En ese limbo de un concierto a otro
El retrato de una gira de Daniel Melingo, mezcla de documental intimista y road movie soñadora, expone de manera original el talento, la inspiración y los enojos de un gran músico argentino que se anima cada vez más a la actuación
Lo que se ve real no siempre lo es. ¿Es lo surreal? Quizás. Ese juego, que va y viene entre esos límites, es la razón y el sabor de la película dirigida por Mariano Galperín y protagonizada por el cantautor Daniel Melingo. Su realidad, que se lee también surrealidad, en verdad es una suerte de road movie que refleja los intersticios de la gira europea de presentación del disco Linyera: las esperas, los aeropuertos, los hoteles y los camerinos. Y entre todo eso, la inspiración de Melingo, sus estados anímicos cambiantes, el humor y lo onírico.
El primer acierto de Galperín es haber coincidido con Melingo, un personaje rico, ocurrente y con una historia abultada en la música contemporánea argentina. Fue integrante de Los Abuelos de la Nada, Los Twist y de la banda de Charly García. En España formó Lions in Love antes de recalar en el tango como medio de expresión y de eje para hacer confluir a todo su bagaje musical. En Su realidad, ese eclecticismo es parte de lo real y no se ocultan las referencias que lo atraviesan: Charly, pero también Pugliese; Andrés Calamaro (que tiene un pequeño papel en el film) y Jaime Torres (que también interpreta una canción con su charango en el living de la casa de Melingo). Su realidad ya fue premiada como Mejor Película Argentina en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2014 y al menos hasta fin de mes se puede ver en salas porteñas como el Malba.
El film nació de ideas de Galperín que le fue contando a Melingo hasta rodar en mayo de 2014. "En ese proceso fuimos poniendo al tanto a Mariano de la interna que se produce en una gira y se guionó a partir de eso", le cuenta el músico a La Nación revista.
Hubo un trabajo previo.
Coincidieron dos cosas: la inspiración y la logística. Mariano vino a una gira y coincidió con que viajábamos con toda la orquesta de Buenos Aires para presentar Linyera. A su vez coincidió con la visita a varias capitales de Europa. Se pudo armar la logística de una manera bastante mágica. Porque estas cosas, si no se dan así, se van cortando. Una película lleva meses, quizás años.
El formato es novedoso: es documental, pero al mismo tiempo no. ¿Cuánto de real tiene Su realidad?
Lo que se ve, pero no hay una intención previa de mi parte de mostrar eso. No lo llamaría documental, aunque lo es, pero no se trata de eso. También podría haber sido en otra secuencia de tiempo, en otros lugares, otros países. Se trata de rescatar una dimensión ajena al ojo y al oído del que va a ver música: ese limbo que hay entre un concierto y otro. Por eso también es un poco una road movie: el transporte, las estaciones, los aeropuertos, los hoteles. Pero al mismo tiempo hay un un guión que hace a la trama surreal, onírica.
Hay un juego de tiempo y espacio. En una escena Melingo parece vagar sin rumbo por París, se toma el subte y se baja en una estación en Buenos Aires. Sin preocuparse por ese desliz temporal, como si nada hubiese ocurrido, se va hasta un quiosco a comprar chocolates.
Melingo la tuvo que pelear. Venía del rock, pero no insistió en ese camino que parecía previamente trazado y abrazó al tango como caballito de batalla musical. Tuvo que empezar de cero. Aprender a cantar (años aprendiendo canto lírico) y adoptar un sonido que rompía con su pasado rockero. Fueron muchos años, dice, de un reconocimiento silencioso. Pero este año, la cosa parece haber cambiado. Recibió el premio Konex como mejor cantante de tango masculino.
¿Qué significa para vos el premio Konex?
Es un reconocimiento a los últimos diez años de laburo que fueron muy para arriba para mí, con mucha intensidad. Es mi apuesta. Me pone muy contento y feliz este reconocimiento que, muchas veces, es en silencio. Son muchos años de remarla. Hace unos meses estuve en Córdoba haciendo la promoción de la película Una noche sin luna [dirigida por Germán Tejeira, inspirada en una canción de Melingo y protagonizada por el músico] y en un programa de radio de rock en el que hacen homenajes me recibieron con la sorpresa de un vinilo que grabé en el 76 con Domingo Cura y Bernardo Baraj. ¡No lo tenía ni registrado! Haciendo cálculos son casi cuarenta años de vida profesional.
