
Todo para ver
Durante dos semanas, el encuentro que comienza hoy intentará capturar nuevamente la atención de los amantes del cine independiente de todo el mundo
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La Argentina es un país muy singular. Tan diferente de cualquier otro que resulta difícil, incluso para los sociólogos más ingeniosos, explicar muchas de las cosas que ocurren. Por ejemplo, no termina de entenderse por qué son necesarios dos documentos de identidad, uno generalmente hecho jirones tanto en la cartera de la dama como en el bolsillo del caballero y otro práctico, delgado e impermeable, pero inservible para la mayoría de los trámites importantes. Los dos son parecidos y diferentes, no obstante uno no reemplaza al otro. Y la lista de duplicaciones sigue, incluso con acontecimientos culturales que antes de lo pensado terminan pareciéndose, peligrosamente, a sus responsables más que a sí mismos. El resultado nunca es previsible, como quienes muchas veces los conducen: puede ser circunstancialmente mejor o peor.
Dos festivales de cine -Mar del Plata, que terminó el 20 de marzo, y el Bafici, que comienza hoy y se extenderá por trece días, uno más que en 2004-, separados nada más que por veinte días, comparten iguales desventajas frente a las principales muestras del mundo ya realizadas. También la temática, ya que si bien el segundo nació inspirándose en el bloque que mejor funcionó del primero, el primero mostró recientemente un esquema de programación más parecido que nunca al del segundo. Los dos son un ejemplo más de que en la Argentina quienes se lanzan con grandes emprendimientos pueden terminar convirtiendo sus ambiciones personales en un asunto de Estado. En este sentido, tanto el de Mar del Plata como el Bafici cargan una pesada marca de origen.
El primero, es público y notorio, renació atravesado por la política oficial que imperaba, a nivel nacional, en 1996. El que hoy se renueva se concretó casi como una revancha, funcional de paso, a la política porteña de aquel 1999. Recientemente, Miguel Pereira habló de la necesidad de consolidar la presencia de América latina en la muestra marplatense que preside, en virtud del debilitamiento de su par de La Habana. Si bien en los dichos se confirmó esa premisa, la programación de la vigésima edición demostró su intención de apuntar a lo independiente. En Buenos Aires, Fernando Martín Peña prefiere justificar las 400 películas de esta edición del Bafici (que comienza hoy con el pase de "Cama adentro") como el resultado de la ausencia de estas obras producidas fuera de los esquemas hollywoodenses en cineclubes, videoclubes y hasta en el cable, un tipo de cine al que, en esos mismos lugares, podía accederse hasta principios de los años 90. En sus últimas ediciones, tanto este festival como el de Mar del Plata alcanzaron cifras parecidas de recaudación, iguales a lo que una película taquillera de primera línea logra en sus primeros diez días de exhibición. La taquilla, sin embargo, no siempre es sinónimo de calidad. Festival, en cambio, sí es equivalente a diversidad, a muchas miradas, a descubrimientos, a fortalecer la oferta cultural.
Tiempo de debates
El debate acerca de estas y otras cuestiones no va a faltar en esta edición, en la que, en cuanto a temática predominante, el tema documental tiene una significativa relevancia.
También, seguramente, los cinéfilos con conocimiento de la historia del cine discutirán entre películas qué es lo que está ocurriendo en la producción mundial que, más allá de Hollywood, parece inclinarse por modelos crípticos, abuso de tiempos muertos, historias muchas veces justificadas con explicaciones vacías de contenido. Son aquellas que con sólo funcionar un par de veces en festivales importantes, se convierten en un estilo por seguir, productos oportunos además, como piezas de culto de una elite de crítica, algunas veces ensoberbecida, y de pequeños núcleos de público que se sienten identificados con estos juicios sólo por una cuestión generacional. Por suerte, no toda la oferta independiente es así.
Cuando en el pasado, a pesar de muchas dificultades hoy superadas, el cine alcanzaba algo parecido al equilibrio entre arte e industria, el público del cine ahora denostado como comercial y aquel con pretensiones más intelectuales compartían, muchas veces, la misma sala y película, y generalmente todos salían satisfechos. Hasta los años 70 era frecuente que ocurriera. Pero ya desde los 90, la brecha entre unos y otros parece abrirse más y más, y en esta coyuntura, el cine que se conoce como independiente tiende a mirar con soberbia al industrial, aunque muchos de sus autores sueñen con llegar, finalmente, a los grandes presupuestos y a una parecida aceptación.
