Amistad, la variable de ajuste de los hombres
A diferencia de la mujeres, los varones tienden a perder contacto con sus amigos con el paso del tiempo
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Seguramente serán muchos los que el próximo miércoles salgan a comer para celebrar el Día del Amigo; otros preferirán reunirse en la casa de algún integrante del grupo e incluso habrá quienes pospongan el festejo para el fin de semana, con la idea de darle un espacio fuera de la rutina de la semana. La celebración de esta fecha es motivo de encuentro entre amigos que no siempre tienen un contacto fluido durante el resto del año, pues como advierten los psiquiatras norteamericanos Jacqueline Olds y Richard Stanton Schwartz es común que los varones, al casarse y formar familia, vayan espaciando la vida social que no incluye el compartir el trabajo o el deporte.
“Nuestros estudios mostraron que los hombres estaban tan atrapados en el trabajo, construyendo sus carreras y estando más involucrados con sus hijos de lo que habían estado sus padres, que algo debía ceder. Y lo que cedió fueron las conexiones con los amigos hombres”, comentó Stanton Schwartz en una reciente entrevista a The New York Times.
Stanton Schwartz y Olds son los autores del libro The Lonely American: Drifting Apart in the Twenty-First Century, que se basa en estudios que muestran que el descuido por las conexiones sociales es cada vez más frecuente entre los hombres que tienden a construir fuertes lazos con sus parejas, y que al mismo tiempo invierten buena parte de su tiempo en el desarrollo profesional. Para muchos, el casamiento o el inicio de una convivencia bajo un mismo techo señala el momento en que la periodicidad de la salida con amigos se va haciendo más laxa.
Martín Balza, abogado de 34 años, reconoce que desde que está en pareja redujo el tiempo que pasa con amigos. “No fue un proceso inconsciente, sino más bien una elección –comenta–. La verdad es que en la mayoría de los casos la paso mejor saliendo con mi pareja que con mis amigos. Sobre todo los fines de semana. Distinto es cuando la razón de juntarse es jugar al fútbol o el caso de un asado entre amigos. Con mi pareja comparto consumos culturales que con la mayoría de mis amigos (sobre todo los más antiguos) no comparto: el teatro, el cine, ver una serie.
“A los que veo más seguido hoy es a los amigos con los que comparto los mismos intereses”, agrega Martín, y aporta como ejemplo al grupo de amigos con el que periódicamente sale a comer: “En el grupo nos juntamos con el leitmotiv de descubrir diferentes lugares para comer, lugares que además no iría con mi pareja”, aclara.
Para Mariano Vaca, empleado gastronómico de 36 años, el inicio de la vida en pareja también marcó un antes y un después. “Cuando empecé a convivir con mi actual esposa me fui alejando de otros grupos sociales que fui haciendo desde que vivo en Buenos Aires –cuenta Mariano, oriundo de Mar del Plata–. Supongo que será porque las amistades no eran tan fuertes y, también, porque comencé a tener más planes en pareja, tanto salidas gastronómicas, viajes o, simplemente, permanecer en casa tranquilos. Conservo mis amistades de la infancia, aunque a la mayoría no los veo muy seguido porque no viven en Buenos Aires; muchos se quedaron en la ciudad donde nacimos y nos criamos, y otros están radicados en diferentes ciudades.”
Federico Arabia, de 42 años, jefe de Recursos Humanos, afirma que conserva sus amigos de la infancia, aunque, reconoce, no los ve muy seguidos. “Son varios los motivos: distancias, tiempos y muchas veces el deseo de conservar ese lindo recuerdo de lo que fue la infancia, de las travesuras y los dolores de cabeza que le dábamos a nuestros padres o maestros. Mi hermano de la vida se llama Rodrigo, que es actualmente un reconocido disc jockey, por lo cual maneja horarios a contramano de nuestras vidas.”
La incongruencia entre horarios laborales disímiles y las grandes distancias que a veces imponen entre los amigos algunas mudanzas son factores que no colaboran con un periódico cara a cara. A eso se suma no sólo el citado interés de muchos hombres por dedicar buena parte del tiempo de ocio que les deja el trabajo a su vida de pareja, sino también las responsabilidades del cuidado de los niños y del hogar ahora compartido entre hombre y mujer.
“Es cierto que el hombre hoy destina más tiempo a la vida en familia y al cuidado de los hijos –afirma Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)–. Como la mujer también trabaja, muchas de las actividades como llevar a los chicos al colegio o al médico, por ejemplo, hoy están repartidas entre la mamá y el papá, al igual que las cuestiones de la casa que ya no recaen sólo en la mujer, sino que son compartidas con el hombre. Esa imagen del hombre de antaño que se iba a jugar al billar o a las cartas y estaba afuera de su casa todo el día está perimida, al menos en los medios urbanos.”
Charlas masculinas
“Las amistades entre hombres suelen estar basadas en las actividades compartidas, como el trabajo o el deporte, y no en lo que les sucede psicológicamente –sostiene Jacqueline Olds, en el libro–. A las mujeres se les enseña que pueden hablar libremente entre ellas, pero no pasa lo mismo con los varones.”
Para Rubinstein, esto último está cambiando (y para bien). “Es antiguo eso de que los hombres no hablan de sí mismos ni de sus sentimientos; es un modelo de masculinidad arcaica, que creo que ha sido mayormente dejado de lado –afirma este médico psicoanalista–. Hoy hay mucha apertura en el hombre a hablar de lo afectivo.”
¿Qué dicen los hombres al respecto? “En ocasiones, sí, pero no es lo habitual –responde Mariano–. Los temas de sentimientos surgen cuando alguno de los amigos está atravesando un momento en particular, como una separación o un conflicto con su pareja. Pero por lo general hablo de otros temas: fútbol, trabajo, política, situación del país.”
“Tiene que ser una persona muy especial para que le cuente de mis sentimientos”, dice Federico, que agrega que esa temática esta reservada a los amigos más íntimos.
Por su parte, Martín reconoce no sólo que habla poco de sus sentimientos con sus amigos, sino cada vez menos: “Eso es lo que principalmente se fue perdiendo con el tiempo con mis grupos de amigos más antiguos –cuenta–. Hay oportunidades que se da que sí, pero cuantos más son en la reunión menos se habla de esas cosas. En cambio sí veo que mi mujer, que tiene un grupo más chico de amigas, pero que mantienen eso de verse todas las semanas, hablan constantemente de cómo están, qué les pasa, sus crisis, sus triunfos. En mi caso es como que uno mantiene sobre todo el cariño con los amigos, eso es inalterable. Pero sí es verdad que vas perdiendo la intimidad”.
Es el diálogo, sí, pero sobre todo la periodicidad del encuentro cara a cara lo que sienta las bases para que una amistad sobreviva a través del paso del tiempo, sostiene Stanton Schwartz. “Lo que conserva las relaciones a lo largo del tiempo es un ritmo regular de reuniones. Por eso es mejor crear un patrón regular de actividades en vez de tener que hacer un esfuerzo para verse.” En otras palabras, celebrar un Día del Amigo no basta para honrar la amistad...ß
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