¿De dónde salió “Muchas veces fui preso”? ¿Cómo surgen los cantos del estadio? El autor de esta nota se puso a rastrear, como parte de una serie que promete ser un libro, el origen del hit tribunero.
Hace un tiempo recibí un mail de un amigo con el que iba a la cancha: “Ayer venía en el auto escuchando Belle & Sebastian para encontrarme un poco conmigo mismo ja y sonó este tema (pone un enlace a YouTube) y me encontré golpeando el techo y cantando: Muchas veces fui preso/ Y muchas veces lloré por vos/ Yo a Boca lo quiero/ Lo llevo dentro del corazón. Alguien que me explique este misterio”.
La canción a la que me llevaba el enlace era “Take Your Carriage Clock and Shove It”: introducción en violín y luego aparece la voz de Stuart Murdoch, una voz que, como la de Nick Drake o Morrissey, es a la vez triste y hermosa, y produce en quien la escucha, o al menos en mí, un elevamiento oscuro, agradable. Nadie podría hacer la revolución mientras escucha esto y, sin embargo, la letra alude a una pequeña revuelta: un hombre se está jubilando luego de una vida dedicada al trabajo; sus empleadores le regalan un reloj de mesa, y ese detalle, lo poco original del regalo, hace que el tipo estalle y mande a todos a cagar en su último día.
Pero lo que importa para esta crónica no es la letra, ni la voz de Murdoch, sino que el cantito de cancha cabe perfectamente dentro de la canción del grupo de Glasgow. Se puede cantar una encima de la otra porque la melodía es asombrosamente parecida.
¿Cómo existe esta similitud entre un cantito que hacen casi todas las hinchadas argentinas desde la década del 80 y una canción de 2001 de una banda indie-pop escocesa, cuyo cantante alcanzó el octavo puesto en el ranking de los vegetarianos más sexies según PETA? ¿Es mera casualidad o puede haber algo más?
El cantito de cancha es una adaptación de “La reina de la canción”, de La Joven Guardia. Según Sadaic, Roque Narvaja y Jacko Zeller la registraron como coautores, el 3 de diciembre de 1971. Los ocho primeros versos dicen:
Pasa todos los días/ Bailando sola en su habitación/ Sueña que la descubren/ Para que baile en televisión/ Viste todo su cuerpo/ Con gran esmero y preocupación / Usa botas de cuero/ Y como una extraña, un medallón.
Las adaptaciones a cantito de cancha empezaron a fines de los 70 o principios de los 80. Es difícil de saber porque la cantan casi todas las hinchadas, y cada hinchada dice ser la primera en haberlo hecho.
Yo nací en una villa/ fui a la cancha y me hice ladrón (sin zapatillas sin pantalón)/ yo fumé marihuana/ y fui en cana por el alcohol (y me drogaba con poxipol)/ muchas veces fui preso/ y muchas veces lloré por vos/ yo a X lo quiero/ lo llevo dentro del corazón.
Lo que está entre paréntesis corresponde a distintas versiones, y la letra puede tener otras variantes, pero siempre se trata de una canción de tono emotivo, en la que el hincha cuenta con orgullo las penas y los sacrificios que es capaz de soportar por su equipo. En su estructura, sigue una de las fórmulas clásicas de las canciones de amor: el amante que enumera todo lo que haría por el destinatario de su amor. Por ti yo bajaría una estrella, etcétera. A primera vista, las canciones “por ti” parecen generosas y altruistas, pero siempre existe un reclamo indirecto. El amante que dice que daría un ojo de su cara espera que el otro haga lo mismo. La lógica del hincha es parecida: si yo me enfrento a la policía, ustedes, jugadores, al menos corran un poquito.
¿Cómo se llega de “televisión” a “Poxipol” (al orgullo del Poxipol) en el final del cuarto verso? ¿Qué porcentaje de los hinchas cumplen los requisitos como para cantar honestamente esta canción? ¿Puede cantarla alguien que cuando dice villa la ll suena como el zumbido de un mosquito? Es una cuestión que amerita un estudio histórico y sociológico, cosa que no voy a intentar ahora porque el motivo de esta crónica es mucho más estético y trivial.
Queda claro, entonces, que las hinchadas tomaron la melodía de “La reina de la canción”. Pero ¿de dónde la sacó B & S? ¿Es posible que esta gente haya escuchado la canción de La Joven Guardia o la de las hinchadas? La primera opción parece todavía más improbable que la segunda. Es cierto que el cantito de hinchada, como suele pasar, llegó a varios equipos de Sudamérica (Universidad de Chile y la banda punk Machuca tienen una versión que destaco ahora porque me gusta su sexto verso: y muchas veces rompí la voz) y también a algunos equipos de España, como el Valencia o el Atlético de Madrid. Pero eso no parece suficiente.
