Con una fórmula ya probada
"Amor en custodia" , telenovela escrita por Marcela Citterio y Enrique Estevanez. Con Osvaldo Laport, Soledad Silveyra, Sebastián Estevanez, Melina Petriella, Claudia Fontán, Carolina Papaleo, Pepe Novoa, Mónica Galán, Mirta Wons, Salo Pasik, Santiago Ríos y elenco. Escenografía: Luis Bangleses. Producción ejecutiva: Enrique Estevanez. Dirección: Carlos Luna, Mario De Ciancio y Pablo Ambrosini. Por Telefé, de lunes a viernes, después de "Telefé Noticias, primera edición".
Quince minutos después del horario anunciado por las promociones, como para ratificar que también este año los responsables de la programación de los canales abiertos no escarmientan con la manipulación de los horarios a expensas de las necesidades del televidente, se pone en marcha cada capítulo de "Amor en custodia", avanzada de lo que promete ser un año generoso para las telenovelas en la programación de la TV de aire.
Entre la decena de proyectos con este sello en marcha o en proceso de grabación, la tira que acaba de lanzar Telefé cumple en su trama con puntillosa prolijidad las exigencias básicas del género. Con la eficacia narrativa garantizada por el oficio en la materia del probado tándem Estevanez-Citterio, esta fuerte apuesta a una pareja protagónica madura en un tiempo rebosante de telenovelas con figuras románticas juveniles no deja de ser audaz y hasta podría leerse como el reconocimiento desde la Argentina a prácticas que han funcionado muy bien en otras latitudes.
Aquí, Soledad Silveyra retoma uno de sus clásicos personajes de tinte aristocrático que siguen en línea recta el camino iniciado tres décadas atrás con la Mónica Helguera Paz de "Rolando Rivas, taxista". Aquí es una empresaria que no bien se inicia el relato queda a merced de un intento de secuestro (primero del puñado de apuntes que remiten a la actualidad argentina que se cuelan entre una trama por lo demás atemporal) del que logra escapar con la ayuda de un sencillo muchacho de campo encarnado por Osvaldo Laport, cuya tarea a partir del episodio será hacer de guardaespaldas de la dama en cuestión.
A partir de este vínculo central, como corresponde a las telenovelas que se precian de tales desde el título, se mueve una comunidad variopinta de personajes secundarios lo suficientemente amplia como para no extrañar ninguno de los tópicos clave del género: parientes de la figura central con algún secreto familiar escondido; un grupo de esposas, maridos, ex esposas y ex maridos con razones suficientes para acumular enojos y rencores; personal doméstico encargado de cumplir con el imprescindible toque humorístico, y una sucesión de secuencias de intriga y suspenso hasta aquí bien dosificadas y correctamente resueltas en exteriores. Todos se mueven alrededor de una gran mansión que, a efectos del relato, es una suerte de universo con vida propia.
Entre todos ellos se destaca la segunda pareja en importancia, que como espejo de la principal está integrada por la hija del personaje de Silveyra y su respectivo guardaespaldas. Ella es Melina Petriella, cuyo perfil de chica rebelde y altanera pareció construirse de apuro y desde el vamos tras la defección de Julieta Prandi, que parecía apuntar a otra cosa; él es Sebastián Estevanez, muy aplicado y eficaz para cumplir una función que se adapta de lleno a sus características como intérprete.
Hasta aquí, entre el oficio, el conocimiento mutuo y el inevitable toque erótico que ambos saben adaptar a su edad, Silveyra y Laport son capaces de mantener progresivamente encendida la atención del relato. Queda pendiente el ajuste entre las instancias "serias" y aquellos toques paródicos en los que ambos protagonistas parecen dispuestos a reírse de sí mismos para que "Amor en custodia" pueda darle consistencia interna a una historia hasta aquí bien llevada y de impecable factura técnica.
lanacionar