Melingo se enoja cuando se le pregunta si cree que el tango está un poco relegado en la Argentina. "Goza de buena vida hace como 130 años", exagera. Sin embargo, a él le costó menos conquistar al público europeo. Desde hace mucho hace giras a sala llena por las principales capitales de Europa, pero recién este año pudo concretar su viejo sueño de girar por el interior.
¿Por qué pensás que tiene tanto éxito en Europa?
Es nuestro estilo reconocido en todo el mundo, que nos diferencia de todas las músicas, los bailes y las poesías. Es algo muy especial.
¿Y qué es lo que pasa acá?
Por ahí pasa que al estar todos juntos en la Argentina, tan de cerca, no nos damos cuenta, no lo valoramos, pero es muy representativo de nuestra cultura en el resto del mundo.
Hiciste tu primera gira por el interior, ¿cómo fue esa experiencia?
Magnífica. Hicimos Mendoza, Córdoba, Rosario, Santa Fe. Fue una experiencia muy positiva, con muchas perspectivas de laburo. Fue mi primera gira por el interior como solista. Haber tocado en las ciudades más importantes y con la proyección de continua tocando este año y el que viene. La verdad me sorprendió. Era algo que yo estaba esperando hacía mucho tiempo y ya me había hecho la idea de que nunca saldría de gira por el país.
¿Por qué?
Tenía muchas ganas, pero no veía la posibilidad de poder realizarla. Pero viste cómo es la vida: los deseos a veces se convierten en realidad.
"Pienso en la música las 25 horas del día", dice. En el universo Melingo, la composición es a tiempo completo: "Tengo mucho material en el taller que estamos preparando para el disco que saldrá en 2016", cuenta. Pocas cosas lo distraen de su tarea: "Estoy volcado a mi lenguaje madre, que es la música, y no tanto en mi carrera actoral, aunque tengo algunos proyectos", asegura. Además de estar frente a cámara en Su realidad y Una noche sin luna, Melingo es uno de los protagonistas de Lulú, la nueva película de Luis Ortega. "Estoy trabajando también con músicas de películas, como en una producción china-argentina, Una novia de Shanghai", agrega sobre el próximo film de Mauro Andrizzi.
Los géneros, está a la vista, no son un problema para Melingo. "Tanto el rock como el tango y el jazz son maneras de enfocar la música. Para mí no es un estilo definido. Es una manera, cómo hacerlo. A mí atraviesan tanto el rock como obviamente el tango, pero también el jazz y el blues", explica.
En una escena de Su realidad tocás también una canción folklórica con Jaime Torres.
Es que no hay una tendencia intencional de ir hacia un lado o hacia otro. Son todos los espíritus que conviven en mí. Como argentino, conviven tanto el folklore, y siendo porteño, sobre todo el tango. Y el rock, de ahí fueron mis primeros sorbos creativos. Es todo parte del mismo trabajo y lo que intento todo el tiempo es desalambrar los estilos. Es una convergencia de todas estas maneras de hacer música, que me llevó muchos años de laburo y que se va centralizando y tomando cada vez más forma. Son muchos años en una dirección.
Melingo dice que escuchaba tango "antes de haber nacido, en la panza de mi madre". Cuenta que su mamá era muy tanguera, gardeliana. Y si bien luego se mimetizó en el mundo del rock, volvió a la fuente, al origen: su Parque Patricios natal. Como aquel tango de Aníbal Troilo, Nocturno a mi barrio: Alguien dijo una vez/ que yo me fui de mi barrio/ ¿Cuándo? Pero, ¿cuándo?/ ¡Si siempre estoy llegando! Alguna vez, Melingo recibió la mirada indiferente del público tanguero porteño y cierto menosprecio. Por eso ha llegado a decir que ese público: "Me la suda".
¿Te sentís un tanguero de ley?
¿Qué sería un tanguero de ley?
Un tanguero ortodoxo.
¿Vos pensás que lo soy?
No, por eso te lo preguntaba, pero, ¿te considerás un músico que piensa su obra a través del tango?
Sí, por supuesto. Habiendo nacido en el corazón de Buenos Aires, siento que el tango me atraviesa.
Fotos gentileza Mariano Galperín
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