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Busco “take your carriage clock and Shove It” en songmeanings.com. Encuentro la letra y una sucesión de comentarios de los usuarios. Uno dice que la canción está dedicada a la ex cantante, que se fue de la banda de mala manera. Otro dice que la canción le da ganas de llorar. El sexto comentario dice: “Esta canción tiene la misma melodía que una de las peores canciones jamás grabadas: “I’ve never been to me”, de Charlene. El siguiente comentario le responde: “Esa es la gracia de B & S: agarran las melodías más melancólicas del pasado, y las convierten en las canciones que deberían haber sido”
Por supuesto, busco a Charlene. El primer video que aparece en YouTube tiene 400.701 visualizaciones y es un fotomontaje (imágenes de puentes, atardeceres, mujeres de mirada ausente) con la letra de la canción en cursiva. El segundo video muestra a Charlene cantando en vivo; tiene 4.755.494 visualizaciones y en su último comentario una mujer dice: “Yo estuve en una relación abusiva y esta canción me salvó la vida”. El tercer video tiene 541.221 visualizaciones y muestra a una drag queen cantando en la película australiana Las aventuras de Priscilla, la reina del sesierto.
En cualquiera de las tres versiones hay que esperar el estribillo. Al principio, la canción parece ir por otro lado, pero cuando arranca el estribillo aparece la melodía de B & S, y por lo tanto, la de La Joven Guardia, y por lo tanto, la de las hinchadas.
Charlene Marilyn D’Angelo nació en California en 1950 y a los 20 años comenzó su carrera como cantante. En 1977 grabó “I’ve Never Been To Me”, y la canción pasó inadvertida. Pero en 1982, un disc-jockey importante se encaprichó con la canción y, en esta segunda oportunidad, alcanzó un éxito inesperado: llegó al top ten en Estados Unidos, y al número uno en el Reino Unido, Canadá y Australia. Ese fue el momento de gloria de Charlene. Después, su carrera se estancó, tanto que figura en el puesto número 75 del ranking de One Hit Wonders del canal VH1. Ahora vive en California y en las fotos de su página oficial posa junto a su familia y sus perros y parece una mujer sana y feliz.
Pero Charlene es solo la intérprete, y lo que interesa para esta crónica es quién compuso la canción y de dónde sacó la melodía. Según Wikipedia, “I’ve Never Been To Me” fue compuesta por Ron Miller y Ken Hirsch en 1976. Miller nació en Chicago en 1933, fue marine, vendió lavarropas, y escribió canciones para Stevie Wonder, Ray Charles, Celine Dion y Diana Ross. Murió de cáncer en 2007.
Ken Hirsch sigue vivo. Su fecha de nacimiento no aparece por ningún lado, pero por su foto de perfil de Facebook parece un sesentón bronceado y sexualmente activo. Al igual que Miller, compuso para Ray Charles y Stevie Wonder; también para José Feliciano, Dolly Parton, Plácido Domingo y Air Supply.
Pienso que estaría bueno contactar a Ken Hirsch y preguntarle delicadamente sobre la melodía de “I’ve Never Been To Me”. Ken tiene 581 amigos en Facebook y vive en Playa del Rey, California. Le acabo de mandar una solicitud de amistad. Su último posteo ya tiene más de un año y medio, y es la actualización de su foto de perfil que acabo de mencionar (tiene 31 comentarios, la mayoría de señoras que le dicen cosas como “por siempre joven” o “todavía hay fuego en esos ojos”). La verdad es que no creo que Ken me acepte como amigo.
Lo único que me da esperanza es un video que encuentro ahora en YouTube: tiene 1.985 visualizaciones y muestra su reciente actuación en la Songwriting Competition at Bluebird Café. Ken canta un popurrí de sus canciones que otros hicieron famosas frente a unas 20 personas, y cuando lo hace uno entiende por qué se dedicó a la composición. Entre ellas, canta “I’ve Never Been To Me”. La letra, al igual que la de las hinchadas, sigue una fórmula: una mujer enumera una serie de lugares y circunstancias glamorosas por las que pasó (Niza, yates, Montecarlo, reyes desnudos, California, copas de champagne, etcétera) y luego concluye: “Yo al paraíso fui, pero nunca he ido a mí.” La traducción es fácil porque la propia Charlene grabó una versión en español, en la que cambia los ejemplos de su paraíso superficial por otros pensados para el mercado latino como Miami, Acapulco y Buenos Aires. En el video, Ken ya no transmite la misma seguridad que en la foto de Facebook. Se lo nota cansado, y sobre el final de la actuación, cuando recibe ese tipo de aplauso de pocas personas, que puede ser más desgarrador que el silencio, Ken tuerce la boca y se queda mirando la nada, y algo me dice que es un hombre que aceptaría cualquier novedad en su vida, incluso una solicitud de amistad de un desconocido.
