La generación que no quiere heredar su destino

Ninguno de ellos es mejor por ser joven. Pero tienen la virtud de obligarnos a pensar el futuro: son quienes ya lo están construyendo. Sus ideas y valores convivirán en un mundo diferente con los de las generaciones que les preceden, a menudo en armonía, otras veces en conflicto. Son hijos de la revolución digital y herederos del cambio climático. No piden permiso para forjar sus sueños y en su disrupción e irreverencia nos ayudan a cambiar a todos. Tienen menos de 35 años, pero ese es el dato menos importante porque demuestran que la edad no es un obstáculo ni un condicionante.

¿Qué puede tener en común Mateo Salvatto, un innovador de 19 años que desarrolló una aplicación que ayuda a comunicarse a personas con discapacidad auditiva, con Ofelia Fernández , quien también con 19 años se convertirá en pocos días más en la legisladora más joven de América latina? No son sus coincidentes 19 años ni su ideología, pero sí comparten la certeza de que están listos para contribuir a la sociedad desde sus lugares particulares, que tienen algo para decir al respecto y que están decididos a que todos los escuchemos.

Esa misma convicción que une a Bruno Rodríguez, una de las voces mundiales de la juventud que actúa contra el cambio climático en las Naciones Unidas, con Macarena Sánchez , una futbolista cuya lucha y reclamo llevó a que la AFA creara este año una liga profesional de fútbol femenino. Casos tan diferentes como comunes son sus esfuerzos por correr los límites.

Sus historias son algunas de las 35 que presentamos hoy en esta edición especial, un clásico ya de la nacion revista, que, como medio, intenta seguir el pulso de una generación que, con aciertos y errores, pero siempre con audacia y conciencia, busca construir sus destinos y no simplemente a heredarlos.

Algunos nos inspiran con su talento, ya sea para el arte o para el deporte, terrenos donde ya se destacan y se abren paso. Otros nos alumbran con su mirada, la que ayuda a abrir nuestras mentes a la innovación y el cambio de paradigmas. Todos dan que hablar y reclaman una voz protagonista.

Además de todo esto, ninguno supera los 35 años. Pero ese dato es el menos importante.