Un premio que es y se ACE
La fiesta del teatro, con Norma Aleandro, ganadora exultante por partida doble: actriz dramática y ACE de Oro; Roberto Celiberti, el mejor en los musicales, y María Fiorentino, un show extra con sus desbordes luego de que la consagraron mejor intérprete de comedias.
lanacionar"Los premios siempre me sorprenden, porque no me los dieron o porque me los dan", dijo Agustín Alezzo al ser galardonado en el rubro mejor dirección por "Master Class". En un gesto de caballero que lo honra, le dedicó el premio a su contrincante de terna, Augusto Fernandes, el responsable de "El relámpago". La elegancia del director no ocultó su sorpresa y se ubica en el punto medio de las reacciones que despierta este tipo de entregas, en cuyos extremos suelen estar el frenesí de los ganadores, y las caras largas o la austeridad diplomática de gestos en los perdedores.
Se sabe: en cuestión de premios, aquí y en todas partes del mundo, la justicia absoluta es más un horizonte de trabajo que una realidad fácilmente materializable. En la base de la cuestión están las distintas procedencias profesionales de los votantes (hay críticos, cronistas y algún jefe de prensa), el desafío de conformar las categorías en una ciudad atiborrada de actividad teatral, los gustos personales y siguen los etcéteras.
Consultados off the record algunos de los empadronados en ACE, llamaba la atención que desconocieran el detalle de los reglamentos de votación, inhabilitaciones para participar de los comicios y otras cuestiones estatutarias.
En cambio, la preocupación por aspirar a la justicia aparecía en un cartel pegado en la sala de votación. "No vote lo que no vio", decía. La apelación directa a la conciencia de los socios, según interpretaron algunos, se refería sobre todo a rubros como los que involucran al teatro independiente y al espectáculo infantil, a los que -por la cantidad de oferta- siempre es más difícil llegar. Tanto que ACE armó comisiones ad hoc que ayudan a conformar las ternas, para que, luego, los votantes se ocupen al menos de concurrir a los espectáculos que entran en competencia.
Los resultados
En una entrega que no tuvo grandes sorpresas y de la que salieron triunfantes espectáculos que aparecían como números puestos ("Esperando a Godot", "Master Class", "El relámpago" y "Arlequino" estuvieron entre los que se llevaron la mayor cantidad de premios), hubo sin embargo categorías conformadas de un modo discutible: "La invención de Morel" compitió contra dos espectáculos infantiles, o "Confesiones de mujeres de treinta" integró el rubro espectáculo de humor, mientras que dos de sus actrices (Virginia Innocenti y Alejandra Flechner) estaban entre las candidatas a la mejor actriz de comedia. También cabría agregar la minucia de que en los rubros mejor coreografía y mejor música original se premió en realidad al mejor coreógrafo y al mejor músico. Y se entiende que haya categorías dedicadas exclusivamente al espectáculo under, cuyas condiciones de producción son distintas de las de los circuitos comercial y oficial. Pero, ¿Tina Serrano u Onofre Lovero, ambos de impresionante trayectoria, son actores off? ¿Qué sería, yendo al extremo, un intérprete off? ¿Se trataría de alguien que actúa con una técnica distinta?
Claro: las críticas siempre están ahí, en la punta de la lengua, y puede que haya mejores modos de organizar un premio, pero -también hay que decirlo- hasta ahora a ninguna otra institución se le ocurrió algo mejor ni -menos que menos- lo llevó a cabo.
El camino a las boleterías
La transmisión, muy sobriamente conducida por Juan Alberto Badía y Gabriela Guimarey, obtuvo -según Mercados y Tendencias- un promedio de 9 puntos, y picos de 12.8, sobre todo hacia el final, seguramente por el gancho extra del ACE de Oro. Traducido, eso significa casi 410 mil hogares en el momento de máxima audiencia. No es poca propaganda par a una actividad con muchos problemas para que la gente llegue a las boleterías. Hubo casos aislados que aprovecharon la imagen televisiva como medio convocante: Rubén Celiberti, que recordó su estreno de hoy, en el teatro Regina ("vengan, porque si no tengo que cerrar el negocio"). O Eva Halac, que intentó despertar curiosidad mostrando el muñeco que hace las veces de Morel en su adaptación escénica del texto de Adolfo Bioy Casares.