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Entonces, pasemos en limpio: tenemos cuatro canciones, que se pueden dividir en dos:
A1 “La reina de la canción”, de La Joven Guardia, compuesta por Roque Narvaja y Jacko Zeller, Argentina, 1971.
A2 “Muchas veces fui preso”, de hinchada indefinida, Argentina, principios de los 80, aproximadamente.
B1 “I’ve Never Been To Me”, de Charlene, compuesta por Ron Miller y Ken Hirsch, Estados Unidos, 1976.
B2 “Take Your Carriage Clock and Shove It”, de B & S, compuesta por Stuart Murdoch, Escocia, 2001.
A2 deriva de A1, y B2 deriva de B1, eso está claro. El asunto es cómo se pasó de A a B. Hay otro factor que se suma a la extrañeza: A2 y B2, es decir, las dos canciones derivadas, son las más parecidas entre sí. Y tienen otra cosa en común: las dos mejoran las letras de las canciones originales, por paliza, o al menos eso me parece a mí. Para resolver este misterio voy a precisar ayuda de profesionales, y me voy a poner un plazo de 15 días, porque tampoco puedo estar toda la vida con esta pavada.
La primera persona que contacto es un amigo, músico y profesor de armonía, conocido artísticamente como El Bebe. Le explico el caso y le mando los videos de las cuatro canciones. Al día siguiente me manda las partituras con la melodía y armonía de las canciones (salvo la de cancha) y unos conceptos comparativos que no entiendo. Le pido que me lo explique como si fuera Fantino, y entonces me deja un mensaje en el que dice: “Las tres canciones están en distinto tono, pero son muy parecidas. La de Charlene es un poco más diferente en su melodía. Pero la de La Joven Guardia y la de B & S son casi iguales. Los acordes y la función de los acordes tienen solo una cosita cambiada. Es como dibujar lo mismo con distinto color. Imaginate que un tipo inventa una figura y la dibuja y la hace verde, y después viene otro tipo y dibuja la misma figura, pero la hace roja. Es una copia, y a cagar”.
Luego consulté a otro músico. Me dijo que las canciones son parecidas, pero que eso pasa mucho en la música popular, donde las estructuras musicales son simples, y las bandas viven bajo las mismas influencias, estímulos y el mismo espíritu de época. Luego me perdí parte de su explicación, porque me quedé pensando en la palabra alemana que resume ese concepto (es zeitgeist, la busqué después), y también, tengo que admitirlo, porque su postura relativista no le sirve a mi crónica.
Un amigo productor me pasó el mail del tour manager de B & S. Le escribo, le explico el caso (evito la palabra plagio), le hago una traducción aproximada de la canción de cancha, y le pido si por favor podría pasarle el mensaje a Murdoch. No creo que lo haga.
Roque Narjava es, al menos en Argentina, el más conocido de los compositores que pretendo consultar, así que no me voy a detener en su biografía. Pero hay que decir que tiene otra canción adaptada a cancha: Ni una palabra. Estos son sus cuatro primeros versos: Una mañana de sol/ La conoció de perfil/ Y se enamoró/ Hasta la nariz.
Esta canción corresponde a su etapa como solista y algunos (los del palo) dicen que habla de la cocaína. Las versiones de cancha son varias. Voy a destacar dos: una de aliento y una de amenaza.
Dale Dale Dale X/ Hoy te vinimos a alentar/ Para ser campeón/ Hoy hay que ganar.
Es una tarde de sol/ No te la vas a perder/ X va a correr/ La yuta también.
Aunque a muchos les resulte obvio, tengo que aclarar que correr en este caso significa huir, y no se refiere al equipo rival, sino a su hinchada. Menos obvia es la razón por la cual se dejó la referencia al sol en el primer verso. Puede haber sido por pereza. Pero también puede ser que la tarde de sol simbolice el escenario ideal, y que se asocie el escenario ideal a la actividad ideal, que para algunos puede ser un picnic en el parque, pero en este caso se trata de perseguir violentamente a una hinchada y a la policía.
