Case: un eficaz escandinoir ambientado en Islandia

Case (Islandia/2015) Creadores: Þorleifur Örn Arnarsson, Sigurjón Kjartansson y Andri Óttarsson Elenco: Steinunn Ólína Þorsteinsdóttir, Magnús Jónsson., Birna Rún Eiríksdóttir, Elma Stefania Agustsdottir. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: Buena

Es curioso que la última renovación del género policial nos haya llegado del frío de los países nórdicos, dado que son sociedades virtualmente sin crimen. En Dinamarca, una de las cunas del escandinoir con ficciones extraordinarias como Forbrydelsen o Bron/Broen, solo hay 50 homicidios por año, sobre una población de 5.8 millones, es decir, menos de 1 cada 100.000 personas.

En Islandia, país de origen de esta serie disponible en Netflix , en 2016 solo hubo un asesinato, más o menos el promedio histórico, y en 2017, a todas luces un año extraordinariamente violento, hubo cuatro. Acaso esto explique por qué sus detectives de homicidios tienen tanto tiempo para obsesionarse con un caso en vez de dejarlo ir cuando todas las evidencias indican que tal cosa sería la más sensata.

Case es un típico exponente de los tropos de su género, tales como la narración encabezada por una mujer o el crimen que destapa una olla de secretos y corrupción que llega a los estratos sociales más altos y protegidos. Aquí, el muy claro suicidio por ahorcamiento de una adolescente en su escuela de ballet dispara la investigación de la detective Gabriela (Steinunn Ólína Þorsteinsdóttir), quien rápidamente encuentra inconsistencias y mentiras en el relato de sus allegados. A la vez, Logi (Magnús Jónsson), un abogado caído en desgracia (su historia puede rastrearse en el drama legal Réttur, del que esta serie es una suerte de spin-off) también encara su propia pesquisa y descubre un circuito de distribución de videos porno caseros y de venta de drogas entre los compañeros de la chica muerta.

Como indica el género, cada personaje tiene algo que esconder y nuestras sospechas van rotando de uno a otro a medida que se revelan sus secretos. Exceptuando la luz agobiante y el paisaje desolado del frío verano de Reykjavik, la serie no aporta novedades, más bien es un eficaz y sólido exponente de su rubro. Al comienzo nos exige un compromiso mayor que otras porque toma la refrescante elección de evitar los diálogos expositivos y las presentaciones de los personajes: tenemos que deducir quién es cada uno mientras lo vemos en acción, para luego, en episodios sucesivos, descubrir que casi ninguno es lo que parecía y que el día interminable y la perfección de las sociedades escandinavas ocultan un zona de espantosa oscuridad.