Una masacre de un misterioso grupo comando pone en alerta a EE.UU.
Tres hombres con fusiles y ropas militares irrumpieron en un centro de asistencia social en California, mataron a 14 personas e hirieron a decenas; no descartan un atentado
LOS ÁNGELES.- Una masacre con un evidente modus operandi de ataque terrorista volvió a estremecer ayer a Estados Unidos cuando un misterioso grupo comando irrumpió en un centro de asistencia social en San Bernardino, al norte de Los Ángeles; mató a, por lo menos, 14 personas e hirió a otras tantas.
Fuerzas policiales, del FBI y de la agencia de control de armas y tabaco (ATF, por sus siglas en inglés) buscaban anoche a los sospechosos, que huyeron. Por su parte, el FBI advirtió que aún no sabía si era "un hecho de terrorismo".
Según informó uno de los jefes policiales, la mayoría de las víctimas mortales se encontraban en una misma sala del Inland Regional Center, una de las 21 instalaciones estatales que asisten a personas con discapacidades de desarrollo mental. El ataque fue cerca de las 11 (local), cuando más de un centenar de personas participaban de un encuentro social.
Además de los 14 muertos, otras 14 personas fueron derivadas a los hospitales de la zona con heridas de gravedad mientras que decenas recibieron lesiones leves.
El Departamento de Policía de San Bernardino publicó en su cuenta de Twitter que había "confirmado de uno a tres posibles sospechosos" y varias víctimas en lo que calificó como un "tiroteo activo", pero el jefe de la policía de San Bernardino, Jerrod Burguan, aclaró que no hubo enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.
Una vocero de la policía dijo a Los Angeles Times que los sospechosos estaban fuertemente armados y posiblemente vestían chalecos antibalas y ropas militares.
El grupo comando huyó en una camioneta negra y, a última hora, las autoridades californianas habían logrado abatir a uno de los sospechosos de la masacre y herir a otro, que se fugó con el tercer supuesto atacante.
"No sabemos quiénes son, pero estaban preparados como si se tratara de una misión -apuntó Burguan-. No tenemos información en este punto para decir que se trata de un acto terrorista", añadió por su parte David Bodich, vicedirector del FBI.
Un escuadrón especializado estuvo en la escena e hizo estallar un paquete sospechoso que finalmente no tenía explosivos.
Las imágenes transmitidas por la cadena CNN mostraron personas evacuadas del edificio, con los brazos en alto, mientras que retenes policiales se establecieron en los alrededores. Policías y equipos de armas y tácticas especiales SWAT fueron vistos alrededor del edificio.
Apenas informado de este nuevo baño de sangre, el presidente norteamericano, Barack Obama, urgió ayer a acabar con la "pauta" que convierte a los tiroteos masivos en algo que ocurre de forma "normal" en el país.
"Tenemos ahora una pauta de tiroteos masivos en este país que no tiene ningún paralelo en ningún otro sitio en el mundo", dijo Obama en una entrevista con la cadena de televisión CBS News.
"Deberíamos unirnos y actuar de forma bipartidista para hacer que esto sea algo raro, en lugar de algo normal. Estas cosas no pasan en otros países con tanta frecuencia", agregó el presidente.
En los últimos años, el país fue escenario de decenas de tiroteos con víctimas mortales causados por desequilibrados mentales, antiabortistas y supremacistas raciales.
La explosión de ataques y muerte en escuelas, iglesias, mezquitas y centros comerciales llevó al jefe de la Casa Blanca a impulsar políticas para restringir la venta de armas de fuego. Sin embargo, la voluntad presidencial chocó siempre en el congreso con el ala dura del Partido Republicano, furioso defensor del derecho de todo norteamericano a portar armas.
El confuso ataque de ayer ocurrió una semana después de que un hombre armado mató a tres personas e hirió a nueve en un tiroteo en una clínica dedicada a la práctica de abortos quirúrgicos en Colorado Springs.
El baño de sangre también coincide con el estado de alerta máxima en el que se encuentran las agencias de inteligencia y de seguridad norteamericanas tras los atentados del 13 de noviembre en París, donde un grupo comando de Estado Islámico (EI), la organización jihadista sunnita, asesinó a más de 130 personas en varios puntos de la ciudad. Esa organización, combatida por Estados Unidos y sus aliados desde el aire en Siria e Irak, había llamado a atacar en territorio norteamericano.
Agencias DPA, Reuters, EFE y AP
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