Roque Narvaja tiene 66 años y vive en Córdoba. Tiene una página web y una página de Facebook, donde cuenta su historia y anuncia sus shows. En las fotos actuales parece un hombre contento de haber pasado ya el pico de su fama. Le escribo a las dos páginas y le cuento sobre B & S y Charlene.
Por último, intento contactar a Jacko Zeller. Su historia merece ser contada, aunque sea brevemente. Su nombre verdadero es Jacobo Wolf Zellermeier y nació en Berlín en 1938. A los 3 años se escapó con su madre y su abuela en un barco con destino a Buenos Aires. Su padre murió en Auschwitz. Trabajó como músico, compositor, y también como cazatalentos para varias discográficas. Produjo los primeros discos de Moris, La Joven Guardia y Los Abuelos de la Nada. Fue amigo íntimo de Astor Piazzolla. Formó parte de I Musicisti, la banda que luego devino en Les Luthiers. También se ganó la vida haciendo jingles publicitarios, entre ellos “Soltá tu pelo con Wellapon”, que después fue redimensionado por Sumo en la canción “Heroína”. En fin, hizo muchas cosas además de ser el coautor de “La reina de la canción”, y por eso le escribo con cierto pudor. Le digo que soy argentino pero vivo en Uruguay, porque es cierto, pero además porque descubrí que eso genera confianza.
Al cabo de unos días, respondió: “Estimado Manuel: habiendo escuchado atentamente lo que me enviaste, llego a la conclusión de que no existe plagio. Agradeciéndote la preocupación, te saluda atentamente, Jacko Zeller”.
Creo que todos tenemos un amigo conspiracionista. Ese que dice, por ejemplo, que las torres las tiraron los yanquis, o que el sida fue creado en un laboratorio, y lo dice como si realmente tuviera acceso a ese tipo de información. Los conspiracionistas son divertidos (un rato), pero no quiero convertirme en uno de ellos, y veo que este caso me está llevando por ese camino.
Tengo que admitir que la respuesta de Zeller me decepcionó un poco. ¿Qué estaba esperando? ¿Un escándalo jurídico a escala mundial? ¿Quería recibir algún tipo de reconocimiento?
La de Zeller fue la única respuesta que recibí. Ya pasó casi una semana desde que intenté contactar a los compositores y nadie más contestó. Ahora miro en YouTube un video de los 10 plagios más famosos en la historia de la música. Son casos en los que se llegó a juicio y los demandados (entre otros, The Doors, Led Zeppelin, Coldplay, George Harrison, Radiohead, Nirvana) tuvieron que pagar una indemnización o ceder una parte de los créditos.
Anoche encontré a mi amigo músico (el que comparó las partituras y dijo plagio) en una reunión y le conté sobre la respuesta amable y terminante de Jacko Zeller. Habíamos fumado, y entonces fue natural que empezáramos a tejer nuestra propia teoría conspirativa. La reunión (fue después de un ensayo) estaba llena de músicos y todos tenían algo para decir.
Puede ser que La Joven Guardia haya tomado la melodía de alguna canción anterior, y que por eso Zeller no quiere alborotar el avispero. Quizá no copiaron la melodía a propósito, pero la tenían dando vueltas en la cabeza y se dieron cuenta después. Puede ser, quizá fue culpa del zeitgeist. Eso mismo le pasó a George Harrison: un juez lo encontró culpable de plagiar subconscientemente a Ronnie Mack en la canción “My Sweet Lord”. ¿Se puede plagiar subconscientemente? Esto pasó en la época en que George se puso místico, no sé qué tanto se podían separar sus estados de conciencia. Una chica que toca el clarinete contó el caso del himno del Mundialito de Uruguay: sus autores le hicieron una demanda por plagio a la cantante española Rosana, pero durante el juicio se descubrió que las dos canciones eran iguales a un villancico medieval. ¿Sabían que Zeller inventó el jingle de Wellapon? Soltá el brillo, soltá la belleza de tu pelo con Wellapon. Parece que Luca estaba paranoico con esa canción porque sabía que le había robado a la Velvet Underground. Y también le robó a Zeller y a Wellapon. ¿Tenía miedo a una demanda conjunta de Lou Reed, Zeller y Procter & Gamble?
