Parece un cuento, un nombre estampado en una remera, pero esta playa y todos sus surfistas existen a escasos quince minutos de los rascacielos de Sidney, y hacen que los días se vivan como de vacaciones
Volver a Bondi (que se pronuncia "bóndai") después de un día de trabajo es la gloria. La misma sensación la experimentó el que aprovechó su bahía para ir a caminar, correr, surfear, hacer yoga o meditar entre las seis y las ocho, antes de ir a ganarse el pan o de cargar la mochila para seguir viaje. Hay muchas playas fabulosas alrededor de Sidney, pero, por su cercanía e historia, ésta es la que mejor representa ese sueño de llevar una vida urbana –con todas sus posibilidades– mezclada con un aire más puro aún, paisajes, deporte, viento salado y arena entre los dedos.
Con todas las notas de un pueblo costero, Bondi conservó en muchos rincones una onda retro a la que los jóvenes (la mayor parte de la población) y la cultura del surf le dieron una vitalidad inusitada (por no hablar de un estilo que se materializa en la ropa de playa más deseada del mundo). Pero, también, tiene impregnado ese viejo espíritu de amor y paz, evidente en las huertas comunitarias, los mercados orgánicos y de usados del fin de semana, las sonrisas en los negocios, los guardavidas voluntarios, los bronceados saludables y los pies descalzos.
Enviadas especiales: Mariana Kratochwil e Inés Marini.
Más leídas de Lifestyle
No falla. El truco para producir colágeno y eliminar las arrugas con la piedra de alumbre
Inteligencia emocional. Cómo hacer para unir la productividad en el trabajo con el bienestar personal
Impactante. Esta es la única construcción humana que se ve desde el espacio: las fotos y el gran problema detrás