Con un estilo propio para abordar la narración histórica, en su última novela el escritor mexicano recrea el encuentro entre Hernán Cortés y Monctezuma
NUEVA YORK
La edición del 13 de agosto de 2021 de The New York Times no mencionó el aniversario número 500 de la caída de Tenochtitlan, la antigua capital azteca de la que nació Ciudad de México. Álvaro Enrigue se dio cuenta, por supuesto.
Enrigue, de 54 años y criado en Ciudad de México, cree que los primeros encuentros entre Europa y América cambiaron la trayectoria del comercio mundial, el urbanismo, la industria y muchas otras cosas. Sostiene que la modernidad nació en el momento en que el emperador azteca Moctezuma y Hernán Cortés, el conquistador español, se miraron por primera vez a los ojos en 1519, una colisión de imperios que puso en marcha la toma de la ciudad dos años después. “Ni un solo artículo, y eso que era la gran ciudad de América en aquella época”, comentó.
Para Enrigue, el auge, la caída y el renacimiento de Tenochtitlan quizá sea la obsesión más importante en una vida llena de ellas. En cuentos, novelas, ensayos y reseñas, se ha adentrado en las historias de Gerónimo, Rubén Darío, Sor Juana Inés de la Cruz y y la llegada de samurais del siglo XVII al puerto de Acapulco, por solo nombrar algunos ejemplos. En su novela de 2016, Muerte súbita (Anagrama), imaginaba un partido de tenis entre Caravaggio y Francisco de Quevedo con una pelota hecha con el cabello de Ana Bolena.
"La obra de Enrigue está marcada por una gran atención al detalle histórico"
La obra de Enrigue está marcada por una atención desmedida al detalle histórico. “Necesitaba saber cómo se ataba los zapatos un romano para escribir un libro en el que nadie se ata los zapatos”, dijo. Quizá Enrigue es demasiado entusiasta con sus temas pero eso, sin duda, es un beneficio para sus lectores. Es un escritor naturalmente entretenido y erudito que construye mundos alternativos a partir de minucias. Además, parece que se la pasa muy bien.
“Todo esto surge del enorme placer, como decía Sor Juana, de aprender cosas”, afirmó. “Investigo tanto porque disfruto mucho”.
La última novela de Enrigue, Tu sueño imperios han sido (Anagrama), replantea el primer encuentro entre Cortés y Moctezuma junto a los intérpretes Malinalli y Gerónimo de Aguilar, la princesa Atotoxtli, el capitán español Jazmín Caldera (único protagonista de la invención de Enrigue) y otros. Es una historia que le fascina desde que tenía 9 o 10 años, cuando unos obreros se toparon por casualidad con vestigios de los aztecas en el centro de Ciudad de México y se iniciaron las excavaciones del templo mayor de Tenochtitlan. “Empecé a investigar esta novela en 1979″, dice, antes de frenar su entusiasmo. “Suena patético. No, no lo hice. Pero ha sido una larga historia de amor”.
Abrevar en las fuentes
Para escribir Tu sueño imperios han sido, Enrigue se basó en relatos clásicos del encuentro, como Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, así como en la nueva oleada de estudios producidos en torno al quinto centenario de la caída de la ciudad. También hizo un recorrido por las excavaciones que todavía se realizan bajo Ciudad de México. Enrigue afirma que en la historia no hay buenos ni malos, pero bromea diciendo que después de ver un tzompantli (una torre de cráneos construidos con las víctimas de sacrificios humanos), “empiezas a preguntarte cosas”.
Enrigue escribió su primera novela, La muerte de un instalador, mientras trabajaba para una emisora de radio durante la crisis del peso mexicano de mediados de la década de 1990. Los recortes presupuestarios, y la correspondiente reducción de horas de Enrigue, le dieron tiempo para escribir. Desde entonces ha publicado otras seis novelas, dos colecciones de cuentos y un libro de ensayos, y ha sido editor del Fondo de Cultura Económica, una de las editoriales más importantes de América Latina.
Ahora es profesor adjunto de Lenguas y literaturas románicas en la Universidad Hofstra de Nueva York, y afirma que parte de su trabajo consiste en “pasar todo el tiempo que quiera leyendo los libros más aburridos y especializados” para satisfacer sus curiosidades.
