En general, queremos dejar terapia por alguno (o varios) de estos motivos, ¿cuál es el tuyo?:
"Me siento bien".
"No lo puedo pagar".
"Siento que hablo siempre de lo mismo".
"Creo que el motivo por el que vine está solucionado".
"Ya no siento conexión con mi psicólogo/a".
"El psicoanálisis no es para mí, quiero cambiar".
Ahora, algo te frena, ¿es suficiente para tomar la decisión?
Si un análisis está vivo, llega el momento inevitable en el que vas a sentir que es hora de pasar a otro nivel. Suponiendo que ya pasaste por las fases que te ayudaron a mejorar las cuestiones que te llevaron a la consulta, podés plantearte (y plantearle a tu terapeuta) el final del tratamiento.
Todo esto si ya estás decidida a dejar, claro, porque puede pasarte que descubras que la terapia es un espacio de reflexión sobre vos misma, y de encuentro con otro, muy valioso. Y entonces la volvés a elegir una vez tras otra.
VOLVER A LAS BASES
Pero si estás pensando que ya está (aunque sea por un rato), volver al motivo original de la consulta puede resultar de mucha ayuda. Porque, aunque las personas no tenemos un solo tema sino varios, y todos están entrelazados, la primera consulta suele contener el germen de la última.
¿Y quién lo dice? ¿Quién pronuncia las palabras? ¿Vos? ¿Tu terapeuta?
Si hacemos el ejercicio de volver a la lista del principio de esta nota, veremos que hay motivos muy concretos que dependen de tus posibilidades reales (económicas, coyunturales, etc.) y otros que son más conversables en el espacio terapéutico. En cualquier caso, es responsabilidad del analista oír las razones por las cuales no querés seguir trabajando con él. Porque, en algún punto, vos sos la reina de ese espacio; sos vos quien acude a ese profesional para entablar con él una relación de trabajo y de confianza; sos vos quien toca el timbre cada semana. De alguna forma, en ese espacio, se trata de dos personas trabajando para una.
Por eso, lo del "alta" tal vez sea un concepto más relacionado con el psicoanálisis del siglo XIX, que ejercían médicos que buscaban "curar" enfermos mentales, en contraste con la consulta más extendida de la población general que, por motivos muy diversos, va a terapia hoy.
PERO TENGO MIEDO
Confiar en la propia evaluación de nuestra evolución es esencial en un tratamiento. ¿Quién mejor que nosotras para advertir cómo nos sentimos, qué cambió, qué pudimos resolver, o aceptar, si no nos quedó otra? ¿Quién mejor que nosotras para evaluar la medida de nuestra angustia o ansiedad cuando empezamos terapia y ahora? ¿Quién más autorizado que nosotras para reorientar nuestra búsqueda?
Nadie llega más allá de lo que quiere. Y esto lo sabe, sobre todo, el analista, que avanza en las líneas de tiempo que le permite el paciente, conteniéndolo cuando empieza a ver algunas cuestiones que antes no relacionaba con sus conflictos o cuestionándolo cuando aparece la oportunidad.
Y, aun suponiendo que este deseo de dejar terapia no se enrole en las filas de la negación o la resistencia, es perfectamente esperable que genere cierta incertidumbre. Sí, "tengo miedo".
Y ahí es donde interviene de nuevo el (buen) terapeuta. Porque nadie quiere un terapeuta retentivo, que nos asuste respecto de nuestro futuro sin terapia (salvo en los casos en que sea estrictamente cierto por la gravedad de la patología), sino uno que nos vea, en esta instancia, como personas maduras capaces de evaluarnos y evaluarlo a él, así como la utilidad del tiempo que pasamos trabajando juntos.
