Lo que se hace con amor no necesita explicación
¿Hasta qué punto ser padres requiere sí o sí un vínculo pasional con otra persona? Si ese vínculo pasional se da y es sano, bienvenido sea. ¿Y si no se da? ¿Y si estás esperando la pareja perfecta, la situación ideal? ¿Si sos mujer y te corre el reloj biológico y deseás con todas tus hormonas ser mamá y no querés ser madre soltera? ¿Si sos un hombre que desea de corazón criar un hijo, si en eso se te va la vida? ¿Qué podemos hacer?
Éstas son algunas de las preguntas que tanto yo como mucha gente de mi generación se hace. Una generación que en su gran mayoría creció en una familia tipo, convencional, como Dios manda. En algunos casos estas familias fueron exitosas en su proyecto y otras no lo fueron, y se llenaron de hipocresía. Familias muertas en vida, que siguen adelante por convenciones sociales. Nada te asegura nada en la vida. Absolutamente nada.
Algunos dicen que tener un hijo con un amigo o amiga es un acto egoísta. Que sólo interesa saciar el instinto paternal y que no se piensa en el futuro de esa vida que se engrenda. Yo me pregunto: ¿todos los que estamos en este mundo somos hijos deseados? ¿Todas las familias de este mundo no son egoístas?
Proyectar un hijo con otra persona a la que te une una amistad, con la que te vinculás más allá de su sexualidad y de sus miserias... ¿es tan raro? Por momentos me parece hasta más lógico. Tal vez a muchos les cueste pensarlo así. Estoy seguro de que es parte de un proceso, de una evolución. Las cosas no son de una sola manera. ¿Quién alguna vez no le dijo a un amigo o amiga: "Che si a los 40 estoy solo/a, ¡tengamos un hijo!"? ¿Por qué muchos decimos esto?
Creo que llegó el momento de que nos tomemos más en serio esta pregunta, que parece casi una broma pero tiene un trasfondo muy real. Pero si lo vamos a hacer, la broma queda a un lado. Uno asume una gran responsabilidad. Traer un alma al mundo, con todo lo que eso conlleva. Tal vez no siempre el amor de tu vida va a ser el mejor padre o madre para tus hijos. Tal vez?
Llevar adelante el deseo de ser padres es una gran causa, es dar amor, proyectar la vida, es correrse del centro del universo, es juntar toda la sabiduría que uno cosechó en la vida y brindársela a un ser nuevo y así construir un mundo mejor. Con amor, respeto y sin prejuicios.
Todas esta palabras se desvanecen cuando tenés a tu hijo en los brazos, cuando te mira y hay una conexión que te aísla de todo y todos. Amor.
Creo en el amor en todas sus variadas formas, y ahí voy, junto a una gran compañera cómplice en este camino.
Seamos padres de amor, con el corazón y la mente dispuesta a construir una sociedad donde todos tengamos derecho a realizarnos como personas. Creo que cuanto uno más se acerca a ser quien soñó de sí mismo cuando era un niño, más felices seremos en este mundo.
El autor es actor y director
Guillermo Pfening
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