El restaurante favorito de Instagram que llevó el encanto de Asia a Palermo
No te sientas raro si cuando entrás a Niño Gordo (Thames 1810) te da un déjà vu. Parece el bar de una película de samurais y geishas de los 70 o un sauna japonés donde un líder Yakuza fuma en una barra baja, con un vaso de whisky, su nemésis al lado, un cuchillo en el medio. O quizás una porno japonesa, pero tan visual y experimental que todavía no saltó al mainstream. Es que es probable que ya conozcas cada rincón: en menos de un mes, este restaurante inundó las redes sociales por la belleza de sus espacios.
El líder Yakuza podría ser uno de los dueños de Niño Gordo. Pedro Peña fuma hasta por los codos y reflexiona con pasión de uno de los proyectos que más lo cautivaron. “Soy un tipo bastante monotemático cuando me interesa algo, hace más de un año que soy asiático”, contó a LA NACIÓN. Niño Gordo fue el resultado de su consumo desaforado por la cultura oriental y un viaje de un mes y medio a Japón, China, Corea y Taiwán. Cuando Peña tocó suelo argentino tenía una sola idea: hacer un restaurante que refleje la cultura asiática pero que tenga la onda porteña en sus productos.
"Dentro de lo que es lo asiático, incorporamos la comida porteña, como en Chori y La Carnicería, mantenemos nuestra materia prima que es nuestro caballo de batalla, "chinchu" achuras, panceta y pescado", dijo a LA NACIÓN el jefe de cocina Federico Ariel Nudelman. Para él, esta mezcla entre Asia y Argentina y el impacto visual de los comensales al segundo de pasar por la puerta son los diferenciales de Niño Gordo.
"Me gusta la idea de romper con lo clásico. Si caemos en eso, es probable que fracasemos porque es muy difícil llegar a un nivel de exigencia de un clásico japonés porque se estudia toda la vida y sigue en crecimiento. Nosotros lo hacemos pero con nuestro fuerte que es la carne nacional", contó Nudelman. Para el jefe de cocina, es importante cambiar la cultura gastronómica de todos los que pasan por sus mesas. "Si vos te dejás llevar y vivís la experiencia como la proponemos, te vas a ir alucinado".
El nombre del restaurante vino de un brainstorming con sus diseñadores. "No quería ponerle un nombre asiático porque sabía que todos los fucking sushis se llaman Kyoto y Saigón y en esta fusión con lo porteño, no tenía que tener un nombre así", contó Peña. En medio de la crisis creativa de no saber cómo nombrarlo, se le vino a la mente las imágenes de la propagandas comunistas de Mao Tse Tung, con las familias de niños "robustos y rosados" que significaban porvenir y abundancia. "Los primeros 15 días mis socios no me creyeron pero después les cerró la idea", contó.
El futuro está en Instagram
“Ahora todo el mundo se mueve por las redes, lo visual y la tecnología, creo que es muy importante el aspecto de la imagen, el físico y darle una experiencia visual y linda a la gente y en eso creo que radica el éxito”, explicó. De la imagen y la identidad de la marca se desenvolvieron las ideas generales que mantienen Chori y La Carnicería, sus otros proyectos. La calidad de la comida, los tragos y el servicio tenían que ser inmejorables.
Niño Gordo es un PH que antes era un restaurante de comida japonesa y peruana. “En todo hay magia, la inmobiliaria y el dueño del local son coreanos, no fue adrede, pasó así. Todavía no visitaron el local”, contó Peña. Lo tiraron abajo y empezaron de cero. Alan Berry Rhys y Eme Carranza fueron los encargados de bajar a tierra las ideas de Peña.“Visualmente es muy atractivo, buscamos muchas cosas y queríamos que jugaran. En un momento pensé que me había zarpado pero cuando lo vimos instalado funcionó bien”, explicó el chef.
La parte china, más kitsch y extravagante, tiene un techo de 114 lámparas de papel. A los costados, un empapelado cubre las paredes con la imagen de un “niño gordo”. El ambiente japonés remite a un sauna húmedo de los 60. La idea inicial era incorporar tatamis a la ecuación, pero los cambiaron por mesas bajas con sillas de caño y cuero. El empapelado de este espacio es una reproducción de un cuadro de samurais desnudos creado por Eme Carranza, quien tuvo a su cargo el diseño estético de Niño Gordo.
Uno de los objetivos de Peña era que todo sea instagrameable. Además de las lámparas y la habitación roja, Niño Gordo tiene cientos de detalles que están dando vueltas por las redes. La vajilla y los cubiertos son traídos de Asia. Hay peceras redondas con medusas (falsas). En cada mesa hay una lámpara con la cabeza de un niño gordo. Un panda sostiene los palillos chinos de cada comensal. En la barra, hay juguetes japoneses de la cultura popular. En los baños, decorados con un metal dorado, hay una tapa TOTO, la marca japonesa de sanitarios inteligentes.
La importancia de Instagram toma otro valor cuando Peña cuenta que dejó de estudiar para ponerse a trabajar. Ahora todo lo aprende por "mano propia" y gracias a esta red social. "El futuro está en Instagram. Tengo más de 7 mil mensajes con pedidos de reservas".
“La cocina es un millón de recuerdos”
Sin decirlo, la barra es una de las partes favoritas de Peña. Es baja, como las de los restaurantes coreanos en las que la rotación de comensales es constante. Además el contacto entre los cocineros y los clientes era crucial para el chef porque su pilar es su equipo de cocina. “Es bastante estúpido pero también lógico tener una barra así, a todos nos gusta que nos den una palmada en la espalda. Quiero que todos se sientan felices de estar metidos acá”, contó.
De los cuatro cocineros de Niño Gordo, dos son asiáticos y uno trabajaba en un restaurante coreano en París. “La cocina es un millón de recuerdos. Yo como diferente desde que nací, mezclo salado y dulce porque soy colombiano. Por eso quería cocineros asiáticos, porque es un plus, tenés otro tipo de gusto. Puedo leer de todo pero es muy diferente lo que me dan los chicos, armamos la carta entre todos”, contó Peña.
La originalidad de Niño Gordo parte de la fusión de los sabores asiáticos con productos argentinos. Si bien la carta está dividida en entradas y platos principales, los cocineros te invitan a picar para probar todo el menú. El bife de chorizo se mezcla con las algas, el shisho y una pasta especiada llamada ssamjang. Los pescados se cocinan en la parrilla y los dumplings salen “con fritas”: se hacen en pasta negra, son de pato y se agotan todas las porciones que se hacen en el día.
“Queríamos hacer una parrilla asiática, es como el gancho de La Carnicería y Chori. Pero ahora no es todo parrilla y no queríamos hacer cocina vietnamita o japonesa, queríamos comida asiática y con eso podemos jugar con mil quinientas cosas”, contó Peña. En su primer mes de apertura, Niño Gordo lleva un promedio de 100 cubiertos por noche.