Ricky Martin en la Argentina: los cinco mejores momentos del show en Vélez

Ricky Martin se para en el escenario y la hipnosis es generaliza. Estamos en Vélez, hay 35 mil personas, y es el primero de los dos shows que va a dar en el estadio en el marco del One Wolrd Tour -el del 24 se presenta en el Direct Tv Arena-. Todos los espectadores se entregan a un sinfín de estímulos. Tanto visuales como auditivos. El boricua recorre su carrera en casi dos horas de show donde el manejo del ambiente es todo suyo. Arranca con temas arriba, después llega el apartado de lentos para terminar con un bloque final festivo que convierte el lugar en un boliche lleno de coreografías. Además, un grupo de bailarines lo acompañan de manera coordinada y sensual, él en el centro de la escena y ellos se contagian de su sangre latina. Así entre "Livin´la vida loca", "María", "Fuego contra fuego" y "Tal vez", Ricky cumple.

Los cinco momentos

Una entrada triunfal

Después de un set de CNCO, la banda que promueve Ricky, se apagan las luces. Unas cinco pantallas Leds y música electrodance son la antesala perfecta para la aparición del cantante que supo aggiornase. Es de los pocos que entendió cómo seguir y pasó de baladas a temas bailables y caribeños. Parado sobre una plataforma elevada que va bajando, Ricky se impone ante su público con un traje que despierta alaridos. "Mr. Put it Down" es el tema elegido para arrancar el show, mientras luces de colores salen disparadas. Uno de los méritos del ídolo es haber entendido el significado de espectáculo.

A puro romanticismo

Ricky se conecta con sus hits más románticos. Vestido con una camisa blanca, dulce y sexy, canta los temas lentos que supieron ser consuelo de desamor, largas noches de insomnio y pérdidas. Suena "Fuego de noche, nieve de día" y un Vélez repleto de fans cantan a la par las desgarradoras estrofas. Ricky deja participar al público, lo deja cantar y rememorar viejas épocas. Su selección comienza en "Tal vez", sigue con "Tu recuerdo" y termina con "Vuelve".

Un auto en el escenario

Las pantallas muestran planos detalle de lo que vendrá: un farol, una parrilla, una rueda, y finalmente, un auto. Y ese mismo auto aparece en el centro del escenario con Ricky Martin parado arriba del capó. Empieza a sonar "Livin´ la vida loca" y Ricky demuestra por qué lo tildan de buen bailarín. Los fans gritan, danzan y se divierten. Él se viste arriba del auto. Aparece con musculosa negra que deja ver su cuerpo marcado y sus tatuajes. Esta vez luce una pollera negra. Seguro de sí mismo, Ricky quiebra todas las reglas con el grito emblemático de "que me importa lo que digan". Y la gente lo acompaña con su réplica.

Lo más hot

Al ritmo de "ella es una mujer especial como caída de otro planeta" se inaugura el momento hot del show. La bailarina, vestida de negro con una pollera con tajo y un top, lo rodea a Ricky, le baila muy sensual, y lo toca de arriba hacia abajo. Él se ruboriza, deja de cantar y sonríe con timidez. El cantante maneja su cuerpo con total desenvoltura, con movimientos muy provocativos, acompaña a la bailarina y enciende el estadio.

El final más esperado: "La morditita"

Ricky Martin sabe cómo hacer explotar al público, él controla el termómetro. Va de temas nuevos a clásicos, de "Me sube la adrenalina" a "A medio vivir". Es cuestión de entregarse a lo que propone. Claro que la mirada está puesta en sus facciones: no para de hacer muecas y de conectar con sus fans. Después de hacer bailar con "María, "La bomba" y de organizar una coreo con "Por arriba, por abajo" viene el saludo final, pero no del todo. Ante una horda de fans aclamando por él y por el tema más repetido en las radios ("La mordidita"). Él, complaciente, vuelve. Papel picado y pasos desenfrenados fueron la imagen de la despedida. "Muy buenas noches, Buenos Aires, quiero que salgan afónicos de tanto cantar y bailar", había pedido el boricua.