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Todavía transitaban el duelo por la partida de su perro León que, con sus tres patitas, había conquistado a todo el vecindario. Conducían por el camino de la Ribera, en el noreste de provincia de Buenos Aires, cuando vieron un bulto negro que resaltaba sobre el cordón amarillo de la vereda. De un lado pasaban los autos a toda velocidad y, del otro, se encontraba el Riachuelo.
Pararon sin dudarlo. “Era una cachorra de apenas un mes de vida. Se dejó agarrar sin oponer resistencia. No sabemos si por la extrema debilidad que tenía o porque entendió que nos acercábamos para ayudarla. Miramos a nuestro alrededor, nos aterramos al ver que estaba a pasos del río y muy a lo lejos vimos alguna que otra construcción precaria de chapa”, recuerda Alejandra.
“Era caos y felicidad”
No fue difícil encontrar una caja de cartón en ese lugar tan inhóspito. Dentro de ella, la pequeña perrita de manto negro viajó en auto hasta la veterinaria. Temblorosa, desnutrida y llena de garrapatas recibió allí los primeros y cuidados. Dos horas más tarde, con indicaciones médicas para que recuperara peso y se recuperara de la vida en la calle, se dirigió con Alejandra e Ignacio, los humanos que la habían rescatado, a la localidad de Banfield, a la que se transformaría en su nueva casa. La bautizaron Bambi.
A pesar de su debilidad y desnutrición cuando llegó a casa corrió al jardín, exploró toda la casa y se adaptó con una facilidad asombrosa. Era tan pequeña que improvisamos una cucha en la cocina con una caja de cartón y trapos para que durmiera ahí. Pero por la noche nos conmovió tanto que ya desde ese día durmió en la cama entre los dos”.
Alejandra e Ignacio nunca habían convivido con un cachorro. “Fue un aprendizaje que al principio nos desorientó. Surgieron dudas sobre su cuidado y sobre el manejo de tanta intensidad frente al equilibrio que habíamos experimentado con nuestro perrito adulto”, dice ella entre risas. Bambi robaba todo lo que estaba a su paso, rompía cualquier objeto que le resultara interesante y hacía pozos en el cuidado jardín que la pareja tenía, era un caos con una cuota enorme de felicidad.
“Su pasión son los bolsones de arena”
“No tardamos mucho en encariñarnos y entender que había que ofrecerle juguetes apropiados y actividades para que descargara su energía. Además, comenzamos a mantener fuera de su alcance todo lo que pudiera romper o fuera peligroso. Y también, con mucha paciencia, le enseñamos algunas normas básicas de convivencia en la casa”. Semanas después de cumplir con el esquema de desparasitación y vacunas obligatorias, comenzaron sus paseos.
Alejandra asegura que cada paseo con Bambi es una aventura. “Nos arrastra por caminos nuevos y nos contagia su alegría de vivir. Tiene fascinación por los bolsones de arena: es el terror de los albañiles y vecinos en obra. Cuando ve un bolsón, sube a él y se lo adueña como si fuera su playa privada a tal punto que un corralón conocido del barrio la invitó para que juegue en su bolsones y se convirtió en su sponsor”.
También es muy común que en su paseos Bambi se detenga y entre a cuanto negocio encuentre en su camino para conquistar a comerciantes y clientes. La ferretería y el local de artículos de limpieza esperan su visita diaria. Allí, desde luego, como buena inspectora de cuatro patas hace control de stock. “Hasta llegó a entrar en el atelier de Milo Lockett y caminar con total impunidad entre sus cuadros y tarros de pintura”.
Hasta hace poco en Banfield no había parques con caniles. Como la Plaza Martel, cercana a la casa de Bambi estaba entonces en remodelación, el matrimonio presentó una solicitud y un proyecto para la instalación de un canil allí. Así lograron el espacio propio para los perros del barrio.
“Fue hermoso verla disfrutar en el mar”
Cuando llegó el momento de las primeras vacaciones de verano para la nueva familia multiespecie que los tres habían conformado, el matrimonio no concebía la idea de viajar sin ella. Mar de las Pampas se convirtió en el destino ideal con playas y cabañas. Y, lo más importante, Bambi y otros perros eran bienvenidos.
En el verano de 2021, Bambi, Alejandra e Ignacio fueron de vacaciones con la familia de Ringo -un perrito rescatado que conocieron a través de Instagram-. “Cuando nos conocimos personalmente quedamos admirados del hermoso vínculo que se dio entre Bambi y Ringo. Y fue hermoso verlos desafiar juntos las olas del mar, enterrarse en la arena, compartir pollo en el parador y saludarse cada uno desde su cabaña. ¡Fueron momentos únicos e irrepetibles!”.
