Yossi Klein Halevi sostiene que no hay “una guerra entre el Goliat israelí y un David palestino” y que su país hoy confronta en verdad con el Islam radicalizado
Yossi Klein Halevi dedicó gran parte de su vida a generar puentes de comprensión, afecto y empatía entre israelíes y palestinos. Este intelectual judío nacido en Brooklyn hace 71 años, en un hogar de sobrevivientes del Holocausto conservadores y religiosos, ha liderado decenas de iniciativas en busca de la reconciliación de dos pueblos enfrentados que, como él dice, comparten un mismo hogar. Sin embargo, cree que hoy, cuando se cumplen cinco meses del ataque de Hamas, no es tiempo de paz. Aunque crítico del gobierno israelí, apoya la guerra contra el grupo terrorista, a la que inscribe en una confrontación con el Islam radicalizado.”Mi esperanza de largo plazo es que Israel resuelva la tragedia palestina en el contexto de una paz regional con el mundo sunita”, dice, algo que por primera vez, según estima, se está logrando.
Sionista empedernido desde su más tierna infancia, Klein Halevi emigró a Israel a los 29 años. Su búsqueda de comprensión y acercamiento con los palestinos lo llevó a rezar en las principales mezquitas de Gaza y Cisjordania tomado de la mano de sus pares en el mundo musulmán. Buscó comprender la fe de sus vecinos, conocer sus rituales y su acercamiento a lo divino, intentó comprender las aspiraciones de un pueblo vecino y las narrativas que alimentan sus esperanzas.
"Klein Halevi mira por encima del muro de separación entre israelíes y palestinos en busca de socios para la paz"
Albergó centenares de líderes religiosos y políticos del Islam en el Shalom Hartman Center, la institución académica en la que trabaja en Jerusalen. Allí colaboró con el Imam Abdullah Antepli, de la Duke University, con quién co-dirigió la Muslim Leadership Initiative para enseñar judaísmo a futuros líderes del Islam.
Klein Halevi fue el líder de Open House, un proyecto educativo palestino-israelí, en Ramle, un pueblo del centro de Israel donde conviven poblaciones árabes y judías. Su participación en medios de comunicación incluye columnas, entrevistas, podcasts en los medios más prestigiosos de Israel y el mundo, tales como The Times of Israel, The Jerusalem Post, The New York Times, Wall Street Journal, entre otros.
Hoy es un referente de un espacio de centro, alejado de pacifismos voluntaristas pero muy crítico del actual premier Benjamin Netanyahu.
Entre sus varias iniciativas de puentes al mundo árabe la más notoria fue la publicación en 2018 de su libro Letters to my palestinian neighbor (Cartas a mi vecino palestino), que estuvo varias semanas en la lista de best sellers de The New York Times.
El libro está dedicado al Imam “Abdullah Antepli (mi socio, mi hermano)” y es un intento de reconocer el sufrimiento causado a aquellos con quienes Israel comparte un hogar. “Somos la encarnación de nuestras peores pesadillas mutuas,” dice.
A través de diez cartas escritas en un lenguaje franco y emotivo, Klein Halevi intenta explicar a un vecino que imagina sentado en la colina siguiente a la suya los sueños, las aspiraciones, los deseos más íntimos del pueblo judío en su retorno a la tierra ancestral de Israel.
Klein Halevi mira por encima del muro de separación entre israelíes y palestinos en busca de socios para la paz. Y los encuentra. En la primera edición del libro, el escritor invitó a que los palestinos le respondieran y en posteriores ediciones publicó las numerosas cartas recibidas. El libro fue traducido al árabe y ofrecido gratis online para fomentar su difusión.
“El hecho de haber encontrado socios del lado palestino, que tuvieron la generosidad y el coraje de responderme, me demostró que hay gente del otro lado tan desesperada por la paz como nosotros los israelíes”, dice.
"‘Hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Para Israel este es un momento de luchar contra un enemigo intolerable”, dice el escritor"
Una de las dramáticas consecuencias del ataque de Hamas del 7 de octubre y de la réplica de Israel es que los esfuerzos de Klein Halevi y gente como él, a ambos lados del muro, están hoy en suspenso. La paz está hoy muchísimo más lejos que lo que jamás imaginaron.
En una larga charla telefónica desde un hotel en Nueva York, Klein Halevi se declara incapaz, al menos por ahora, de continuar el camino que persiguió durante tantas décadas.
“Hoy no tengo la capacidad emocional de librar esta guerra contra Hamas y al mismo tiempo conectarme con la realidad de los palestinos. Y entiendo perfectamente a los palestinos que me dicen que si yo apoyo esta guerra no pueden estar en conversación conmigo. Pero hoy creo que esto es un tema de vida o muerte para Israel y que tenemos que ganar esta guerra”.
