Airbag, la banda de los hermanos Sardelli que empezó en el garage familiar y que se prepara para cerrar el año con tres shows en Vélez
Comenzaron a tocar hace 25 años y todavía no llegaron al techo de su popularidad; el sábado se presentaron en Mendoza en el Movistar FRI Music y su último desafío de la temporada es nada menos que tres shows en el estadio de Vélez; el cantante, Patricio Sardelli, conversó con LA NACIÓN sobre el gran momento que atraviesa el trío
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Cuando hace 25 años los hermanos Sardelli comenzaron a tocar en el garaje familiar, no tenían premisa ni pretensión de fama. Lo que tenían era hambre de rock. Y ese fervor adolescente catalizado en pasión por la música hoy sigue intacto. Con la misma frescura que a principios de 2000, pero con una legión de fans cada vez más explosiva, Airbag se convirtió en una de las bandas de rock más convocantes del país.
Los números no mienten: este año Airbag realizó seis funciones en el Estadio Luna Park, emprendió una gira con más de 35 fechas por Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, Bolivia, Colombia y México y este sábado 23 de noviembre se presentó en el Aconcagua Arena de Mendoza, en el marco del Movistar FRI Music, el festival que celebró su séptima edición en la provincia. Eso no es todo: los hermanos Sardelli sorprendieron a sus fans con tres recitales programados para cerrar el 2024 en el Estadio de Vélez, nada menos que con tres fechas: 20, 21 y 22 de diciembre.
El último lanzamiento de la banda fue el álbum en vivo de su presentación en el Estadio José Amalfitani de 2023. Durante aquel show recorrieron su extenso repertorio: desde sus baladas hasta sus clásicos rockeros y hasta un cover de “Have You Ever Seen The Rain”, de Creedence Clearwater Revival. Y recientemente lanzaron una versión de “Ella usó mi cabeza como un revólver”, de Soda Stereo, en el marco de los Spotify singles. El cantante de Airbag, Patricio Sardelli conversó con LA NACIÓN sobre los próximos proyectos de la banda y el desafío de estar arriba del escenario junto a sus hermanos Guido y Gastón.
—Airbag ya tiene 25 años de trayectoria y se mantiene más vigente que nunca...
—Estamos tocando mucho, que es lo que más nos gusta, y también estamos grabando en estudio. Un poco de todo. Lanzamos el Vélez en vivo del año pasado y versiones nuevas como el cover de ”Ella uso mi cabeza como un revólver” así que nos divertimos mucho. Guido [Sardelli] venía tocando mucho esa canción con la guitarra y justo Spotify nos invitó a celebrar a Soda Stereo, así que grabamos la canción de una forma muy natural, cero forzada.
—¿Cómo se llevan con las giras por las distintas provincias del país? Acaban de presentarse en Mendoza en el marco del Movistar FRI Music
—Esta va a ser la segunda vez en el año que vamos a Mendoza. Estuvimos en San Juan y dos veces en Córdoba. La verdad que hemos recorrido todo el país este año y el año pasado también ¡Es genial! Con los años fuimos forjando muchos vínculos por todos los rincones.
—La convocatoria de Airbag crece cada año y parece no tener techo...
—Sí, la verdad que desde muy chicos hemos tenido la oportunidad de tocar en lugares muy grandes. Nunca nos importó el lugar donde estemos tocando, sino el hecho de tocar. Estuvimos haciendo una gira por España y por ejemplo tocamos en un espacio muy chico en Gijón, para muy poca gente y fue uno de los mejores conciertos del tour. No importa cuánta gente haya, lo importante es disfrutar, estar tocando. El acto en sí mismo: hoy nos toca estar presentándonos en estadios con mucha gente, pero la esencia es la misma que cuando tocábamos en los bares en Don Torcuato.
—¿Creés que el día que se pierda ese hambre de tocar va a dejar de tener sentido la banda?
—No tendría ningún problema en tocar en lugares chicos. A mí lo que me gusta es tocar; después, si toco para mucha o poca gente es una consecuencia de otros factores. Disfruto de agarrar una guitarra, sea porque me junté con 5 amigos a tomar un whisky y a tocar canciones, o sea en un estadio. Para mí, la esencia es eso. Hoy sucede que hay mucha gente a la que le gusta lo que hacemos y nos acompaña, pero lo más importante es tocar. Siempre pienso que cuando estás aprendiendo a tocar la guitarra, por más que seas vos solo en tu cuarto, en ese momento sos Jimmy Hendrix. Ahí empieza todo: vos solo con tu humanidad y tu instrumento. Ese momento es mágico.
