Reseña: La mitad fantasma, de Alan Pauls
La mitad fantasma, el último libro de Alan Pauls (Buenos Aires, 1959), responde al mismo tiempo a lo más característico del siglo XXI –el mundo de las experiencias virtuales– a la vez que trabaja una prosa y un personaje propios del que lo precedió. Esta operación hace a una novela muy elaborada, que retoma temas que el autor ya había trabajado en El pasado (2003), como el amor y la obsesión, a través de un protagonista entrañable: Savoy.
El foco es el deseo, las maneras en las que lo invade todo como una mancha de petróleo en la que Savoy nada, aceptando las leyes de un mundo nuevo que lo maravilla –la posibilidad de comprar lo que sea por internet y, más tarde, de continuar por Skype la relación con Carla, una chica que viaja por el mundo cuidando casas– pero que lo deja, también, suspendido, midiendo distancias imposibles de recorrer. Un mundo complejo para él, un hombre de casi cincuenta que disfruta del trato personal, de la charla, sin darle ninguna importancia a la tecnología. Por ejemplo: acepta la precariedad de vivir en departamentos alquilados, mudarse una y otra vez, pero disfruta del pago mensual: va personalmente a conversar con los dueños. O se ocupa de visitar casas en alquiler para conocidos: no recurre a internet, quiere ir, ver cómo vive la gente. Eso también lo seduce cada vez que compra algo a través de la web, ver esos objetos usados, entender por qué alguien querría desprenderse de una lámpara desvencijada, buscar la huella de la experiencia del otro.
Pauls sumerge al lector en la interioridad de su personaje como lo haría Proust o más bien, como el Henry James de una nouvelle muy cercana a esta: La bestia en la jungla (1903). En ella el personaje principal se pasa la vida buscando la experiencia sobrenatural del amor, cuando el amor está ahí, en toda su mundanidad, al alcance de la mano. De una manera similar, Savoy vive su “dolor fantasma”, ese dolor que soporta aquel a quien le falta una pierna, un brazo; es el dolor de lo invisible, de lo que se intuye podría formar parte de cada uno de nosotros, pero falta. Toda una definición del deseo, se podría decir.
Quienes siguen la obra de Pauls saben que su prosa es de una gran sensibilidad, atenta a los detalles, a la expansión del relato: “Con las explicaciones”, reflexiona Savoy, “pasa eso: se sabía dónde empezar, nunca dónde parar”. Trabaja una cadencia que pide un lector paciente, capaz de dejarse llevar por el trance de leer. Un lector capaz de sustraerse a la ansiedad propia de la época; un lector que tenga, como Savoy, un pie en este siglo, y otro en la nostalgia del anterior. El final, memorable, es todo un homenaje a otro de sus maestros: Manuel Puig.
La mitad fantasma
Alan Pauls
Random House
320 páginas, $ 1199