
Desafío: ¿En qué momento un migrante deja de sentir que lo es?
En el marco de Aprendemos juntos 2030 –la iniciativa de BBVA para un futuro más verde e inclusivo– Ariel Rot conversó con un grupo de jóvenes acerca del candente fenómeno de las migraciones. Yuval Noah Harari, Sara Collantes de Unicef y el propio padre del músico, Abrasha Rotenberg, formaron parte de la entrega.
Vivimos hoy el mayor flujo migratorio de personas desde la Segunda Guerra Mundial. Guerras, catástrofes naturales, persecuciones, pobreza y discriminación –entre muchos otros temas– obligan a las personas a levantar sus cosas, dejar atrás sus hogares y a los suyos, y simplemente marcharse. Estamos frente a uno de los grandes desafíos del siglo XXI, al que estamos obligados a encontrar una respuesta conjunta.
“El desafío de las migraciones” fue, justamente, el tema de uno de los más recientes episodios del ciclo Aprendemos Juntos 2030, esa gigantesca plataforma de contenidos globales comprometidos con el planeta y la sociedad que desde 2018 viene motorizando BBVA. Se trata, de hecho, de la mayor plataforma educativa en castellano, que cuenta con más de siete millones de suscriptores y videos que superan ya los 1.800 millones de visualizaciones.
El músico Ariel Rot fue el encargado de conducir la conversación con un grupo de jóvenes, algunos de ellos migrantes, que desde sus propios contextos sociales y personales se explayaron acerca de los motivos, las sensaciones y los dolores, aunque también las esperanzas, que rodean a la cuestión migratoria. Nieto de ucranianos que arribaron a la Argentina en los años ‘20, Rot fue él mismo un exiliado en 1976, cuando en el marco de la dictadura sus padres decidieron trasladarse a España.
Los diferentes tipos de migrantes –divididos principalmente entre quienes tienen o no dinero–; las exigencias, a veces excesivas, de las autoridades; el hecho de “tener que estar constantemente definiendo quién eres y de dónde eres”; las sociedades que en un principio parecen abiertas pero luego comienzan a tratar a quienes migran como “personas que están estorbando” fueron algunos de los tópicos que chicos y chicas fueron sumando al debate.
“Nunca pensé que viviría en un país que no fuese Siria. Migrar fue la decisión más difícil de mi vida”, reveló el testimonio de la refugiada siria y embajadora de Unicef Muzoon Almellehan. “Toma lo que sea más importante. Nos vamos”, le dijo su padre. “Si me hubiese rendido en el campo –relató– tal vez no podría estar aquí, contando mi historia”.
“Como humanos debería preocuparnos el sufrimiento de quien debe migrar, pero eso no implica que un país deba acoger a un número ilimitado de migrantes”, disparó, por su parte, el filósofo Yuval Noah Harari. “No es una lucha entre el bien y el mal: es una discusión entre dos posturas legítimas que puede y debe saldarse en un proceso democrático. Pero a la vez nuestros ancestros no brotaron de la tierra: todos descendemos de inmigrantes”. “Y si tuvieras que depender de cosas inventadas por gente de tu propio país –concluyó– ¿cómo sería tu vida?”.
“La multicultura vuelve a un país mucho más excitante”
Los contenidos de ‘Aprendemos juntos’ han estado desde el inicio alineados de una forma natural con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para un futuro más verde e inclusivo. En este sentido, el proyecto recibió el reconocimiento internacional por parte del B20 (conocido como el “G20 de las empresas”) por su contribución al ODS número 4, referido a la educación de calidad.
En tanto los y las jóvenes compartían sus distintas experiencias, que en algunos casos involucraban respeto y en otros, discriminación y hasta extrañeza (“En España soy argentino, y cuando voy a la Argentina soy ‘el gallego’”, comentó uno de ellos); el profesor y filósofo José Carlos Ruiz se atrevió a plantear una pregunta para el debate: “¿qué pasaría si un migrante se quedara con la última plaza en una universidad, y esa era, precisamente, la plaza que tú querías?”.
La fundadora del Movimiento Migrante Mesoamericano Marta Sánchez Soler organiza desde 2006 caravanas junto a madres que van a los Estados Unidos para buscar a sus hijos desaparecidos, caravanas a las que ella misma describe como “un puente de esperanza en este fenómeno migratorio”. Sarah Collantes, especialista en migraciones de Unicef, aportó datos para despejar prejuicios sobre las migraciones, a la vez que recomendó a la audiencia buscar sobre el tema información de calidad, no callar cuando en las conversaciones se estereotipa y aprovechar las oportunidades del día a día –en el transporte público o en la cola del supermercado– para relacionarse con las personas y notar que “es más lo que nos une que lo que nos separa”.
“¿En qué momento un migrante deja de sentir que lo es?”, se preguntó Rot y señaló también que “la multicultura vuelve a un país mucho más excitante”. Su padre, Abrasha Rothemberg, nació en 1926 en Ucrania, a los ocho años migró a la Argentina y años más tarde, ya con su propia familia, volvió a exiliarse en España. “No estés pendiente de tu país de origen. No estés con la mirada y los ojos puestos en la nuca. Eres un náufrago, y como tal tienes que nadar. Este es mi lugar: no es el exilio, es mi nuevo hogar”, reflexionó mientras brindaba su testimonio, el último de la serie, sobre el desafío personal que supone migrar y que implica una historia de incertidumbre y muchas veces de pérdida aunque también, y sin duda, de esperanza.
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