Hay dos opciones: entrar en pánico o capacitarnos y disfrutarlo
A la hora de comunicarnos en público, especialmente cuando nuestro trabajo nos lo requiere y no podemos elegir no hacerlo, tenemos dos opciones: entrar en pánico, o capacitarnos y disfrutarlo.
Desde hace tres años me dedico a entrenar a los empresarios oradores para su exposición en Connecting Ideas -el espacio organizado por Vistage donde se reúnen más de mil líderes empresarios para compartir sus prácticas de gestión, que se realizará el jueves que viene-, y pude observar que no es nada fácil para quienes nunca expusieron en público, pero no es imposible si uno se entrena.
Los ejecutivos solemos ser evaluados por lo que decimos, más que por lo que sabemos. Si analizamos el ámbito de las exposiciones en público, en los últimos años han ganado espacio las presentaciones breves, de alto impacto. Podemos apreciar este novedoso estilo en varias conferencias de management que se dan en nuestro país, como las mencionadas de Connecting Ideas, por ejemplo.
Se trata de eventos en los cuales varios oradores dan charlas de entre 10 y 15 minutos cada una, que buscan llegar a la razón y a la emoción de los oyentes. Inspiración, motivación, entrenamiento, son algunos de los objetivos más habituales. En los próximos años, las presentaciones breves de alto impacto dominarán el mercado de la comunicación.
Sin duda, para lograr una buena performance primero se deben definir algunos aspectos clave como el "para qué" de cada presentación; de acuerdo al propósito definido se habrá de organizar el discurso. Saber "a quién" se dirige, ya que cada público es diferente y requiere una preparación especial, tanto en los contenidos como en la forma de transmitirlos. Averiguar "cuánto tiempo" deberá ocupar la presentación; y tener claro "qué" logística será requerida, para prepararla previamente. Definido todo lo anterior, se debe preparar, organizar y practicar.
Además para que una presentación ejecutiva sea exitosa, debe ser clara; es más importante ser comprendido que ser admirado. Se trata de llegar al oyente con la mayor claridad posible para que no haya brecha entre lo que uno dice y lo que los otros creen haber escuchado. Debe ser correcta; todos los datos aportados por un ejecutivo deben ser previamente confirmados para evitar errores. Debe ser concreta; se debe usar un lenguaje directo, evitando eufemismos que podrían parecer adornos. En realidad, un buen mensaje no necesita complementos abstractos que podrían alejar al oyente del foco. Y debe ser concisa; el arte del buen comunicador incluye la capacidad de síntesis en su mensaje. Cuanto más breve, mejor.
Coach de expositores y Curador en Connecting Ideas y Foros de Expositores Vistage.
Jorge Fiszer
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