“Creemos que la tiraron de un auto cuando era bebé”
Sin embargo, las secuelas del triste pasado de Bambi en la calle aparecieron poco a poco. Al poco el tiempo, Alejandra e Ignacio supieron que Bambi tenía displasia de cadera severa. “Siempre nos quedó la idea de que pudieron tirarla de un auto o haberla golpeado”. En la displasia de cadera la cabeza de fémur no encaja perfectamente en la cavidad que se llama acetábulo, hay un desgaste en la articulación y eso provoca inflamación y dolor
“A Bambi se la diagnosticaron cuando tenía meses de vida, la veterinaria la vio caminar de forma sospechosa y con una radiografía con sedación (la herramienta principal para diagnosticarla) se confirmó su displasia, se cree que en ella es una malformación hereditaria. Nos explicaron que esto es frecuente en determinadas razas grandes como el Pastor Alemán, el Labrador, el Golden Retriever, el Rottweiller, entre otras pero también afecta a otras razas más pequeñas como el Bulldog Francés”.
Si bien al comienzo Bambi no manifestaba síntomas, con los años sus tutores advirtieron que tenía dolor: gemía, se echaba a descansar en los paseos, le costaba incorporarse y hasta comenzó a caminar en tres patas. Eso fue lo que encendió las alarmas. Por indicación del veterinario, se repitió la radiografía y el resultado no fue el que esperaban.
“El pronóstico no era bueno, Bambi tenía el grado mas severo de displasia y podíamos sostener ese cuadro con analgésicos y corticoides. Luego de conversar con el veterinario y el cirujano traumatólogo tomamos la decisión de llevarla a cirugía: le extirparían la cabeza del fémur para que se formara una pseudoarticulación fibrosa. Eso evitaría el roce y suprimiría el dolor. Una vez hechos los estudios prequirúrgicos (electro y hemograma) se procedió a la cirugía que duró aproximadamente 40 minutos. La espera fue larga y los do estábamos muy nerviosos. Pero Bambi salió bien y eso nos dio mucho alivio”.
Los días siguientes serían complicados, pero Alejandra e Ignacio estaban dispuestos a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que Bambi no sufriera. El post operatorio se manejó con antibióticos, analgésicos y corticoides. “Es duro pero uno tiene que enfocarse en que le cambia para bien la vida a su perro. La primera semana se le debe restringir la actividad, los paseos deben ser cortos y lentos para hacer sus necesidades. Siguen los controles con el cirujano y cada semana se aumenta el tiempo de paseo. Al principio es normal que el animal camine en tres patas. Nosotros modificamos la casa: para que no se resbalara, pusimos cartón y goma Eva, compramos una rampa y un arnés de cadera, sacamos los sillones y durante esos días todos dormimos en el piso”.
De a poco Bambi comenzó a apoyar la pata operada. Fue fundamental para su recuperación la fisioterapia, los ejercicios, la electroestimulación y la magnetoterapia para recuperar masa muscular y aliviar dolores. “Hasta el día de hoy se presentan desafíos diarios, parecen todos contratiempos pero no, uno ve como van progresando de a poquito y cómo les cambia la vida y vuelven a movilizarse sin dolor y eso emociona y gratifica”.
“Embajadora de alegría”
Bambi contagia alegría con su espíritu amable y su carácter tranquilo. Tiene su propia cuenta de Instagram con más de 18 mil seguidores. Al comienzo, Alejandra había pensado la red social de su perrita con el fin de recopilar su fotos y videos. Poco a poco fue sumando seguidores y se hizo cada vez más popular. Entonces decidieron que en la cuenta compartirían contenido educativo e información de interés siempre con un tono ameno y divertido.
“Así como hay cuentas de perritos dog models, otros que difunden lugares pet friendly o cuentas de adiestramiento canino, Bambi se convirtió en Dog Smile Influencer (influencer de sonrisa canina)”. Ese título le valió ser elegida como una de las embajadoras de la segunda edición del festival Mascotear (el 23 y 24 de noviembre de 14 a 20 h, en Av. Figueroa Alcorta y Dorrego, con entrada gratuita y previa inscripción en festivalmascotear.com). Bambi desfilará en la pet carpet que habrá para un selecto grupo de invitados y formará parte de la avant perrier del primer día.
En el evento, humanos y perros podrán disfrutar de distintas actividades destinadas a la diversión, el cuidado, la salud y nutrición de perros (y gatos también). Además, habrá espacios de desafíos, agility, talleres, belleza, parque acuático canino, arte y sustentabilidad, foodtrucks con propuestas gastronómicas para los peludos, un sector exclusivo para los felinos y un gran marketplace. El festival tendrá también jornadas de adopción (perros y gatos) y vacunación gratuita brindadas por el área de Animales BA Perros y Gatos.
Alejandra e Ignacio confiesan que no son amantes de las redes pero descubrieron que podían usar Instagram como una herramienta valiosa para difundir casos de animales perdidos -sobre todo en Banfield- pedir tránsitos o buscar adoptantes para perritos sin hogar. También empezó a darse un vínculo real con los seguidores virtuales, y tuvieron la oportunidad de ser parte de eventos y cumpleaños de perros.
“Bambi llegó a nuestra vida para ponerla patas para arriba. Vino a sacarnos de nuestra zona de confort y eso se lo agradecemos con el alma. Sale a pasear todos los días, nos enseñó a disfrutar de la lluvia y del frío, a cambiar horas de celular o televisión por jugar al frisbee o a la pelota en la cancha del club del barrio. Estamos convencidos de que, paso a paso y huella a huella se puede hacer que este mundo sea un poco más empático cada día”.
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