A esa altura de la noche ya es evidente: tiene que existir una canción anterior a las cuatro que están en juego, una canción de la que derivan, de manera consciente o no, las dos que hasta ahora llamábamos originales. Una canción madre.
La chica del clarinete nos mostró una aplicación que se llama Soundhound. Uno tararea una canción en el celular y la aplicación la reconoce. Por supuesto, el tarareo tiene que ser afinado porque la aplicación, mediante un algoritmo, compara la melodía que recibe con las que tiene en su base de datos. La idea es brillante: si la canción madre está en la base de datos, tendría que saltar. Decidimos probar con la canción de cancha. Casi todos la conocían porque en Uruguay también la cantan las hinchadas. Por eso hubo que pedir que se callaran, hubo que apagar la música, y recién entonces la chica del clarinete acercó el celular a su boca y tarareó “Muchas veces fui preso” con una precisión asombrosa. Después de unos segundos Soundhound mostró dos resultados compatibles: “I’ve never been to me”, de Charlene, y una canción de Sylvia Chang cuyo título estaba escrito en signos chinos o japoneses. La chica tocó la canción en el clarinete y el resultado fue el mismo. Por un instante pensé que la canción de Chang podía ser la canción madre, una melodía china y ancestral, pero la aplicación te permite reproducir las canciones que propone, y la de Chang resultó ser solo una versión china y levemente erótica de la canción de Charlene.
Faltan apenas 36 horas para llegar al plazo de 15 días que me había fijado para tratar de resolver este misterio, y sigo sin respuestas. No pudimos encontrar la canción madre esa noche. La pista de Sylvia Chang no sirvió de mucho. Solo para saber que “I’ve Never Been To Me”, o su versión oriental, es una de las 10 canciones más pedidas en los karaokes de China y Japón, lo que es mucho decir porque en esos países son fanáticos del karaoke. Me pregunto si alguna vez una hinchada argentina cantó “Muchas veces fui preso” cuando se jugaba la Copa Intercontinental en Japón, y en ese caso, me pregunto si algún japonés en el estadio hizo el clic, y relacionó la melodía de la hinchada con la de canción de Charlene que él mismo había cantado siguiendo las letras rojas del karaoke.
Es notable la carga nostálgica que hay en los comentarios de las canciones de Roque Narvaja en YouTube: gente que recuerda novias, bailes, a su padre que tocaba la guitarra y murió por fumar demasiado. Muchos asocian las canciones a la Guerra de las Malvinas y la vuelta a la democracia. El tercer comentario de la canción “Ni una palabra” corresponde al usuario Gitano Iván y dice: “En la película Creed el público la tararea”.
Y es cierto. Lo estoy viendo ahora. Antes de la pelea final, cuando Rocky y el hijo de Apolo caminan hacia el ring, ya se escucha la canción. Y apenas arranca la pelea se escucha más claro. Todo el estadio corea: Una mañana de sol / La conoció de perfil / Y se enamoró / Hasta la nariz. Con otra letra, por supuesto, pero la melodía es esa, no necesito Soundhound ni amigos músicos para darme cuenta.
¿Cómo llegó la canción de Roque Narvaja a una película de Stallone? Este misterio es más fácil de resolver. La pelea final se filmó en Liverpool y usaron hinchas de Everton como extras para llenar el estadio y darle color. La hinchada de Everton tiene una versión de cantito de cancha: Allez Allez Allez Oh/ Allez Allez Allez Oh/ Everton FC/ Roberto’s Blue Army. Roberto es Roberto Martínez, el entrenador español de Everton en el momento en que se filmó la película. Faltaría saber cómo llegó este cantito a la hinchada de Everton. Probablemente haya sido vía España, y podría confirmarlo en alguno de los foros para hinchas de Everton, pero la verdad es que no tengo más ganas de mandar mensajes.
Ahora sí, se cumplió el plazo de 15 días, y lamento decir que no pude llegar a ninguna conclusión que valga la pena. Quizás alguien más pueda completar esta historia. Por lo pronto, si alguien lee esto y conoce a Roque Narvaja, por favor hágale llegar esta crónica. Háganle saber que sus canciones, o cosas muy parecidas a sus canciones, suenan en películas australianas, en la escena indie de Glasgow, en el recuerdo de una mujer inglesa que estuvo en una relación abusiva, en las hinchadas de fútbol, en los karaokes de China y Japón, en las aplicaciones para celulares, en una banda punk chilena, en un concurso de cantautores en California, en Liverpool, en los oídos de Rocky y del hijo de Apolo, en el clarinete de una chica montevideana.
Manuel Soriano
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