
Reseña: La ceremonia del desdén, de Luis Chitarroni
En tiempos en que esa trajinadísima figura retórica denominada “oxímoron” se ha convertido en el facilismo por excelencia, en la gracia de estilo de quienes carecen totalmente de él, un título notoria y sutilmente en esa línea como La ceremonia del desdén prueba que no todo está perdido.
Detrás del título, claro, se halla la materia que le da sustento, y que no solo define la dinámica de la amistad y el modo de plantarse ante el mundo –es decir ante la contemporaneidad– de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, sino que ilustra a la perfección el prisma desde el que elegía pensar por escrito ese autor y editor fundamental que fue Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958-2023), al fin y al cabo tan anglófilo como el dúo más mentado, y, como ellos, adicto a la ironía.
Recordemos: en 2006, siete años después de la muerte de Bioy Casares, se publica un monumental recorte de sus diarios, un volumen que nuclea las entradas –mayoritarias, omnipresente– en torno a Borges, mentor, faro y compinche del autor de La invención de Morel. La ceremonia del desdén es entonces el comentario segmentado, digresivo, genial –apenas, en su carácter póstumo, falto de pulido– de Chitarroni sobre el Borges de Bioy, que en su momento provocó toda clase de pueriles escandaletes como si el adjetivo íntimo –ineludible en el género– no le proveyera ninguna clase de coartada.
Aunque Chitarroni recoge a la pasada los aguijones del diarista-amigo que poco pueden hacer con ese virus perfecto llamado Borges, lo que le interesa es la mirada conjunta y, con o a través de ellos, el ejercicio del propio desdén de Chitarroni, con la ventaja o la generosidad agregadas de considerar –de reconocer– no solo el pasado sino también su época y el medio en que él mismo se desenvuelve. “Por supuesto que no es fácil librar batalla contra los presupuestos, presunciones, exageraciones y verdaderas estafas del mundo editorial”, señala en las últimas páginas, compasivo. “Tal vez Borges y Bioy la libraron algunas veces con extrema alevosía y encono. A veces con resignación. A veces con tranquila pereza”.
Tal como señala Edgardo Scott en el prólogo, para Chitarroni “lectura y escritura son dos caras de una misma moneda; es decir, de una misma poética”. Desde luego que algo similar podría afirmarse de Borges, a partir de esa plataforma racional –en términos de Ricardo Piglia– con la que iluminó toda una nueva forma de hacer literatura, “por fuera del fundamentalismo narrativo” (Chitarroni dixit).
En todo caso, en ese triángulo escaleno que ambos –Borges y Chitarroni– forman con Bioy y su libro se nos ofrece una voracidad inagotable, que en el desdén encuentra su código, pero no sus limitaciones. Un modo, a lo sumo, de ponerse a salvo del mundo.
La ceremonia del desdén
Por Luis Chitarroni
Mardulce
113 páginas, $ 25.000






