Asustado y con frío, se acurrucó en un ascensor hasta que alguien advirtió que necesitaba ayuda

Cuando recibió el mensaje, se le rompió el corazón. Un trabajador ferroviario alertaba sobre un animal acurrucado en la esquina de un ascensor frío. Y, lo peor de todo, a lo largo del día, nadie se había detenido a ayudarlo.

“No me puedo imaginar cuántas veces el ascensor subió al segundo piso y volvió a bajar mientras él simplemente estaba allí sentado, asustado y con frío”, escribió en un posteo de Facebook Suzette Hall, fundadora de Logan’s Legacy 29 -una agrupación de personas que rescatan animales en riesgo-, y de inmediato reunió esfuerzos para asistir al perro de pelaje marrón y mirada triste.

Aunque el ferrocarril estaba abierto al público, ese ascensor en particular era exclusivo para el personal. Normalmente, los pasajeros solo podían acceder al ascensor con un pase especial, pero el perro pareció atravesar las puertas sin pase, probablemente buscando refugio y algo de comida.

Afortunadamente, alguien se había negado a ignorar al animal asustado y pidió ayuda. Mary Nakiso, voluntaria de Logan’s Legacy 29, acudió rápidamente al lugar, donde una empleada comprensiva la dejó entrar en el ascensor. Y, cuando por fin se abrieron las puertas, se le rompió el corazón aún más que cuando se enteró de la difícil situación del animal.

“En cuanto empujaron la puerta del ascensor, se asustó muchísimo, sentado en ese pequeño rincón”. La empleada del ferrocarril mantuvo abiertas las puertas del ascensor mientras Nakiso recogía rápidamente al perro envuelto en una manta. Bajo la lluvia, corrió con el animal en brazos hasta su coche, donde finalmente tuvieron su primer encuentro formal.

El viaje de Clay, como llamaron al recién rescatado, hacia la vida que se merecía estaba lejos de terminar, ya que aún necesitaba una revisión médica y un hogar de tránsito para recuperarse de lo que había vivido. Pero en cuanto estuvo en el coche de Nakiso, Clay pareció completamente aliviado de no estar más en el ascensor.

“Este dulce bebé se acurrucó en una manta y se durmió profundamente. Ya estaba seguro, abrigado y fuera de ese ascensor donde había permanecido invisible”.

Ese mismo día, Clay pasó su revisión médica con éxito y se dirigió a la casa donde lo transitaría Rebecca Taylor, otras de las voluntarias. Mientras buscaban su hogar perfecto para siempre, Taylor observó feliz cómo Clay se adaptaba a su nueva vida y amigos.

“Clay está muy bien en su hogar de tránsito”, escribió Taylor en un comentario de Facebook. “Es muy dulce y se lleva de maravilla con mis dos hijas (de 6 y 8 años) y también con mi perro. Va a hacer muy feliz a alguien”.

Taylor se dio cuenta de que Clay sería el perro perfecto para la familia y, unas semanas después, todos sus sueños se hicieron realidad cuando Clay fue adoptado oficialmente. Ya pasaron dos meses desde su rescate y Clay está mejor que nunca. De haber sido un polizón olvidado en el ascensor, ahora vive la vida que siempre mereció, con amor, caricias y un hogar donde es feliz.

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LA NACION

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