Ayer, la reina Margarita II de Dinamarca y su hijo Federico realizaron una visita a la ciudad de Tandil. Con las sierras de fondo, brindaron una conferencia de prensa y disfrutaron de un distendido almuerzo bien local en la Estancia Ave María. En recuerdo de esta visita, plantarán un haya púrpura latifoliada en el lugar.
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Se sabe, Tandil es tierra buena. Por su clima fresco, por su paisaje ondulado y natural, por su gente. En los últimos años hubo un importante incremento del turismo, atraídos por sus extensiones quebradas, por su famosa piedra movediza –símbolo de la ciudad–, por estar a tan solo 360 kilómetros de la Capital o porque allí sobra amabilidad y cortesía. Lo cierto es que la oferta de hoteles y hosterías también fue creciendo, y para muchos lugareños fue la excusa perfecta para abrir las puertas de su casa y recibir a los visitantes.
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Este fue el caso de Ave María, una hostería tandilense que, desde 1999 recibe huéspedes de todo el mundo y en todas las épocas del año. Además de emprendedora y detallista, su dueña, Asunti Pereyra Iraola de Zubiaurre, es apasionada jardinera, y por eso fue necesario tener un jardín exquisito, que acompañe y complete la propuesta hotelera.
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El paisajismo se materializó de la mano de Alejandra De Dominicis. Se realizó un gran trabajo de recuperación y restauración primero, para no perder la historia del lugar. Entre las sierras, la idea de construir pircas llegó casi instantáneamente. Y son ellas la que encierran uno de los principales atractivos de Ave María: un jardín de flores de 500 m². El diseño en tres terrazas resuelve la pendiente y permite la clara división de las plantas por color. Los caminos se bifurcan y el caminante va internándose entre la exuberancia mientras se revelan las diferentes plantas. Perfumes colores y texturas animan los sentidos. Y en el invierno, es la pirca la que resalta –casi como un antiguo corral de piedra– y sigue exhalando su magia franca.
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Más cerca de la casa, canteros de agapantos, enredaderas y laberintos de buxus muestran una idea de jardín más formal. Más allá, una gran huerta asegura la frescura de las frutas y verduras que llegan a la mesa.
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