También hubo tiros directos y ruidosos que apuntaron a la situación política y social: Gerardo Romano le dedicó su premio al "genuflexo monigote de moño" y todos seguramente recordaron su pelea con Jorge Asís en el programa de Mariano Grondona.
Por su parte, uno de los integrantes de El Periférico de Objetos dejó sentado que no le dedicaban el premio al presidente Menem.
Y hubo tonos de humor distintos para recibir los premios. Así, por ejemplo, el -¿cómo llamarlo?- show extra provocado por los desbordes de María Fiorentino contrastó con el señorío de Norma Aleandro, aun cuando se la notaba fusilada por la emoción.
Botellas al mar
Fueron perlas propias de noches de premios. Porque la impresión general es que quienes subieron al estrado (muchos de ellos, los mismos que hace poco pusieron la cara yendo al Congreso para lograr que la actividad escénica quedara exenta del IVA) desaprovecharon la oportunidad de alertar a la audiencia de que, salvo excepciones, se hace cada vez más difícil seguir adelante. Al teatro le cuesta lograr nuevo y mayor público. Y por cuestiones que no parecen sólo económicas: las cuponeras emitidas por los empresarios teatrales, que permiten comprar entradas a precios reducidos, no obtuvieron el resultado esperado. Seguramente, el clima de fiesta, la emoción, la alegría y los agradecimientos personales distraían de estas cuestiones de fondo a los premiados, que dejaban a la teleaudiencia como mero voyeur del acto, sin invitarla ni seducirla para intentar que el caminito hacia las salas crezca en tránsito. El único intento al respecto pasó por la emisión de fragmentos de las obras ternadas. De todos modos, si bien hasta ahora el ACE no pudo demostrar una influencia de peso sobre las boleterías, sí dejó marcas en el circuito under, donde por el solo hecho de estar ternados algunos espectáculos recibieron ofrecimientos de sala. En los tiempos que corren, no es poca cosa.
Dos escenarios para una misma fiesta
Dos cortinas de terciopelo bordó, celosamente custodiadas por tres vigilantes vestidos de gris, separaban los dos mundos paralelos de esta entrega de los premios ACE. De aquel lado, en el Gran Salón Montserrat del Hotel Intercontinental, los artistas celebraban los premios con champagne, lamentaban los fracasos con caras lánguidas y aprovechaban las tandas comerciales de la transmisión televisiva para probar el timbal con pechuga de pollo rellena con duxelles de champignones.
De este lado de la cortina, en el hall, el espectáculo era otro. Como si se tratara de la antesala de un combate donde 110 soldados ansiosos esperan la llegada del coronel que anuncie las novedades del frente de batalla, periodistas, fotógrafos y camarógrafos aguardaban la salida de los premiados.
De a uno y escoltados por dos señoritas más simpáticas que los guardianes de la cortina, los ganadores atravesaban la frontera. Y allí, subidos a una tarima especialmente montada para que exhiban el premio, se sometían a una maratónica sesión de minireportajes y fotos.Pero el espacio era tan reducido que más de un actor terminó aplastado contra la pared. Claro que no todos tuvieron la suerte (o la desgracia) de posar ante cámaras. Mientras los actores más conocidos acaparaban flashes y micrófonos, más de uno tuvo que contentarse con hacer una pasadita rauda, estilo pasarela, sin recibir siquiera un saludo.
