Una oportunidad para otros países
LONDRES.– El tortuoso acuerdo de la deuda griega y la amenaza de leyes retroactivas destinadas a obligar a los reticentes acreedores generan riesgos regulatorios para los inversores, pero puede hacer que las reestructuraciones de deuda soberana sean más atractivas y mucho más posibles para otros países de la eurozona en situación apremiante y para sus acreedores.
Los acreedores griegos aceptaron ayer el canje de deuda, que implica una pérdida de más del 70% del valor nominal de sus bonos a cambio de una nueva deuda con algunos edulcorantes. Atenas dijo esta semana que pretendía una aceptación del 90%, pero aclaró que si era de por lo menos el 75% consideraría la posibilidad de aplicar las llamadas "cláusulas de acción colectiva" insertadas en los bonos emitidos según la ley griega: alrededor del 85% de los 200.000 millones de euros sometidos a reestructuración. En la práctica, esas cláusulas obligan a todos los acreedores afectados a acceder.
Pero es esta distinción entre los bonos emitidos bajo las leyes nacionales y los vendidos según la ley inglesa internacionalmente aceptada la que, según algunos analistas, puede tener consecuencias para otras naciones de la eurozona en situación apremiante, que observan el proceso griego denominado Private Sector Involvement (Participación del Sector Privado) o PSI.
En esencia, los bonos griegos vendidos bajo la ley inglesa, como ocurre en el caso de muchas deudas soberanas emergentes en el mercado, se comercializan como si fueran superiores a los de la deuda regida por la ley local… de hecho, actualmente con un precio de casi el doble.
Y eso ocurre porque los términos de los bonos regulados por una ley extranjera no pueden ser modificados por el Parlamento de Atenas, sino que hace falta un acuerdo para la permuta de riesgos bono por bono, a diferencia de lo que ocurre en el caso de las leyes locales que agrupan mayorías entre todos los deudores y dificultan la acción de las minorías.
Un informe publicado esta semana por Jeromin Zettelmeyer, vicedirector económico del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, y el profesor de la Universidad de DukeMitu Gulati, calcula que esa brecha legal podría estimular a otros países de la eurozona apremiados por sus deudas y a sus acreedores a acordar reestructuraciones de deuda mutuamente aceptables y beneficiosas.
Esa reestructuración involucraría un cambio acordado del estatus legal de la deuda a cambio de un modesto recorte del valor de mercado.
"Los tenedores de bonos regulados por la ley local de otros países de la eurozona que se perciben en riesgo podrían querer cambiar por bonos regulados por la ley inglesa", escribieron los economistas. "Dependiendo de cuánto estarían dispuestos a pagar esos tenedores de bonos para hacer el cambio, el proceso podría ser beneficioso para ellos y para los intereses del país."
La nación soberana tiene una oportunidad de reducir una agobiante carga de deuda, mientras los tenedores de bonos consiguen mayor protección contractual en cualquier futura reestructuración.
Si se tiene en cuenta que el precedente griego de una legislación retroactiva aumenta el atractivo de los bonos regulados por una ley extranjera, que según la firma calificadora Moody’s constituyen ahora menos del 10% de todos los bonos gubernamentales de la eurozona, es posible que se abra una ventana de oportunidad. "En efecto, se trata de un gran regalo de los griegos a las partes de la eurozona que enfrentan crisis de deuda. Al conducir la reestructuración de su deuda de la manera que lo hizo, Grecia ha resucitado en Europa la posibilidad de operaciones de reducción de deuda puramente voluntarias."
Aunque Berlín, París y Bruselas insisten en que el caso de Grecia es excepcional y que la liquidez del Banco Central Europeo ha aislado al sistema bancario general, los bonos a 10 años de Portugal aún se comercializan a un valor tan bajo como 50 centavos por euro, y muchos acreedores calculan que será muy difícil que el país pueda evitar alguna clase de reestructuración.
Hasta la deuda a 10 años de otro país receptor de un rescate, Irlanda, al que muchos inversores atribuyen la capacidad económica subyacente necesaria para regresar a los mercados el año próximo, sigue comercializándose a un valor de 90 centavos por euro, y muchos dudan de su inminente regreso al mercado.
Las reestructuraciones voluntarias de deuda con algunas reducciones, consecuencia de recortes más modestos que el de la deuda griega, podrían ser la mejor manera de garantizar que Portugal e Irlanda eviten el default y retornen a la financiación privada dentro de un tiempo razonable.
Traducción de Mirta Rosenberg
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