Los humoristas de la televisión catalana que insultaron el acento andaluz, a la Virgen del Rocío y su carácter divino en su papel de madre
MADRID.– Hubo revuelo mediático en España porque unos humoristas de un programa de televisión emitido en Cataluña se burlaron, con esa gracia natural que allí tiene algún que otro hijo de la gran puta, de la Virgen del Rocío y del acento andaluz. La parodia tenía mala sombra y fue asunto, sobre todo, del público que la vio: quien está dispuesto a zamparse programas como ése conoce a qué se expone. Si hay oferta de basura es porque no faltan consumidores.
En España, como en otros lugares del mundo, la imagen de la Virgen María está a menudo vinculada a la de la madre
Dicho lo cual, algunas de las indignaciones con el asunto virginal rociero tienen su puntito curioso. Desde espectadores normales, de infantería, que protestaron heridos en sus tradiciones o sentimientos religiosos y regionales, hasta periodistas y políticos catalanes o andaluces, muchos alzaron la voz pidiendo una disculpa de los responsables del programa; a lo que éstos, desde la altura moral de saberse cultural, económica y étnicamente superiores a la sucia chusma meridional, respondieron: «Pueden esperar sentados».
Estoy seguro de que los españoles, o como nos llamemos ahora, podemos también esperar sentados a que esos ingeniosos humoristas hagan otra broma semejante con el profeta Mahoma y el Corán, imitando el acento árabe mientras parodian arrodillarse en dirección a La Meca, hasta que se nos parta a todos –o les partan a ellos– el ojete de risa.
Pero esta página no va de eso, sino de algo en lo que me quedé pensando. Y es que las protestas por el asunto fueron más allá de los aspectos religioso y tradicional del asunto. O sea, que los fulanos de una tele autonómica insultaran la dignidad de la Virgen María, las tradiciones y el habla andaluzas, no fue todo lo que hubo en cuestión. Gente que nada tiene que ver con Andalucía, ni tampoco con la religión católica ni ninguna de las otras, expresaron su desagrado. Y aquí estoy yo, expresando el mío. Porque hay un enfoque de la cosa virginal que no debe pasarse por alto. Que no es ninguna tontería.
Las razones históricas son lo de menos. En España, como en otros lugares del mundo, la imagen de la Virgen María está a menudo vinculada a la de la madre, aunque eso no provenga sólo del ámbito judeocristiano. Desde la Antigüedad, la imagen materna está presente en la historia universal: la egipcia Isis con Horus –salvador de la Humanidad– en el regazo, la Cibeles sobre cuyos lugares sagrados se levantaron iglesias, y tantas otras divinidades femeninas, o simplemente mujeres al modo de la bíblica esclava Agar que lleva de la mano a su hijo Ismael, o la Maryam madre del profeta Jesús, única mujer a la que menciona por su nombre el Corán.
Es a la madre que para muchos, creyentes o no, contiene a todas las madres
Porque lo que perfila esa imagen en el corazón de los seres humanos, lo que suscita veneración o respeto, no es tanto su carácter divino como su papel de madre. Y el afecto por ella procede menos de creencias religiosas que de sentimientos relacionados con la infancia, la familia, la melancolía de la ausencia, la madre tarde o temprano perdida por el curso natural de la vida.
Más que por razones piadosas, como digo, es por eso por lo que respetan a la Virgen incluso quienes desprecian a los que se apropiaron de lo que Jesucristo significa, o simboliza. Hemos visto a ateos recalcitrantes llorar ante una imagen en Semana Santa; a hombres y mujeres que se sobrecogen ante el rostro dolorido –qué madre no lo tendría– que ve sufrir al hijo.
Si la Caridad de Cartagena no fue destruida en la Guerra Civil fue porque las prostitutas locales impidieron el paso a los milicianos que querían quemar la iglesia. Y tantos ejemplos más. Sin llegar a esos extremos, yo también me conmuevo ante ciertas imágenes. No porque esa mujer-madre-virgen, o lo que sea, figure en la pasión de Jesús, sino porque representa el amor, la ternura y la tragedia de quien trae hijos a la vida, los acuna en el regazo, guía sus primeros pasos y a veces los ve morir. Es a la madre que para muchos, creyentes o no, contiene a todas las madres, y no a un mito religioso más o menos discutible, a quien los humoristas de la televisión catalana insultaron con su infame parodia.