La consigna: abrirse paso
El blanco estaba puesto en los famosos. No sólo hubo que esquivar, como obstáculos, las cámaras que atentaban contra las cabezas y los tubitos de los rollos de fotos abandonados en el suelo. También hubo que abrir paso para que los actores, desesperados ellos, pudieran llegar hasta el baño. O conquistar un espacio para escuchar a Georgina Barbarosa que, después de perder, salió como una tromba a reclamar ante cámaras que el productor de "La Familia Frankenstein" le pague al elenco. O liberar el camino para que la torta del festejo del cumpleaños de Enrique Pinti haga el recorrido desde la cocina al escenario principal y viceversa. Sólo a las doce y monedas, hora en que se entregó el esperado ACE de Oro, la frontera se abrió. Convocados por los organizadores, los cronistas se agolparon frente a la puerta principal, para ingresar en el gran salón a escuchar el discurso de Norma Aleandro y fotografiarla en su gesto triunfador. Claro que, para cuando lograron atravesar el embudo de la entrada, la multipremiada actriz ya se despedía con un emotivo "gracias".
Evidentemente, el espéctaculo había terminado. Cansados, los ganadores respondieron unas pocas preguntas y posaron, ya con más espacio, para las últimas fotos. Mientras, el personal de limpieza iniciaba la pesada tarea de devolverle al salón su aspecto original. Munidos de aspiradoras y bolsas de residuos, borraron rápidamente las huellas de un escenario donde el teatro giró en la órbita de las luces de las TV.
Todos los galardones
ACE de Oro: Norma Aleandro.
Mejor obra dramática: "Esperando a Godot", de Samuel Becket. Mejor actor protagónico drama: Patricio Contreras, por "Esperando a...". Mejor actriz protagónico drama: Norma Aleandro, por "Master Class".
Mejor actor de reparto drama: Alejandro Urdapilleta, por "El relámpago". Mejor actriz de reparto drama: "Alicia Berdaxagar, por "Esperando a ..."
Mejor dirección: Agustín Alezzo, por "Master ...". Autores argentinos: Eduardo Rovner, por "Compañía". Mejor producción: Teatro Nacional Cervantes, por "El relámpago".
Mejor obra de comedia: "Arlequino", de Goldoni. Mejor actor protagónico comedia: Claudio Gallardou, por "Arlequino. Mejor actriz protagónico comedia: María Fiorentino, por "Compañía". Mejor actor de reparto comedia: Gabriel Goity, por "Humores..." Mejor actriz de reparto comedia: Mercedes Morán, por "Humores...".
Mejor espectáculo off: "Máquina Hamlet", de Heiner Muller. Mejor director espectáculo off: Diego Kogan, por "Criminal". Mejor actor espectáculo off: Onofre Lovero, por "Bravo Caruso". Mejor actriz espectáculo off: Tina Serrano, por "La pirámide".
Mejor espectáculo unipersonal: Gerardo Romano, por "A corazón abierto". Mejor espectáculo de humor: "Confesiones de mujeres de 30".
Mejor espectáculo musical: "La Cassano en el Maipo". Mejor actuación masculina en musical: Rubén Celiberti, por "La Cassano...". Mejor actuación femenina en musical: Nacha Guevara, por "Nacha de noche."
Mejor coreografía: Ricky Pashkus, por "La Cassano..." y "Haceme bolsa". Mejor música original: Edgardo Rudnitsky, por "El relámpago" y "Cristales..." Mejor escenografía: Graciela Galán, por "Cristales rotos y "Esperando a Godot".
Mejor vestuario: Jorge Micheli, por "Arlequino". Mejor iluminación: Ariel del Mastro. Premio revelación masculina: Javier Daulte, por "Criminal". Premio revelación femenina: Mariam Toker, por "Master Class".
Mejor espectáculo de títeres: "La invención de Morel", de Eva Halac. Mejor obra infantil: "El collar de Perlita", de Claudio Hochman.
