Despedidas que nutren los vínculos familiares
Los viajes femeninos están a la orden del día: los hay de amigas, de trabajo, por eventos en el exterior, escapadas de fin de semana largo... Son sólo algunas opciones dentro de la multiplicidad de variantes que ha inaugurado en los últimos tiempos cambios en la dinámica familiar contemporánea.
La paternidad todoterreno, con menos corbata y más diversidad, acercó a los varones al día a día de sus hijos y los entrenó para hacerse más cargo de ellos. Y esta presencia más activa y comprometida suavizó la separación de funciones que antes dejaba a las mujeres sin margen de acción.
Habilitar en las familias jóvenes la posibilidad de vivir experiencias de pequeños viajes con despedidas y reencuentros nutre los vínculos tanto de pareja como de padres e hijos. Alianzas y complicidades entre un papá y sus pequeños puede resultar una aventura memorable, que hasta hace poco no era ni siquiera considerada.
Cada coyuntura familiar encontrará el momento y la ocasión apropiada para instrumentarlo. Lo interesante es ir variando las combinatorias de estas tentadoras escapadas. No son recomendables estos viajes antes de los dos años de vida, no porque un papá no sepa cambiar pañales, sino porque hasta entonces los recursos simbólicos de un niño son insuficientes para procesar el impacto.
Salir de lo esperable y romper con los modelos clásicos de crianza no atenta contra el sentido común ni cuestiona la función materna. En general, otorga a un aire nuevo. La abnegación, el sacrificio a ultranza y la culpa dejaron de ser -felizmente- las únicas banderas que definen la maternidad. Hoy, la distribución de tiempos y energía tiende a repartirse preservando cierta autonomía de vuelo para mamás con otros intereses que no se reducen únicamente a la crianza.
Estos cambios, bastante criticados por la generación de abuelos criados con otros paradigmas, se inscriben entre las transformaciones de la arquitectura familiar contemporánea. El siglo XX concedió a la infancia un lugar de privilegio y los lazos parento-filiales tuvieron desde entonces un protagonismo hegemónico. Para los hijos todo: esfuerzos, recursos, devoción. Que nada les falte.
Ser padres hoy, en tiempos de convulsión y pérdida de valores, potencia la responsabilidad para con las nuevas generaciones. Necesitamos ser referentes, amparo y sostén atento de nuestros hijos en crecimiento. Pero ese desafío mayúsculo no necesita de padres full time. Un hijo necesita convivir con padres que estén bien, contentos, disponibles, vitales, y cuando eso ocurre, el beneficio es para todos.
La autora es psicóloga y especialista en temas de familia e infancia
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