Klein Halevi sabe que algún día volverá a su tarea de conciliar con aquellos con quienes debe convivir en un mismo territorio. Pero no hoy, dice.
“Hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Para Israel este es un momento de luchar contra un enemigo intolerable. Y llegará el fin de esta guerra y todos nos despertaremos en el mismo Medio Oriente y tendremos que encontrar una manera de recomponernos de esta devastación. Y en ese momento, yo espero reconectar con un proceso de reconciliación y volver a involucrarme en esa tarea”.
Ese retorno será desde un lugar de enorme realismo, dice Klein Halevi. Sin lugar para la ingenuidad. “Israel no puede buscar la paz desde un lugar de debilidad. La única forma que Israel tendrá paz en Medio Oriente es desde un lugar de fuerza. Nuestros enemigos, que buscan nuestro genocidio, tendrán que entender que si hacen un octubre 7, obtendrán un octubre 8. Esta guerra tiene que ser ganada para que eventualmente haya paz.
"El tema hoy no es tierra a cambio de paz. No creo que la paz sea posible en los próximos años"
–Usted ha sido muy crítico del primer ministro. Hoy Netanyahu lidera una guerra que usted apoya. ¿Cómo reconcilia estos sentimientos?
–Esta no es la guerra de Netanyahu. Es la guerra del pueblo de Israel. Esta es mi guerra. El 8 de octubre la sociedad israelí, de derecha a izquierda, acordó que no tenemos opción y que tenemos que pelear contra un régimen que busca nuestro genocidio. El apoyo a Netanyahu en Israel es muy bajo y sin embargo el apoyo a la guerra es casi total. Él es una figura decorativa irrelevante. No lo buscamos como guía. De hecho, es la primera guerra de Israel en la que el pueblo no tiene confianza en sus gobernantes. Pero podemos librarla porque seguimos teniendo confianza en nuestro ejército. Y si bien en el gabinete de Netanyahu hay personajes terribles, en el gabinete de guerra hay gente en la que confiamos como [Benny] Gantz, [el ministro de defensa Yoav] Gallant y [Gadi] Eizenkot. No son gente temeraria y tiene un verdadero sentido de responsabilidad nacional.
–¿Siente que al mundo le cuesta comprender la posición israelí?
–Un problema reside en encuadrar la guerra como una situación causada por la terrible ocupación israelí en Cisjordania. Esta guerra no es por la ocupación de Cisjordania. Gente como yo, que defiende la solución de dos Estados, nos dimos cuenta el 7 de octubre que el ataque de Hamas nada tiene que ver con la solución de dos Estados o la ocupación. Es una guerra del Islam radicalizado contra la existencia de un Estado de mayoría judía en cualquier frontera entre el río Jordán y el Mediterráneo. A su vez, el mundo percibe que esta es una guerra entre el Goliat israelí y el David palestino. Y no es así. Este es el principio de la guerra entre Israel e Irán y es una guerra movible que va de un frente a otro. Hoy en Gaza, mañana en el Líbano con Hezbollah, en Siria, y finalmente una posible confrontación directa con Irán. Esta es una guerra regional contral el Islam radicalizado.
–¿Digamos que no existe el dilema de ocupación o paz?
–Esa nunca fue una posibilidad, porque el movimiento nacional palestino nunca aceptó la legitimidad de Israel. El tema hoy no es tierra a cambio de paz. No creo que la paz sea posible en los próximos años. Por eso no hablo de paz sino de separación de estos dos pueblos que no pueden vivir juntos. Necesitamos seguridad. Y para eso hace falta separación. Pero sí podemos terminar con la ocupación y encontrar la manera de proteger a los israelíes viviendo separados de los palestinos.
–¿Qué fronteras imagina?
–Creo que el 7 de octubre cambió el mapa. Cada vez que los palestinos apostaron a una política de confrontación y perdieron, el potencial mapa de Palestina se achicó. Creo que el 7 de octubre va a tener las mismas consecuencias.
–¿Le queda alguna esperanza de paz? ¿Por dónde pasa?
–Por primera vez, Israel está logrando la paz con el mundo sunita y si logramos la paz con Arabia Saudita entramos en otra dimensión regional. Mi esperanza de largo plazo es que Israel resuelva la tragedia palestina en el contexto de una paz regional con el mundo sunita.
–Usted tiene una militancia de vida de reconciliación y optimismo. ¿La podrá recuperar?
–Hoy estoy más esperanzado que el año pasado. Cuando nuestro gobierno estaba declarando la guerra a la decencia en nuestro país, ahí estaba preocupado por la supervivencia de Israel en el largo plazo. Ya no. Esta crisis nos demostró la resiliencia y nuestra capacidad de unirnos.