—En tu caso no estabas tan solo tocando en la habitación, estaban tus hermanos también en ese camino...
—Sí, claro, crecimos juntos tocando y fuimos haciendo nuestro camino juntos. Tener un compañero al lado que siente lo mismo que vos es lo mejor que te puede pasar.
—En la historia de la música hay bandas de hermanos que funcionaron muy bien y otras que llevaron a grandes disputas, como el caso de Oasis...
—Creo que les funcionó muy bien porque están haciendo su gira más exitosa en su historia.
—¿Ustedes cómo manejan los desacuerdos?
—Ya pasamos por esa etapa. Cuando éramos más chicos teníamos peleas mucho más fuertes, pero como hermanos. O sea: el vínculo siempre es más fuerte y al rato se te pasa. Hay una escena en El Padrino en la que se están matando, se dicen las peores cosas, pero después bajan juntos las escaleras y se van a comer porque “mamá preparó la cena” y ya está.
—¿Siempre pudieron resolver todo entre ustedes sin que nadie más interviniera?
—Sí, siempre entre nosotros tres. Cuando alguno estaba un poco perdido, siempre estaban los otros dos. Confiamos mucho en el criterio y en la seguridad del otro.
—¿Qué es lo mejor y lo peor de tener una banda con tus hermanos?
—Es un poco dialéctico porque van de la mano. Tiene que ver con la honestidad brutal de sentir que tenés el derecho de decirle al otro lo que quieras, por más que sean cosas hirientes y crueles. Justamente forma parte del pacto de sangre y aprendés a vivir con eso. No le pasa a todo el mundo. Conozco hermanos que no pueden ni jugar al fútbol juntos. A nosotros nos unen muchas cosas, desde la pasión por la música hasta protegernos del mundo exterior, de las veces que nos han querido estafar.
—¿Los quisieron estafar?
—Sí, muchas veces, especialmente cuando éramos más chicos y no teníamos mucho conocimiento de lo que estaba alrededor de la música. Hay muchas maneras de meter la mano en un lugar donde no se debe, lo mismo con los derechos de los sellos discográficos. No suelen ser personas fáciles porque justamente se dedican a eso. Tarde o temprano esas personas saben más que vos las trampas y tenés que estar alerta, especialmente en los primeros momentos.
—¿Cómo sortearon esas dificultades?
—Después empezás a abrir los ojos y a entender un poco más. No todo el mundo vive la música con la misma pasión que vos, hay algunos que simplemente están haciendo un negocio. No está mal, pero se dedican a eso.
—¿Crees que hay más negocio que pasión en la música de hoy?
—Por supuesto. Son números y algoritmos. Está todo muy controlado y por algo los géneros que más circulan hoy en día son los más fáciles para generar dinero. Hoy hay más cantantes solos que bandas: es más difícil controlar una banda que controlar un solista. Los acuerdos con las bandas llevan más tiempo porque tenés que discutir con más personas. Yo puedo relajarme un poco porque sé que tengo a mis dos hermanos y que si uno baja la guardia, el otro está.
—Ustedes se mantienen vigentes, aunque no sea el rock la música más convocante, ¿no?
—Nosotros siempre en nuestro caminito al costado del mundo y haciendo lo que nos gusta. No nos importan mucho las tendencias y las modas. Creo que hay cosas que están buenísimas que sucedieron en estos años, pero nosotros siempre aguantando en la trinchera, tocando. No tengo dudas que hay un gran semillero de músicos, pero nosotros siempre tratamos de ser nosotros mismos y disfrutar del día a día con mucho rock y mucha rebeldía.
—¿Hay rebeldía en la música hoy?
—Las redes o las plataformas van donde sienten que hay dinero, están viendo cómo pueden generar nuevos artistas para generar más dinero. Vestirse con un buzo de 25.000 dólares no es ser rebelde; eso es ser parte del sistema. Rebelarse es pensar en el otro. No hablo de ir a salvar a niños a África, empezá por tirarle una soga a tu vecino o por lo menos evitá hacer el mal.
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