Comer en las bodegas
El vino es un anzuelo ideal para atraer a viajeros con ganas de experiencias sobresalientes. Así, el sector de hospitalidad de las bodegas apuesta cada vez más por una oferta gastronómica que complete el plan de las botellas y tiente, a su vez, a alguno de los casi 1,5 millones de personas que visitan establecimientos vitivinícolas en la Argentina desde 2013.
El último año, al menos tres importantes restaurantes de bodega abrieron sus puertas: Fogón, cocina de Viñedos (Lagarde), inaugurado en julio de 2015 a la vera de las hileras; Espacio Trapiche, pronto desde junio pasado, emplazado en el jardín de la bodega; y Piedra Infinita (Zuccardi, Valle de Uco), que desde marzo ofrece buenas comidas al pie de Los Andes.
El plan general es ofrecer una cocina de producto con algunas variantes de gastronomía local. Una buena muestra es el terreno que explora Lucas Bustos en Espacio Trapiche, donde ofrecen hasta quesos de elaboración propia. O bien, como proponen Pablo Buzo en Malma (Bodega Malma), Ezequiel González en Saurus (Familia Schroeder) y Patricia Suarez Roggerone en La Vid (Norton), cocinas en las que la gastronomía criolla coquetea con horizontes internacionales. En todos los casos, las carnes al fuego forman el abecé. Incluso maduradas, como ofrece en exclusiva Abrasado en Bodegas Los Toneles.
Otra buena vertiente es la estética, con restaurantes como Siete Fuegos en The Vines o María en Bodega Séptima, cuyas terrazas ofrecen algunas de las mejores vistas de los Andes.
Se trate de comer un T-bone, un ossobuco braseado con polenta o un lomo con criolla, una cosa es segura: la impronta que supo darle Francis Mallmann a 1884 Restaurante en Escorihuela (abierto allá por 1996) circula entre las bodegas, de igual manera que sobrevuela hoy la gastronomía argentina, marcada por los hierros de las parrillas y los productos de sabor regional.
La buena noticia, en todo caso, es que, sean empanadas, cordero o tomaticán, la oferta para comer en las bodegas creció en cantidad y calidad en los últimos años. Lo que supone una excusa perfecta para visitarlas y enamorarse de sus vinos.