un complejo vacacional, fue una grata sorpresa. Personalmente me imaginaba la cuarentena en un hospital de París, como un apestado en una jaula", confesó Ricci.
Sin embargo, no fue tan entusiasta la reacción de la población local. A pocos kilómetros del complejo vacacional, en el centro de esta localidad de 5800 habitantes, los comerciantes todavía no daban crédito a la noticia. "Me sorprende mucho. ¿Por qué nosotros? Hay muchos otros lugares", se preguntó Frédéric Vernet, carnicero de la localidad.
Lo que le preocupa a Vernet es "el negocio". A partir del domingo, Carry-le-Rouet celebrará sus tradicionales "oursinades", una fiesta popular organizada todos los domingos de febrero: durante un mes, la localidad se proclama capital de los erizos de mar ("oursins", en francés), que son degustados sin moderación en su pequeño puerto. "Me da miedo que esta noticia nos perjudique, no es para nada una buena publicidad", dijo Vernet.
Agencias AFP y ANSA