"Enrigue trata de “dejar rastro” de cómo están escritos sus libros"
Sin embargo, el entusiasmo de Enrigue va más allá de cualquier proyecto en el que esté trabajando, afirmó Laura Perciasepe, su editora en Riverhead Books. “Escribe los mejores correos electrónicos”, aseguró. “Hazle una pregunta mundana de logística o solo escríbele para saber cómo está, y te responderá con una nota que te transformará la vida sobre la historia del imperio, las tribulaciones de uno de sus gatos o los infortunios de los Orioles de Baltimore”.
La rutina de investigación y escritura de Enrigue se afianzó mientras cursaba su doctorado en la Universidad de Maryland con profesores como Jorge Aguilar-Mora y José Emilio Pacheco, que compartían la filosofía de “leer todo lo que había que leer” para poder escribir, dijo. La experiencia ayudó a perfeccionar el estilo de Enrigue. Después de entregar un trabajo para Aguilar-Mora durante un curso de un año en el que había consumido todo lo humanamente posible sobre la Revolución Mexicana, el profesor lo invitó a charlar y le preguntó dónde se escondía la personalidad de Enrigue. “Me sentó y me dijo: ‘¿Esto es todo, Enrigue? Te invité a Maryland porque eres novelista. ¿Dónde está esa persona en todo esto?’”, recordó. “Eso cambió completamente mi punto de vista”.
Enrigue dice que desde entonces ha tratado de “dejar rastro” de cómo están escritos sus libros. A menudo eso significa perturbar de manera directa la capacidad de sus lectores para suspender la incredulidad. Muerte súbita incluye una correspondencia por correo electrónico con el editor de Enrigue en español; Tu sueño imperios han sido comienza con una nota de Enrigue a Natasha Wimmer, su traductora al inglés, y Enrigue también hace una especie de aparición en la obra.
“La suspensión de la incredulidad es una superstición tonta que limita tu poder como narrador”, señaló. “Eso no quiere decir que no crea en la trama. La trama no es una superstición, sino una cortesía”.
Borges y el boom
No es de extrañar, pues, que Jorge Luis Borges se encuentre entre las principales influencias de Enrigue. Tu sueño imperios han sido está modelado, estructuralmente, sobre “El milagro secreto”, un cuento de Borges incluido en Ficciones en el que un personaje “favorecía la forma del verso en el teatro porque impide a los espectadores olvidar la irrealidad”. Las opiniones de Enrigue sobre las “tradiciones del siglo XIX” en cuanto a lo que se permite hacer en las novelas también pueden ser la razón por la que es difícil llamar ficción histórica a su obra. Aunque es casi seguro que los detalles más sutiles de sus libros resistirían una verificación de los hechos, sus relatos se salen alegremente de los límites de la historia tal y como la conocemos.
“No conozco a nadie que escriba como él, que aborde la historia como él lo hace, con ternura e ironía, con un ojo tan agudo para los detalles humanos y una capacidad para encontrar el humor en las cuestiones más grandes y oscuras de nuestro pasado”, argumentó Daniel Alarcón, novelista y periodista peruano que conoce a Enrigue desde hace casi dos décadas.
Por su parte, Enrigue cree que su estilo puede tener algo que ver con la proximidad de su generación a los escritores del llamado boom latinoamericano, el movimiento literario que puso en primer plano a figuras como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Antes de conocer a sus héroes (y darse cuenta de que eran personas normales), el joven Enrigue los veía como “dioses vivientes”, dijo.
“Creo que estábamos oprimidos y traumatizados por este firmamento cercano de escritores que seguían produciendo sus obras”, dijo, y añadió que mezclar la ficción de género con “los tics de lo que se considera como literatura de prestigio” podría ser, en su caso, “un impulso para crear un espacio seguro afuera de la literatura totémica que proponían los gigantes de los años 60 y 70″.
La cercanía física con autores como García Márquez y Fuentes –a los que se podía ver “comiendo en la mesa de al lado” en Ciudad de México– y Juan Rulfo, que para mayor intimidación procedía de la misma zona del país que la familia de su padre, también puede ser la razón por la que Enrigue se siente más seguro de poder inspirarse en Borges “y regresar cómodamente”.
“Borges era un autor al que yo veneraba pero al que no temía”, dijo Enrigue. “Creo que el autor que más he admirado es Rulfo, pero ni siquiera me atrevo a llegar ahí”.