En esta séptima entrega del Bafici hay, fundamentalmente abundancia, y eso, más allá de lo inabarcable, es bueno. En primer lugar, la vasta selección de la producción local que permitirá, a su culminación, una evaluación de lo que en este momento ofrecen una buena cantidad de artistas jóvenes y que tan cerca o lejos están del público. Y tanto en ésta como en la de cine extranjero, una significativa proporción de documentales. En otro sentido, son muy llamativos los repasos de algunos nombres importantes, como los de "Trayectorias" y el riesgo de "Cine del futuro", "Territorios en tensión" y "Cine de artistas", obras imposibles de ver en otros ámbitos, como las de Armenia y los países de Asia Central, creadores como Monte Hellman y Chantal Ackerman, el transgresor Robert Frank y el animador Bill Plympton, entre otros. Y como si los títulos del presente -y del futuro- no fueran suficientes, también se verán joyas como "Medium Cool", de Haskel Wexler, "Más allá de la gloria", de Sam Fuller, y muy especialmente "Intolerancia", clásico entre clásicos, como asegura Peña, como nunca nadie lo vio antes en la Argentina. Lo dirigió David W. Griffith, pionero independiente (aunque no lo parezca) de ésos de los que todavía hoy se puede aprender mucho. Casi todo.
En números
4000 butacas, en 13 salas
Este año son seis del Hoyts Abasto, las dos del Cosmos, la Leopoldo Lugones, el América, el Malba y la sede de la Alianza Francesa.
800 funciones, (más de 60 por día)
El complejo del Abasto y el América son los que concentran mayor cantidad de público.
400 películas, entre largos y cortometrajes
Desde su inicio, hace siete años, se duplicó la cantidad de películas programadas.
Todas las películas en la selección oficial
Competencia internacional
"Restos irracionales" (Alemania, 2005), documental, T. Trimpop
"Mitad de precio" (Francia, 2004), Islid Le Besco
"Cámara espía" ("Spying Camera", Corea del Sur, 2004), Cheol-Mean Wang
"La selva desde los árboles" ("The Forest from the Trees", Alemania, 2003), Maren Ade
"L´ esquive" (Francia, 2004), Kechiche Abdellatif
"Cándido López: Los campos de batalla" (Argentina/Paraguay, 2004), documental, José Luis García
"Domicilio privado" ("Private", Italia, 2004), Saverio Costanzo
"4" (Rusia, 2004), Ilya Khrzhanovsky
"El cielo gira" (España, 2004), documental, Mercedes Alvarez
"Samoa" (Argentina, 2005), experimental, Ernesto Baca
"Sed" ("Thirst", Palestina, 2004), Tawfki Abul Wael
"El tiempo que matamos" ("The Time We Killed", EE.UU., 2004), Jennifer Reeves
"Temporada de patos" (México, 2004), Fernando Eimbcke
"Monobloc" (Argentina, 2004/5), Luis Ortega
"Secuelas" ("Aftermath", Dinamarca, 2004), Paprika Steen
"Mongolian Ping Pong" (China, 2005), Hao Ning
Competencia argentina
"Los de Saladillo", documental, Alberto Yaccellini
"Opus", Mariano Donoso
"Cómo pasan las horas", Inés de Oliveira Cezar
"Como un avión estrellado", Ezequiel Acuña
"Después de la tierra", Luciano Bertone
"Do u cry 4 me Argentina", Bae Youn Suk
"Espejo para cuando me pruebe el smoking", documental, Alejandro Fernández Mouján
"Fasimpat", documental, Daniele Incalcaterra
"Judíos en el espacio", Gabriel Lichtmann
"La prisionera", Alejo Moguillansky y Fermín Villanueva
"Vida en Falcon", Jorge Gaggero
Apertura y cierre
"Cama adentro" (2004), Jorge Gaggero
"Géminis" (2005), Albertina Carri
Los invitamos a ver nuestra cobertura especial sobre el BACIFI: www.lanacion.com.ar/coberturaEspecial/bafici/




