Una ópera prima pequeña y sutil
En Amorosa soledad, premiada en San Sebastián, se destacan las actuaciones de Inés Efrón y Fabián Vena
lanacionar Amorosa soledad (Argentina/2008). Dirección: Martín Carranza y Victoria Galardi. Con Inés Efrón, Fabián Vena, Nicolás Pauls, Mónica Gonzaga, Diego Velázquez, Bruna Castro, Santiago Giralt y Ricardo Darín. Guión: Victoria Galardi. Fotografía: Julián Ledesma. Música: Nico Cota. Edición: Pablo Barbieri. Dirección de arte: Patricia Pernía. Producción de Rizoma Films presentada por Pachamama Cine. Duración: 86 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: muy buena
Hay comedias románticas concebidas para hacer reír (a toda costa, con el recurso que sea) y otras que optan por subrayar los aspectos vinculados a los enredos amorosos de los protagonistas. Pero no todos los exponentes de este género buscan de manera obvia y obsesiva ganarse el favor del público a puro gag o conseguir la empatía por los personajes a pura demagogia. Entre ambos extremos hay pequeñas películas como Amorosa soledad que, sin descuidar ninguno de esos dos aspectos esenciales (el humor y la llegada a la gente), apuestan por una mirada íntima, sensible y sutil.
Como para demostrar que este género sigue transitando en la Argentina por un buen presente, Martín Carranza y Victoria Galardi debutan en el largometraje con una película que, si bien remite de manera inevitable al cine del primer Woody Allen y a ciertas comedias lacónicas, melancólicas y poco convencionales del nuevo cine norteamericano como Embriagado de amor , de Paul Thomas Anderson, tiene en su guión, en sus actuaciones y en su puesta en escena sobrados hallazgos y atractivos que la convierten en más que una simple reformulación de fórmulas ajenas.
Esta película -premiada en el último Festival de San Sebastián- tiene como (anti)heroína a Soledad (Inés Efrón, magnética), una joven que es abandonada por su novio (Nicolás Pauls) y que -ante el dolor y la bronca- se juramenta no volver a estar en pareja por al menos los siguientes tres años. Dueña en sociedad con dos amigos de un local de diseño, la protagonista se vuelca al terreno laboral mientras intenta sobrellevar las pequeñas complicaciones cotidianas que conlleva la independencia (no puede arreglar el baño, no consigue un paquete turístico para un pasajero sin acompañante) y los traumas, angustias, inestabilidades y miedos propios de su personalidad fóbica y obsesiva (las observaciones sobre su condición hipocondríaca rozan, por momentos, el clisé).
Encantadora
Como en toda buena comedia romántica, aparece el encargado de derrumbar esa coraza. Y el responsable es un arquitecto llamado Nicolás (un convincente Fabián Vena), que parece dispuesto a aceptarla con todas sus prevenciones y precauciones.
La película está narrada con fluidez, ofrece buenos diálogos e inteligentes observaciones, irradia una gran frescura, ofrece una lograda música de Nico Cota (y la dulce voz de Loli Molina en varios temas) y tiene no sólo a un excelente dúo protagónico (Efrón se consagra como una intérprete multifacética) sino también a buenos personajes secundarios (Ricardo Darín, el padre de Soledad, demuestra cómo un gran actor puede lucirse con una sola escena). No se trata, por supuesto, de una película revolucionaria ni que vaya a cambiar el devenir del cine de género en la Argentina, pero con su encanto e inteligencia le alcanzan a esta ópera prima para convertirse en una pequeña y agradable sorpresa.
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