Incendios en Grecia. Palacio Tatoi, donde creció Reina Sofía, y el tesoro que hallaron al salvarlo del fuego

Fue la última residencia oficial de los reyes helenos. Tras décadas de abandono y saqueos, ahora está amenazado por las llamas

Con el cambio climático soplando en la nuca del mundo, los desastres naturales (y otros no tan naturales) se multiplican en distintas zonas del planeta. En los últimos días, le tocó el turno a Grecia donde el fuego continúa causando estragos y pérdidas irreparables, aunque muchos sostienen que el incendio que destruyó gran parte de los alrededores del Palacio Tatoi fue intencional y tiene como objetivo borrar parte de la historia de la monarquía griega que llegó a su fin con Constantino II, hermano de la Reina Sofía de España, madre del rey Felipe.

El Palacio Tatoi fue la última residencia oficial de la familia real griega antes de exiliarse en 1967, año en el que todo cambió para siempre (paradójicamente con un golpe de estado) en el país donde nació la democracia. Como tantos otros antes y después, Grecia también fue víctima de un golpe militar que instauró un gobierno conocido como la Junta de los Coroneles, durante siete funestos años, donde las continuas violaciones a los derechos humanos, las muertes y saqueos solo trajeron miseria y penurias al pueblo griego.

El descubrimiento: tesoros escondidos

El Palacio Tatoi, un espectacular castillo construido en la década de 1870 y ubicado a 30 km de Atenas, es un reflejo de la tumultuosa vida política griega. Durante casi 50 años fue una residencia de verano pero finalmente se instituyó como la casa real durante el reinado de Constantino I y su esposa Sofía de Prusia, los padres de la emérita reina española y el actual y último rey de Grecia, Constantino II. Desde su construcción, el palacio atravesó dos guerras mundiales, varias muertes, golpes de estado, saqueos, incendios, destrucción y abandono. Pero pese a los múltiples avatares, ha sobrevivido a todo lo que ha enfrentado. En los últimos días un fuego de “proporciones bíblicas” como fue descripto por el actual gobierno, tuvo en vilo a la nación por varios días ante la posibilidad de perder uno de sus mayores patrimonios históricos. Pero si bien los alrededores del palacio y algunos de los edificios adyacentes quedaron completamente destruidos, el fuego no llegó a dañar el interior del palacio principal que será restaurado y puesto en valor para convertirse en un museo que pueda ser visitado y refleje el esplendor de su época dorada.

A principios de año, cuando comenzaron las tareas de restauración en el Palacio Tatoi aparecieron tesoros que estaban escondidos en el castillo y que milagrosamente sobrevivieron a décadas de saqueos. Antiguos carruajes, autos, joyas, obras de arte, baúles que pertenecieron a la reina Federica, madre de Constantino II y piezas invaluables que narran la vida cotidiana de esa época, fueron guardados en almacenes de alta seguridad luego de que se desatara el incendio y esperan ser restaurados. También se encontraron libros, revistas, contratos, fotografías y objetos de uso domésticos. Más de 17000 objetos fueron trasladados a otra parte de la ciudad para su resguardo. Ante el increíble hallazgo, muchos se preguntan por qué los objetos no fueron retirados cuando el palacio cayó en manos del Estado ¿Cómo sobrevivieron a décadas de saqueos y desastres naturales? ¿Fue suerte, milagro o inoperancia estatal? Tal ves la respuesta sea una combinación de todo.

Los vinos de la realeza

Parte del botín encontrado es una fantástica colección de más de 4000 botellas de vino y bebidas alcohólicas donde hay desde etiquetas invaluables de Château Margaux, Château de Vincennes y Château Mouton Rothschild hasta una botella de whisky Chivas lanzada para conmemorar la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra en 1953. Un equipo de la antigua bodega griega Achaia Claus fue convocado para estudiar y evaluar el hallazgo, pero el tesoro ya puede valuarse en varios millones de euros. Aún no hay mucho consenso sobre a dónde irán las piezas encontradas, algunos creen que deberían retornar a sus dueños originales, otros dan por sentado que son propiedad del Estado y que por lo tanto formarán parte del museo que tiene previsto abrirse en el palacio una vez que esté completamente remodelado. Constantino II, resignado, no parece dispuesto a dar mucha batalla.

Un rey sin corona ni reino

Constantino II llevaba poco tiempo en el trono griego cuando a los 27 años debió partir con rumbo incierto y dejar su país por más de 45 años. Pasó la mayor parte de su vida en Gran Bretaña donde también nacieron sus hijos más chicos. Sólo volvió a su país dos veces, para el entierro de su madre en el mausoleo familiar del Palacio Tatoi y para un intento fallido de recuperar el trono. En 1974 se realizó un referéndum, donde el pueblo eligió la democracia y dio por concluida su etapa monárquica. A partir de ese momento, y durante décadas, el palacio estuvo completamente abandonado producto de las largas disputas entre el rey Constantino II depuesto y exiliado, y los sucesivos gobiernos griegos. En el 94, el gobierno socialista de Andreas Papandreu no solo expropió todos los bienes de la familia real sino que también les quitó la ciudadanía. Constantino II ya no tenía casa ni patria donde retornar.

Finalmente en 2002, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictó sentencia a favor de Constantino II y su familia en su reclamo por los bienes confiscados. Recuperaron sus posesiones pero en una negociación posterior, el último rey de Grecia, entregó la mayor parte de sus propiedades al pueblo a cambio de una suma (casi simbólica) de 12 millones de euros. Desde 2013 vive retirado en Puerto Jeli, un pequeño pueblo costero del Peloponeso. “La monarquía solo es relevante si el pueblo así lo quiere”, declaró en una entrevista, “el pueblo griego ya ha decidido que quiere una república y me parece bien”. Retirado, hoy el rey Constantino II todavía lamenta no poder vivir en la casa de su infancia pero disfruta de su vida con su mujer y sus nietos frente al mar, mientras las llamas amenazan su último residencia como “royal”.

Por Silvina Reusmann

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