Reseña: El bazar de los difuntos, de Alain Mabanckou
Una historia única a partir de muchas versiones
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Borges afirmaba que todo escritor cuenta siempre la misma historia. Para cualquier lector, es evidente que El bazar de los difuntos y Ají picante provienen de la misma pluma -la de Alain Mabanckou (Congo, 1966)- y plantean la misma complejidad a los lectores occidentales. Ambas transcurren en Pointe Noir, en el Congo, y utilizan recursos literarios como el armado de una historia única a partir de muchas versiones de leyendas tradicionales, contadas por voces que tratan así de entenderse y entender el país.
Hay diferencias, claro. Aquí, todo se da en uno de los cementerios y los que hablan están muertos. Pero sobre todo, en El bazar de los difuntos, Mabanckou abandona la primera persona de Ají picante y la convierte en segunda. Alguien cuenta al protagonista, Liwa, que es “tú” desde la primera oración: “No dejas de repetírtelo, al punto de haberte convencido ya: una nueva vida empezó para ti” en el momento de tu muerte. Nunca se define quién es esa primera persona, pero tal vez podría pensarse que es África con toda su Historia, incluyendo la esclavitud, a la que aquí se compara con la muerte como hace Toni Morrison en sus novelas desde el otro lado del Atlántico. Y en realidad, si se toma esa comparación entre esclavitud y muerte como punto de partida, el libro podría adquirir un sentido, todavía más complejo y profundo.
Las voces que cuentan son muertos que guían a Liwa hacia su nueva existencia mientras él decide si volver al mundo de los vivos a vengarse o para “insuflar vida y amor a quienes fueron privados de ellos injustamente”, tal cual se repite en las últimas palabras del libro. Y como las raíces de la escritura de Mabanckou son africanas, y por lo tanto, rechazan el binarismo, esa opción termina siendo falsa: el dilema venganza vs. vida o amor podría resolverse a favor de ambas posibilidades al mismo tiempo.
El autor dedica la novela a Pauline Kengué, su madre, “cuyas fábulas” retoma “más o menos”; y a Roger Kimangou, su padre, que contradecía “las versiones de mi madre”. Sí, hay más de una versión de todo en este libro. Todo lo que se cuenta une lo local (Pointe Noir) con el Occidente colonialista (sobre todo Francia) y los relatos están todos unidos porque, en las visiones africanas del mundo, las historias pasan de una a otra y “duran para siempre”.
Por eso, esta novela no es solo sobre Liwa o cualquiera de los otros muertos. Es un concierto de historias políticas y personales, fantásticas, legendarias y realistas, un concierto que niega constantemente el pensamiento binario europeo. No está bien volver al mundo de los vivos para vengarse, eso se repite muchas veces, pero hay casos en los que la idea de llevar amor a los vivos pasa por la venganza; la venganza es justicia y la vida de cada uno es también la de todos.
El bazar de los difuntos
Por Alain Mabanckou
Edhasa. Traducción: Lucía Dorin
248 páginas, $ 32.900






