Melodrama de madre e hija
"Déjame vivir" ("White Oleander", EE.UU./2002). Dirección: Peter Kominsky. Con Alison Lohman, Michelle Pfeiffer, Robin Wright Penn, Renée Zellweger, Billy Connolly y otros. Guión: Mary Agnes Donoghue, basado en la novela de Janet Fitch. Fotografía: Elliot Davis. Música: Thomas Newman. Presentada por Nu Vision. Duración: 108 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años, con reservas.
Nuestra opinión: regular
Astrid es una agraciada muchacha de 15 años que convive con su madre de fuerte carácter y carente de esa ternura que la joven necesita para desarrollarse en sosiego. Cuando Ingrid, esa progenitora madura y atractiva, se convierte en asesina de su amante en un arranque de celos y de violencia, Astrid, entre la humillación y el desamparo, ve cómo su madre es acusada del delito y trasladada a la cárcel.
Sin nadie que la proteja, la joven se encierra en su soledad en tanto es compulsivamente instalada en varios hogares adoptivos, entre ellos el de una actriz en decadencia que se enfrenta a la angustia y a la frustración. De aquí en más no es fácil la existencia de Astrid, que vuelca su desesperanza en su habilidad como dibujante y en tratar de aprender todo lo que le falta para insertarse en el mundo cruel al cual acaba de ser arrojada.
El único vínculo emocional sólido que le queda seguirá siendo su madre, que desde la cárcel continuará ejerciendo sobre ella una fuerte influencia que no tardará en derivar en la manipulación.
La historia, basada en una novela de Janet Fitch publicada en 1999 y que no tardó en convertirse en un best seller en los Estados Unidos, es melodramática. Seguramente, el director Peter Kosminsky y la guionista Mary Agnes Donoghue no desearon apartarse de ese tono y dejar algún resquicio para la preciación de un carácter juvenil sumido en la impotencia y en la casi marginación.
Conflictuada relación
La trama no da respiro al espectador en las continuas desventuras de Astrid por hogares sustitutos, personajes que intentan reflotarla de su desamparo y por su necesidad de hallar su identidad. El realizador sigue la trayectoria de la protagonista -a la que Alison Lohman le da suficiente sustancia dramática como para demostrar que es una buena actriz en potencia-, pero alarga y reitera situaciones.
A la labor de Alison Lohman se le deben sumar los correctos trabajos de Michelle Pfeiffer como la madre; de Renée Zellweger, galardonada por su papel de actriz voluble y extravagante con el premio Satellite a la mejor participación secundaria; de Robin Wright Penn, tan dúctil y sincero como en sus participaciones cinematográficas anteriores, entre ellas, en "Forrest Gump".
Los rubros técnicos no desentonan con el clima de la historia .
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