Celiberti se juega
Con su flamante premio ACE encima, Rubén Celiberti, rosarino, durante años radicado en Europa, sobre todo, en Francia e Italia donde desarrolló una intensa carrera como bailarín y showman se lanza ahora con su propio show, "Rubén Celiberti... a puro talento", en elteatro Regina desde mañana, de jueves a sábados, a las 21, y los domingos, a las 20. Allí desplegará la amplia gama de sus dotes, que van desde la danza (la clásica, el tap, el jazz y hasta en patines) el canto en varios idiomas y la ejecución del piano hasta el recitado de poesías y la actuación.
Lo suyo es polifacético; en realidad, es un inquieto capricorniano al que no le alcanza el tiempo para hacer todo lo que proyecta.
Su trayectoria es amplia: fue integrante del Ballet de Marsella dirigido por Roland Petit; ganó los premios Serge Lifar, Leonide Massine yGinoTanni; actuó conLindsayKemp, en la RAI y el coreógrafo Vittorio Biagi realizó varias obras para él; fue protagonista en Roma de "Un americano en París". Regresó hace un año al país en oportunidad de la inauguración del Maipo.Y después, fue el excelente partenaire del espectáculo "La Cassano en el Maipo", con Eleonora Cassano.
Experiencia como creador
Esta no es su primera incursión como creador de sus propios espectáculos: en el extranjero estrenó "Baires 87", un homenaje a Borges y a Piazzola, "El baúl" y "Amor y tango". Le gusta cambiar, hacer mil cosas. Dice: "Todo cambio significa dolor, lo cual lleva al crecimiento. Luego de esas grandes etapas de sufrimiento que todos pasamos, porque parece que no viene una cosa sola, sino todo junto, un paquete entre lo afectivo, económico y laboral, sobreviene una estado de belleza que se traduce en lo exterior a través de la búsqueda interior."
-¿Cuál es tu propuesta en este espectáculo?
-Cuando volví al país era prácticamente desconocido aquí: la experiencia en el Maipo sirvió para el reconocimiento de un núcleo de gente que comenzó a seguirme. En esta obra estaré al rojo vivo con todas mis facetas. Bailaré con castañuelas, con patines y hasta voy a encarnar el papel de cisne, que siempre ha sido personificado por mujeres. ¿Por qué no puede hacerlo un hombre: en 1987, Roland Petit montó "Los cisnes", que yo interpreté. Ahora hago mi versión de la "Muerte del cisne".
-El repertorio es variado...
-Por supuesto. Luego hago un viaje artístico que pasará por Buenos Aires, con Borges yPiazzola; por París, bailando canciones de Edith Piaf e interpretando temas de Kurt Weil, y por Nápoles, con sus canzonettas. El espectáculo va después a los Estados Unidos, donde ingresan las canciones de Gershwin. Pero también hay un breve texto que Enrique Pinti escribió para mí, donde me describe como"hijo de tano y de gallega y sobrino de algún ruso". Asimismo, el piano, en el fragmento que se llama "Líricos plays", donde interpretaré fragmentos de Tchaikovsky,Satie ySaint-Säens. No hay un hilo conductor: va de sorpresa en sorpresa.
-¿Te afincaste en Buenos Aires?
-Las raíces no se olvidan y me siento maravillosamente en esta ciudad, donde quiero desplegar lo que tengo y lo que sé. En mi país me conduzco con mis códigos; son la identidad. Por eso creo y me arriesgo produciendo mi espectáculo. No dejo las oportunidades del exterior; seguramente el año próximo vuelvo a trabajar con Lindsay Kemp. Lo que importa es que hago lo que deseo. Yo me enchufo a full en un proyecto y vivo ese momento, no veo las cosas desde afuera; esté aquí o en la China. Ahora mi destino, mi presente, es éste.
lanacionarMás leídas de Espectáculos
En fotos. De la especial noche de Caramelito al nuevo emprendimiento de Paula Colombini
"No hubo velorio, no hubo nada". Es hijo de Hugo Arana y Marzenka Novak, actúa pero le costó hacerlo y aún no pudo hacer el duelo de su padre
"Me duele que mientan sobre mí". Florencia Peña: las crisis que atravesó, lo que le enseñó la política y el gran amor de su vida