A una relación terapéutica le caben algunos de los parámetros de otras relaciones, solo algunos. Y, paradas desde esa perspectiva, bien puede empezar a parecernos que ese vínculo que fue muy exitoso para enfrentar determinados temas no lo sea para otros, que ese terapeuta que nos ayudó con nuestro trastorno de ansiedad tal vez no pueda acompañarnos en nuestros conflictos de pareja, por ejemplo. A veces, lo que funcionó durante un tiempo puede dejar de funcionar.
LEVANTARSE DEL DIVÁN
Un buen análisis es el proceso que nos lleva del punto A al punto B, que nos guía en el camino del autoconocimiento, que nos permite abordar situaciones que son muy complicadas para nosotras y encarar los cambios internos necesarios para no caer en padecimientos repetidos para nosotras o para otros.
Pero, además del tratamiento propiamente dicho, está la repetición en el tiempo. Y, en el tiempo que dura un análisis, una alcanza, supuestamente, una maduración natural, esa cualidad que nos permite observar nuestros problemas sin caer en los consabidos relatos de nosotras mismas, una maduración que nos permite contemplar los grises, cultivar hacia nosotras una mirada más compasiva, más amplia y ecológica sobre nuestro contexto y nuestros vínculos. En definitiva, una mirada más confiada (a la que también contribuyó la terapia).
La mirada de una terapeuta
Minirrepo a la Lic. Paula Mayorga, psicóloga.
¿Existe un plazo estipulado para hablar de una terapia efectiva?
No, ni siquiera en las terapias más protocolarizadas. Lo que una sabe es que cambiar lo que se construyó en muchos años no es algo que se logra de un día para el otro. Para tratar un duelo, por ejemplo, se habla de etapas y se piensa en un año o un año y medio de elaboración. En el caso de una patología, estamos hablando tal vez de traumas tempranos que es difícil desmadejar en poco tiempo.
¿Una terapia larga es ineficaz?
No por larga es ineficaz. Pero larga tampoco es sinónimo de eficaz. Lo importante es no quedarse perdiendo el tiempo.
¿Cómo afecta al psicoanálisis el surgimiento de otras terapias?
De ninguna manera específica, aunque tal vez le haya sacado la hegemonía. Personalmente, soy de las que combaten el "esto o lo otro", ¡cuando puede ser "y"! Las terapias alternativas son un camino más: a veces se recurre a ellas con la esperanza mesiánica de que nos "saque esta angustia" y, en realidad, por más alternativa que sea, esto solo se va a lograr con tiempo y trabajo personal.
¿Qué toma en cuenta un analista cuando su paciente quiere dejar?
Lo que debería tomar en cuenta primero es su no entusiasmo: no debe desoír esto. Puede explorar con él los motivos, pero no forzarlo a seguir.
¿Cómo puede ayudar un analista a su paciente a dejar terapia?
Dándole libertad para evaluar constantemente su utilidad. Poniéndose a su disposición, recalcando que la interrupción y la reconsulta son reversibles.
En caso de querer retomar, ¿se aconseja hacerlo con el mismo terapeuta o con otro?
No existe un protocolo. Eso lo decide cada paciente. Si alguien estuvo muuuucho tiempo conmigo, a veces le pregunto si no se imagina probando otro abordaje: no quiero que crean que yo/su terapia soy/es "la" terapia. Pero hay personas que valoran mucho la historia en común.
Experta consultada: Paula Mayorga. Psicóloga clínica, docente de la UBA, coordinadora del Equipo de Psicoterapia y Asistencia en la Crisis. paumayor@fibertel.com.ar
¿Pusiste fin a un tratamiento alguna vez? Además te mostramos Socorro: mi psicólogo no me suelta
Temas
Más leídas de Lifestyle
"La Rosales". El naufragio olvidado que inspiró una película y terminó con un polémico juicio a los sobrevivientes
"Brilla". El curioso caso de Shamrock, el cachorro Golden que nació verde y cuya historia se viralizó en las redes
Sin dejar su trabajo ni su ciudad. Su rutina la agobiaba, pero halló la manera de reinventarse: “Encontré calidad de vida”