Misia: la hija de la lágrima
La cantante lusitana llega al país para presentar "Drama box", un disco de boleros, tangos y fados inspirados en una mujer que vive al límite
"No importa lo que haga, siempre hablan de mi flequillo", dice una sarcástica Misia, del otro lado de la línea telefónica, con una entonación castiza más próxima al de las marujas inventadas por Almodóvar. Más allá de su look afrancesado, la cantante renovó el lenguaje estético de la música lusitana y le dio una proyección internacional y rompió con la imagen de bronce de Amalia Rodrigues, conocida como la "reina del fado".
"Yo no busco ser una cantante de fado perfecta, sino alguien que interpreta lo que Roland Barthes llamaría el signo; yo busco el signo del fado, la esencia, el espíritu, eso es lo que algún día me gustaría llegar a hacer. No sé si lo lograré", dice Misia, y se distancia de su antecesora, a partir de la construcción de un personaje irónico y teatral, que sale a escena vestido como una especie de Morticia Adams para interpretar fados tan fatales como minimalistas.
En su último disco, "Drama box", que viene a presentar al teatro Coliseo, pasado mañana, y en un show íntimo en el Faena, el viernes, interpreta el papel de una cantante al borde de un ataque de nervios, que desanda un derrotero fatal a fuerza de boleros, tangos y fados. “Es un disco que ha surgido de forma teatral, con una puesta en escena. El título surgió de un pequeño teatro chino que hay en Singapur. Me gustó esa idea de la caja de dramas; es como la historia de una mujer que vive en un hotel y que está pasando por situaciones límite, que las expresa a través de estos tres tipos de géneros, el fado, el tango y el bolero, que son músicas que permiten una interpretación fuerte y muy intensa.”
–¿Qué puntos de contacto encontraste para trabajar sobre estos géneros?
–Para mí el hilo conductor es la línea dramática de las canciones y que los tres géneros permiten una interpretación al límite. El bolero es algo sensual, más cantado con la piel, tiene más de roce y físico; el tango es más visceral y cerebral porque los tiempos son importantes, y el fado es como una especie de bruma interior dentro de mí.
El origen del repertorio de “Drama box” tiene que ver con la historia personal de Misia. Nacida en Oporto, pero criada por una madre española, la cantante conoció otras culturas de niña. “Mi madre es bailarina y siempre en sus maletas traía músicas de otras culturas porque viajaba mucho. Este disco es un regalo para ella”, cuenta. Pero también este trabajo recrea ese paisaje onírico y solitario de su vida en hoteles. “El trabajo también surgió como disparador del universo de los hoteles y de las situaciones límite que forman parte de la historia de mi vida en estos últimos quince años. Paso el 80 por ciento del tiempo viajando y viviendo en hoteles. He vivido muchas situaciones límite en esos lugares.
–¿Qué tipo de situaciones?
–Mi historia personal no tiene mucho interés aquí, pero he usado algunas de mis experiencias personales como material para mi propia interpretación. Te garantizo que he pasado muchos infiernos en los hoteles –dice, y se ríe con cinismo–. A la vez el hotel es un lugar muy cotidiano para mí, es como estar en casa, y además es fascinante porque en los hoteles puedes fingir una identidad, es un sitio de separaciones y uniones. Es como un microuniverso. Me interesaba llevar ese concepto a las canciones, por eso también les pedí a los poetas que había convocado para los fados que pensaran en una mujer al borde, que tiene que cantar antes de tirarse por la ventana, meterse a monja o hacer algo decisivo en su vida. Situaciones límite que también tienen un grado de ironía y humor.
