
Lecturas: Crimen e impunidad, en una novela de no ficción
En Calle Londres 38, el británico Philippe Sands narra los vericuetos de la detención de Pinochet en Inglaterra y la historia de un genocida nazi en Chile, en un contrapunto de alto impacto
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Un significante inocuo, una mera dirección; apenas tres palabras que, en lo explícito, aluden a un domicilio postal en Santiago de Chile. Eso sería, sin explicaciones, el título hermético de este nuevo libro de Philippe Sands (Londres, 1960): Calle Londres 38. No obstante, tras esa puerta se acumulan significados de peso: la sede física donde previo al golpe militar de 1973 que derrocó a Salvador Allende funcionaba el Partido Socialista, y luego el centro clandestino de secuestro y tortura paraestatal de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) que operó allí mismo durante la dictadura chilena. El vocablo Londres designa, a su vez, a la ciudad donde en 1998 Augusto Pinochet fue detenido, acusado de crímenes de lesa humanidad por el juez Baltasar Garzón, que reclamaba su presencia en España para juzgarlo.
Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia reza el subtítulo que empieza por contar aquella detención desde el punto de vista del joven abogado Sands, a quien ofrecen la defensa jurídica del general en la capital inglesa para evitar su extradición a Madrid. Pero el escritor no solo la rechaza, sino que además se une al bando contrario y se sumerge en la investigación del caso Pinochet, cuya extensión lo lleva a un segundo personaje ya avistado en rastreos para otro libro suyo (Ruta de escape, 2021). Se trata de Walther Rauff, un alto oficial de la SS inventor de las “cámaras de gas rodantes” camufladas de ambulancias donde miles de judíos murieron asesinados en “traslados” a fosas comunes.
Calle Londres 38 desanda, en definitiva, la telaraña de testimonios y documentos donde crimen e impunidad entretejen una red de apariencia infalible. “Cuando Bełżec, Sobibor y Treblinka entraron en funcionamiento, Rauff tuvo que buscarse un nuevo trabajo”, explica el autor, y cuenta cómo –archivos mediante– localiza al nazi en la posguerra, en América del Sur, primero como emprendedor en el circuito pesquero y después colaborando profesionalmente con la dictadura pinochetista.

El régimen militar chileno adopta el expertise de Rauff aplicado ya no al rubro de la pesca sino, como en su juventud en la SS, a seres humanos. Las mismas furgonetas que había ideado como cadalsos móviles aportan nuevas prestaciones logísticas: los disidentes secuestrados irán de una tortura a otra (o a la muerte) en aparentes transportes frigoríficos. La línea de montaje incluye una “disposición final” de los cuerpos: algunos son arrojados al mar, aunque “muchos detenidos fueron convertidos en harina de pescado”, según le refiere al autor un testigo entrevistado.
El dato se completa con una explicación: tras tomar el control de las principales empresas pesqueras del país, la DINA pasa a operarlas como sistema fabril, emulando los campos de concentración y exterminio de la Segunda guerra.
Sands se empeña en señalizar todo lo que sea posible el vínculo de estos dos hombres, dos períodos, dos países y hasta dos ciudades, con mucho más en común de lo que pudiera imaginarse. De hecho, las primeras páginas de su libro son mapas: de Chile, de Santiago, de Londres. Suma a la misma indagación fotografías, referencias documentales, ilustraciones notas y un índice temático que ocupa casi cien páginas. Párrafo aparte merecen algunos tramos cinematográficos como el de la detención de Pinochet en una clínica del elegante barrio de Marylebone, apenas a cinco cuadras del Sherlock Holmes Museum, narrada por el traductor de Scotland Yard (con quien el autor también conversó) que le informó al reo las condiciones y motivos de su captura, la noche del 16 de octubre de 1998.
Los intentos de extradición por parte de Alemania para juzgar a Rauff (criminal fugitivo desde Nüremberg) chocaron con la protección del Estado chileno; el genocida murió de viejo en su dorado exilio. Similares complicidades, trucos, ocultamientos le permitieron a Pinochet fingir demencia para ser devuelto a Chile, también impune, sin comparecer por los asesinatos cometidos.
Aun si no hubiese nada verídico en estas páginas, Calle Londres 38 sería una novela portentosa: intrincada, de a ratos esotérica, diabólica como el mal que encarnan sus dos personajes centrales. Algunos elementos de la historia real ya habían llevado a autores como el británico Bruce Chatwin y el chileno Roberto Bolaño a ocuparse antes de Rauff y Pinochet en clave literaria: Sands apela a esos textos, los cita y los celebra como parte del tejido que lo llevó a dar forma a su trabajo. Pero no solo el dato duro: también la referencia subjetiva o imaginativa integra sus recursos, auxiliada por la literatura; Ariel Dorfman, Pedro Lemebel, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, entre otras voces, son convocados aquí por el autor inglés.
Puntualmente, la novela breve de Bolaño Nocturno de Chile, publicada en 2000, es quizá la más aludida en Calle Londres 38 y a la vez su contracara. Si Sands consagra la prueba, el testimonio, el documento, su par chileno relata los mismos infiernos apelando a la palabra torrencial del padre Sebastián Urrutia Lacroix, apócrifo sacerdote que lanza (escribe) toda su verdad junta, escudado en nombres falsos pero situaciones calcadas del registro histórico. En ese volumen-monólogo, el clérigo de Bolaño exhuma sus culpas, acaso encarnando a una buena porción de la intelectualidad de su país frente a la tiranía golpista.
Andante de dos mundos, Sands se abre paso con un pie en la prueba y otro en la intuición, la metáfora, la insinuación. Y si bien la carga probatoria que aporta es central, el británico se reenfoca cada tanto a sí en la crónica: a veces con candidez y humor, otras con gravedad melancólica, como al recordar a la familia de su madre, víctima del Holocausto.
Esa presencia del que alterna entre abogado, escritor, hijo, marido, jurista, nutre a su favor el tono narrativo; nos lleva a empatizar con el sujeto permeable, no omnisciente, que ve azorado cómo y en cuánto la realidad puede superar a la ficción, involucrándonos en el borroso límite de lo propio y lo ajeno, lo pretérito y lo actual, la justicia y la impunidad.

Calle Londres 38
Por Philippe Sands
Anagrama. Trad.: F. Ramos Mena y J.M. Salmerón Arjona
584 páginas, $ 39.800