Erradicar el uso del auto, la nueva utopía francesa
El alcalde de París quiere reducir la velocidad máxima a 30 km/h y, en medio de críticas, ya quitó 75 ha de terreno al tránsito vehicular
PARÍS.- En la última década, con el socialista Bertrand Delanoë al frente de la alcaldía de París, el 40% de los habitantes de la capital de Francia ha renunciado al automóvil y ahora va a pie o usa los transportes públicos y la bicicleta. Pero la guerra contra el tránsito y la polución emprendida por el alcalde socialista, que termina su mandato en 2014, está lejos de haber acabado.
La semana próxima, Delanoë llevará a la junta de gobierno municipal su nuevo plan para restringir la circulación y mejorar el aire de la Ciudad Luz. Entre las nuevas medidas, la más controvertida será la reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora en nuevas áreas de la capital: la Goutte-d'Or (distrito 18), los Grandes Bulevares, la Avenida de Clichy y las zonas adyacentes a los colegios e instalaciones deportivas o culturales. Además, el alcalde espera bajar la velocidad en el cinturón periférico en 10 kilómetros por hora, para pasar de los actuales 80 km/h a los 70 km/h.
El Ayuntamiento cuenta con la oposición de muchos habitantes de la periferia, que consideran que Delanoë quiere hacer de París una bobolandia, un París sin autos para solteros y ricos. El Automóvil Club también rechaza la idea y pide que se consulte con los electores. El munícipe arguye que la reducción permitirá rebajar la polución y -sobre todo- los accidentes graves. Los especialistas afirman que una bajada de la velocidad del 5% reduce 10% el riesgo de sufrir heridas y 20% las muertes. Sobre la polución, hay más dudas: la rebaja de la velocidad puede aumentar la emisión de CO2, pero disminuye la emisión de partículas finas, de probado efecto cancerígeno, según la Organización Mundial de la Salud.
Delanoë quiere prohibir además la circulación de los vehículos más viejos, lo que ha suscitado fuertes protestas. Pero eso no es todo. El alcalde quiere poner peajes por kilómetro en todas las "autopistas metropolitanas" y habilitar "controles exigentes" a las motos, que han proliferado mucho y hoy suponen el 9% del tránsito, contra el 4% de 2001.
Aunque los atascos en París siguen siendo casi tan pavorosos como en aquel famoso cuento de Julio Cortázar, "La autopista del sur", el tránsito ha disminuido 25% en la última década, y hoy sólo el 7% de los parisienses usa su auto cada día.
Los hábitos han cambiado radicalmente, y el 40% afirma haber abandonado para siempre el auto y preferir la bicicleta, el metro y el autobús: Vélib, el sistema municipal de alquiler de bicicletas, tiene ya 250.000 abonados, y la bici supone el 3,1% de los desplazamientos.
En estos años, la ciudad más visitada de Europa ha abierto líneas de tranvías en el Sur, ha ido comiendo cada vez más terreno a las calzadas para dárselas a las aceras -el plan de peatonalización de los quais , los paseos del Sena, sigue avanzando y creando inmensos atascos-, y ha potenciado el reparto diario de alimentos y mercancías con una solución imaginativa: los víveres llegan en barco por el Sena y van a los supermercados en pequeñas furgonetas eléctricas.
En una década, el amado, cultivado y criticado Delanoë ha robado 75 hectáreas de terreno a los autos para dárselas a los peatones, las bicis y otros medios limpios. Pero Le Monde critica que sea "menos audaz" al combatir el verdadero punto negro de la polución de París: la masiva presencia de autos diésel. Y, de hecho, el 60% de los autobuses que se mueven por la capital francesa con motores diésel no cumplen la normativa en vigor.
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