El Che en potentes imágenes
"Ernesto che guevara. el diario de bolivia" ***
("Ernesto Che Guevara, Le journal de Bolivie", Suiza-Francia/1994, color), producción documental con relatos en español presentada en video por Cine Ojo en el Cosmos. Montaje: George Janett, Richard Dindo, Catherine Poitevin. Relatos en español: Rodolfo de Sousa y Anita Vallejo. Dirección: Richard Dindo. Duración: 92 minutos.
El suizo Richard Dindo hace aquí su aporte al retrato de Ernesto Guevara, pero a diferencia de otros cineastas que han tomado como objeto de sus obras la figura del legendario personaje, no intenta una biografía abarcadora, sino un momento puntual. Su film se concentra en los últimos días del guerrillero, los de la fracasada experiencia boliviana, de cuyo trágico final, el 9 de octubre de 1967, acaban de cumplirse tres décadas.
El derrotero del film es, así, muy preciso y viene determinado por el Che mismo, por medio de las páginas del diario que fue escribiendo en una trajinada agenda y que dan cuenta de las duras jornadas de marcha por territorio boliviano, de sus encontronazos con las tropas del Ejército y de las bajas que van debilitando al grupo mientras el esfuerzo, los obstáculos y la enfermedad se ensañan con su propio físico.
Un mito alimentado
La cámara de Dindo, mientras tanto, recorre el silencioso paisaje vacío que ha sido testigo de esa aventura reconstruida a la manera de un calvario, con lo que las imágenes -que parecen descubrir aquí y allá huellas de la columna y de su penosa marcha hacia la muerte- crecen en tensión, se cargan de ecos y cobran cierta imponencia. Otras veces, quizá demasiadas, se detiene en las páginas escritas en letra clara, sin márgenes y cada vez más apretadamente.
Dindo evita el énfasis y no son muchas las veces en que se apoya en al comentario, aunque no es difícil advertir de qué lado están sus simpatías. No obstante, su germánico rigor lo induce a mantener la voz del propio Guevara en el centro de su relato. Con ella sólo alternan la de algún campesino que fue testigo o partícipe de aquellas acciones, la de algún ex soldado o la de la maestra que el azar convirtió en la última interlocutora del Che.
Pero siempre es mayor el peso del paisaje, las alturas y las quebradas, las selvas y los arroyos o los caseríos miserables envueltos en la niebla. Ese mudo tránsito por los lugares que recorrieron el Che y su maltrecha caravana de combatientes tiene algo de peregrinación, de canto a la ausencia.
Es un rasgo que acentúa el carácter elegíaco de este film respetuoso y llano, que por un lado busca despojar al personaje de su aura de mito (haciendo hincapié en su debilidad, sus errores y su fracaso) y por otro termina por alimentarla.
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