Con cinco discos grabados que marcaron la evolución del género en los últimos diez años, la cantante sigue el destino viajero del fado, conversando sin prejuicios con otras culturas y reconstruyendo un imaginario sonoro donde conviven desde 1800 la cultura africana y el lamento de los esclavos brasileños. “El fado tiene un destino de viaje. Por eso, me gusta que dialogue con otras culturas y disciplinas artísticas. El fado siempre tuvo un origen de ida y vuelta. Por eso he trabajado con Isabelle Hupert y en este disco he incluido a cinco mujeres actrices para leer un poema coral [Fanny Ardant, Ute Lemper, Carmen Maura, Miranda Richardson y María de Medeiros]. También colaboré con el realizador Patrice Leconte, y hasta incluso un día canté fado con un trapecista. Me gusta mucho todo lo que son cruces de territorios, aunque no soy de fusiones o de mezclas.”
–¿Te considerás una renovadora del género?
–Hace poco salió un libro sobre el fado en Portugal donde dicen que mi primer disco en 1992 marcó el nacimiento de un nuevo fado. Cuando empecé, en 1990, no era un buen momento para hacerlo porque yo estoy entre Amalia Rodrigues y la nueva generación. Fue un camino muy solitario, muy arriesgado, las editoras no estaban interesadas porque el fado no estaba de moda ni tampoco tenía mucho prestigio. Todo el mundo me decía: «No cantes fado». Era como hacer una travesía en el desierto. Ahora tengo la satisfacción de haber inventado un espacio y un nuevo público para el fado.
–¿Qué costado te interesaba explotar de un género tan tradicional?
–Yo quería cantar un fado diferente de lo que se hacía hasta ese entonces. Yo tenía una visión, a mi manera. Si bien escogí una música popular me gustaba ubicarme en la periferia del género y en un ambiente más alternativo con otro público. Pero eso de tener razón antes de tiempo tampoco fue tan favorable porque hay personas como los puristas que no me perdonan mi incursión. Igual me parece bien que así sea.
–A partir de tu incursión hubo una apertura del fado a otros públicos, incluso hasta en el teatro.
–Creo que de alguna manera esta proyección está impulsada por el fenómeno de las músicas del mundo que tienen sus ciclos. Primero fue la música cubana, después las mornas de Cabo Verde, ahora el fado, y después veremos qué viene. Pero lo bueno de este boom es que las editoras se han dado cuenta de que el fado viaja, exporta, vende y hay toda una explosión de voces nuevas y muy buenas que quedarán mas allá de la moda.
–Esta proyección parece algo natural en una música que se originó a partir de ese intercambio con otras culturas y pueblos a través del mar.
–Si bien el fado es un género muy local, surgido alrededor de Lisboa, lo elegí porque lo siento como un lenguaje universal con el que puedo viajar y conectarme con alguien de la Argentina, Nueva Zelanda o Tokio.
–Hay un sentimiento portugués que va casi de la mano del fado que es la saudade ¿Como la definirías?
–En Portugal la saudade no está vinculada solo a la tristeza. Cuando nos decimos adiós o cuando enviamos una carta, al final decimos saudade. No es nada malo. La saudade es como la presencia de una ausencia, de algo que es bueno. Hay algo que es tan vivo y tan bonito que no se puede morir. Cuando uno tiene saudades del futuro, se trata de que deseas algo que aún no ha venido y sientes la falta de eso que has imaginado. No es un sentimiento negativo, sino un sentimiento creativo, de eterno retorno y de un vacío lleno de memoria.
–Dijiste que te costaba definir el espíritu del fado ¿Pudiste resolver ese enigma?
–Para mí el fado es el sentimiento del destino, un sentimiento a veces muy trágico. También pienso que hay tantos significados del fado como cantantes. El fado depende mucho del tipo de poema que cantas porque puede ser lo más banal o puede hablar sobre la vida y la muerte. Los fados que yo canto hablan de los grandes sentimientos con sus noblezas y miserias. La emoción es lo que más me interesa, mucho más allá de la perfección de la voz. No me interesa cantar fado con la voz perfecta. El mío es el camino de María Magdalena, no el de la Virgen María.
PARA AGENDAR
- Misia Presenta “Drama box” .
Teatro Coliseo Marcelo T. de Alvear 1125. Pasado mañana, a las 21.30
Cabaret del Faena Hotel Martha Salotti 445 El viernes, a las 0.30
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